Jorge Rulli es una figura que ha formado parte de la historia del peronismo. Ha sufrido cárcel, exilio y torturas. Sin dudas, es alguien que sabe de política, siendo diputado nacional, secretario de Cultura e interventor del Comfer. Asimismo también es aquel que ha explorado alternativas autogestivas y ecológicas (entre otras).

Durante el pasado domingo, en el auditorio de El Diario, él, representando al Grupo de Reflexión Rural, estuvo acompañando el encuentro “Organicidad en Movimiento” donde hubo una conferencia pública de la que también formaron parte Soledad García, de la comisión provincial de la Memoria y Héctor y Teresa Saravia, integrantes del pueblo colla, entre otros. Todo la actividad fue llevada adelante por el grupo socioambiental Lotos. 

Recordando su intromisión en la cuestión rural, en diálogo con este medio, recordó “la huerta, los animales, el mercadeo y el ayudar a otros”. Igualmente no olvida un hecho que lo movilizó:  “En 1996, mientras trabajaba en la Secretaría Agricultura, en la provincia de Buenos Aires, empezamos a ver cosas raras en torno a la primera habilitación de soja transgénica”.

En algo que definió como “un paquete”, enfatizó que se había llevado adelante “la certificación de productos orgánicos. que tercerizan el control y se lo pasan a las empresas. Esas mismas (empresas) cobran el 10% de lo que el productor hace para darle el “Sello Verde”. Una truchada”, disparó.

A su vez, aseguró que “de la misma Secretaría, los empleados luego formaron empresas privadas, renunciaron y se armaron para llevar adelante lo que habían acordado… eran tiempos de (Carlos) Menem. Un abuso total”.

Allí, según sus palabras, fue el momento en el que el hombre decidió formar el grupo de “Reflexión Rural” donde asegura que “hay gente de diferentes opiniones; pero no importa porque estamos atacando al sistema”.

Consecuencias de la sojización

Viendo el panorama actual, donde hay campos inundados y lugares donde el agua hace falta notoriamente, Rulli sostiene que estas “son las consecuencias de 20 años de sojización”. Y singularizó: “No solamente hay destrucción de ecosistemas. Ahora, con esta locura, el país cuando no está inundado está desertizado. Mirá lo que pasó este verano en Santiago del Estero, 60 grados de térmica y un despoblamiento masivo del campo argentino”.

Esos son los factores, según el entrevistado, que generan que muchas fábricas hayan cerrado sus puertas y hagan mayor la crisis económica.

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En tanto, aseguró que “el país se ha primarizado. Estamos hablando de una soja que valía 600 dólares la tonelada y ahora vale 200. Es una vergüenza que no haya una reacción para cambiar el modelo. Yo no lo puedo creer, estamos ante el abismo si no cambiamos el modelo rural”, alertó.

Otro tema que permanece en el debate es el de la utilización de químicos para fumigar grandes superficies. “El modelo requiere cada vez más agrotóxicos”.

Agregando cifras a esa situación, destacó que en algunos lugares “ se están usando 40 de litros de glifosasto por hectárea. Lo que recibe la Argentina se disemina, no hay santuario y es una barbaridad”.

“La gente se  fue del campo”

Haciendo referencia a las tecnologías, pero también a la fumigación, Rulli aseguró que “la gente se fue del campo. El dueño ahora lo maneja desde Montevideo o Punta del Este. Porque con la soja te suicidás si vivís en el campo”. Ya que “si el sojero deja la familia en el campo la mata por la fumigación, por el veneno”

Con total claridad en cada una de sus palabras, el hombre advierte que  “el común de los argentinos no entiende lo que está pasando en el campo”. A la vez que aseveró que “la comida de los argentinos cambió”. Ya que “antes todo tenía un gusto muy particular, nos han ido cambiando”, alerta el dirigente ecologistca con pasado militante durante los 70.

La soberanía alimentaria es el derecho de cada pueblo para definir sus propias políticas agrarias y alimentarias de acuerdo a objetivos de desarrollo sostenible y seguridad alimentaria.

Fuente: eldiariocba.com.ar