Por Juan Carlos de Pablo para La Nación

Se habla mucho más de las “bombas” que el actual gobierno le está dejando al próximo que de las “antibombas” que formarán parte de la herencia. Desde el punto de vista macroeconómico, estas últimas están localizadas principalmente en la balanza comercial. Me refiero a la probabilidad de que en 2024 no se repita la sequía que recientemente asoló a nuestro país, al impacto que la terminación del gasoducto tendrá sobre el intercambio internacional de productos energéticos y a la exportación de litio.

Sobre el impacto que pueden generar estos shocks positivos conversé con el estadounidense Ronald Winthrop Jones (1931-2022), quien estudió en el MIT y enseñó en la Universidad de Rochester. Reflexionando sobre sí mismo, dijo: “Creo que tengo una ventaja comparativa, porque sé si algo no sé. Simplificar siempre fue un objetivo en mis trabajos”.

–En 2009 usted fue calificado miembro distinguido en la American Economic Association (AEA), un apreciado galardón, porque lo obtienen contadísimos colegas, entre los alrededor de 30.000 miembros. ¿Por qué se lo otorgaron?

–Según el comunicado de la AEA, porque “pocas monografías han tenido tanta influencia como la que Jones publicó en 1965, que plantea la exposición clásica de la estructura de los modelos simples de equilibrio general. Mostró que el modelo de comercio internacional planteado por Eli Filip Heckscher, Bertil Gotthard Ohlin y Paul Anthony Samuelson, puede ser sintetizado por cuatro ecuaciones simples, dos relacionadas con costos unitarios y el resto describiendo las condiciones de equilibrio en los mercados de factores de cada país” (AEA, 2010).

–Napoleón dijo que prefería tener bajo su mando a generales que tuvieran suerte. Esto es lo que parece que le va a ocurrir al próximo gobierno, en el plano externo.

–Así es.

–Sorprende en la Argentina de 2023, porque estamos acostumbrados a pensar en la pesada herencia que cada gobierno le deja al próximo, pero en este caso el actual gobierno le facilitará una porción de la tarea al que llegue.

–Calma, calma. Porque, implícito en lo que usted afirma, está la idea de que es mérito del actual gobierno que el año próximo la Argentina no sufra sequía, que por fin se termine el gasoducto y que el litio siga rindiendo sus frutos.

–Pero, ¿no es así?

–En el caso de la sequía, claramente que no. De la misma manera que no hay demérito del actual gobierno en que la sequía haya comprometido las exportaciones de 2023, tampoco hay mérito en que durante el año que viene la desgracia no se repita. En el caso del litio, se trata de emprendimientos que están en manos privadas; lo único que falta es que el actual gobierno se atribuya haber permitido el desarrollo de una actividad promisoria.

–El caso del gasoducto es diferente, porque aquí hay decisiones y fondos públicos.

–Así es, pero junto a la detención de la obra en la presidencia de Mauricio Macri, cabe preguntar la demora en reiniciarla durante la presidencia de Alberto Ángel Fernández. Pero todo esto es historia.

–Tiene razón, pensemos para adelante.

–Normalización climática, gasoducto y litio tienen en común que se trata de tres cuestiones cuantitativamente importantes. Aclaro esto porque los economistas no tenemos ningún inconveniente con medidas adoptadas como señales, símbolos o posturas; pero les prestamos atención a las cuestiones cuantitativamente importantes. El denominado vacunatorio vip, consecuencia del Covid-19, justificadamente enoja a una importante porción de la población argentina, pero lo que generó algunas decenas de miles de fallecimientos fue la decisión de no negociar con Pfizer desde el vamos y en forma sistemática.

–Los tres shocks que estamos analizando impactarán en varias variables económicas. ¿Por dónde correspondería comenzar el análisis?

–Tanto la sequía como el litio afectan las exportaciones, mientras que la terminación del gasoducto convertiría el déficit externo de productos energéticos en superávit. Por lo tanto, el análisis debe comenzar por el impacto que todo esto tendrá sobre la balanza comercial.

–En 2022 la Argentina exportó mercaderías por valor de US$88.000 millones. En el primer semestre de este año hubo una caída, con respecto a igual período del año pasado, de 22% de ese valor. Como consecuencia de los tres shocks mencionados, ¿qué cabe esperar para 2024?

–Si el año próximo la Argentina recupera el valor de las exportaciones de mercaderías que registró en 2022, más el alivio de las importaciones de productos energéticos, dentro del total de compras al exterior, la situación externa presentará gran alivio.

–Ya veo a los dirigentes políticos abalanzándose sobre estos recursos.

–Reflejo, por una parte, de sus propias ideas, pero también de las presiones que recibirán, tanto sectoriales como regionales. Al respecto se necesitará mucho coraje, tanto del nuevo presidente de la Nación como de su ministro de Economía.

–¿Alguna recomendación al respecto?

–Yo le daría prioridad a la importación de insumos, sin los cuales el crecimiento del PBI es una utopía. Lo cual implica no solamente el pago de las compras al exterior que se vayan a hacer, sino también de deudas contraídas durante 2023. Recuerdo, además, que superávit de la cuenta mercaderías no necesariamente implica superávit de la cuenta corriente de la balanza de pagos; porque la Argentina es tradicionalmente deficitaria, tanto en servicios reales como financieros. Al FMI y a los bonistas el próximo gobierno les tiene que decir que tienen que esperar.

–¿Esperar qué?

–Buen punto. Ningún partido o agrupación políticos está planteando dentro de su plataforma electoral cancelar las deudas con el FMI o con los bonistas sobre la base de “sangre, sudor y lágrimas”. No importa lo que al respecto se diga en la campaña electoral. Pero si esto es así, lo que tanto el Fondo como los bonistas tienen que esperar es una renegociación. Probablemente más civilizada en las formas, pero similar desde el punto de vista del contenido.

–Pero, ciertamente que esta postura no generará confianza en “los mercados”.

–Nadie está en condiciones de decir a ciencia cierta qué es lo que desean “los mercados”; pero –perdón si ofendo a alguien– no le recomendaría al próximo gobierno implementar una política económica para atraer a los capitales golondrina.

–¿Por qué dice esto?

–Porque los violentos movimientos de capital de corto plazo deprimen el tipo de cambio real cuando llegan y lo elevan por encima de las condiciones puramente comerciales cuando se van. Con nefastas consecuencias sobre la economía real en los dos casos. La inversión extranjera directa es otra cosa, aunque siempre aparece como espada de Damocles poder diferenciar los diferentes tipos de movimientos de capital.

–Don Ronald, muchas gracias.

–Así es.

–Sorprende en la Argentina de 2023, porque estamos acostumbrados a pensar en la pesada herencia que cada gobierno le deja al próximo, pero en este caso el actual gobierno le facilitará una porción de la tarea al que llegue.

–Calma, calma. Porque, implícito en lo que usted afirma, está la idea de que es mérito del actual gobierno que el año próximo la Argentina no sufra sequía, que por fin se termine el gasoducto y que el litio siga rindiendo sus frutos.

–Pero, ¿no es así?

–En el caso de la sequía, claramente que no. De la misma manera que no hay demérito del actual gobierno en que la sequía haya comprometido las exportaciones de 2023, tampoco hay mérito en que durante el año que viene la desgracia no se repita. En el caso del litio, se trata de emprendimientos que están en manos privadas; lo único que falta es que el actual gobierno se atribuya haber permitido el desarrollo de una actividad promisoria.

–El caso del gasoducto es diferente, porque aquí hay decisiones y fondos públicos.

–Así es, pero junto a la detención de la obra en la presidencia de Mauricio Macri, cabe preguntar la demora en reiniciarla durante la presidencia de Alberto Ángel Fernández. Pero todo esto es historia.

–Tiene razón, pensemos para adelante.

–Normalización climática, gasoducto y litio tienen en común que se trata de tres cuestiones cuantitativamente importantes. Aclaro esto porque los economistas no tenemos ningún inconveniente con medidas adoptadas como señales, símbolos o posturas; pero les prestamos atención a las cuestiones cuantitativamente importantes. El denominado vacunatorio vip, consecuencia del Covid-19, justificadamente enoja a una importante porción de la población argentina, pero lo que generó algunas decenas de miles de fallecimientos fue la decisión de no negociar con Pfizer desde el vamos y en forma sistemática.

–Los tres shocks que estamos analizando impactarán en varias variables económicas. ¿Por dónde correspondería comenzar el análisis?

–Tanto la sequía como el litio afectan las exportaciones, mientras que la terminación del gasoducto convertiría el déficit externo de productos energéticos en superávit. Por lo tanto, el análisis debe comenzar por el impacto que todo esto tendrá sobre la balanza comercial.

–En 2022 la Argentina exportó mercaderías por valor de US$88.000 millones. En el primer semestre de este año hubo una caída, con respecto a igual período del año pasado, de 22% de ese valor. Como consecuencia de los tres shocks mencionados, ¿qué cabe esperar para 2024?

–Si el año próximo la Argentina recupera el valor de las exportaciones de mercaderías que registró en 2022, más el alivio de las importaciones de productos energéticos, dentro del total de compras al exterior, la situación externa presentará gran alivio.

–Ya veo a los dirigentes políticos abalanzándose sobre estos recursos.

–Reflejo, por una parte, de sus propias ideas, pero también de las presiones que recibirán, tanto sectoriales como regionales. Al respecto se necesitará mucho coraje, tanto del nuevo presidente de la Nación como de su ministro de Economía.

–¿Alguna recomendación al respecto?

–Yo le daría prioridad a la importación de insumos, sin los cuales el crecimiento del PBI es una utopía. Lo cual implica no solamente el pago de las compras al exterior que se vayan a hacer, sino también de deudas contraídas durante 2023. Recuerdo, además, que superávit de la cuenta mercaderías no necesariamente implica superávit de la cuenta corriente de la balanza de pagos; porque la Argentina es tradicionalmente deficitaria, tanto en servicios reales como financieros. Al FMI y a los bonistas el próximo gobierno les tiene que decir que tienen que esperar.

–¿Esperar qué?

–Buen punto. Ningún partido o agrupación políticos está planteando dentro de su plataforma electoral cancelar las deudas con el FMI o con los bonistas sobre la base de “sangre, sudor y lágrimas”. No importa lo que al respecto se diga en la campaña electoral. Pero si esto es así, lo que tanto el Fondo como los bonistas tienen que esperar es una renegociación. Probablemente más civilizada en las formas, pero similar desde el punto de vista del contenido.

–Pero, ciertamente que esta postura no generará confianza en “los mercados”.

–Nadie está en condiciones de decir a ciencia cierta qué es lo que desean “los mercados”; pero –perdón si ofendo a alguien– no le recomendaría al próximo gobierno implementar una política económica para atraer a los capitales golondrina.

–¿Por qué dice esto?

–Porque los violentos movimientos de capital de corto plazo deprimen el tipo de cambio real cuando llegan y lo elevan por encima de las condiciones puramente comerciales cuando se van. Con nefastas consecuencias sobre la economía real en los dos casos. La inversión extranjera directa es otra cosa, aunque siempre aparece como espada de Damocles poder diferenciar los diferentes tipos de movimientos de capital.

–Don Ronald, muchas gracias.