Fuente: Tiempo Argentino

Los destellos, en su mayoría verdes y algunos azules, son un componente llamativo en las imágenes de las protestas masivas en Chile. Los gases antitumultos que invaden el aire ponen en evidencia de qué se trata al dibujar los haces de los punteros láser. Son los que portan los manifestantes –al principio unos pocos y ahora muchos– para apuntar a los drones y helicópteros que dan apoyo a la represión de los carabineros y a sus tanquetas, para desestabilizarlos. Uno de los videos muestra cómo una de las aeronaves guiadas por control remoto inicia una seguidilla de movimientos erráticos hasta que cae abruptamente, instante en que la multitud festeja a gritos y saltos la “baja” del artefacto.

La secuencia del dron enfocado y estrellado fue registrada este martes 12 de noviembre en la Plaza Baquedano (ahora Dignidad).

El ingenio popular surge en las condiciones extremas, y el de los dispositivos de emisión de luz altamente concentrada como “arma” para desactivar la logística de las fuerzas de seguridad es una marca en las heterogéneas marchas que desde hace casi un mes copan las calles de Santiago de Chile. No es inédita: ya lo habían utilizado en las protestas de Hong Kong.

La efectividad del láser quedó demostrada por los mismos Carabineros, que emitieron un comunicado y postearon en redes sociales un video tomado desde un helicóptero con la advertencia de que el uso de los punteros es delito sujeto a sanciones. “Durante patrullaje aéreo de Carabineros, pilotos del helicóptero institucional son afectados por emisiones láser, actitud que constituye un delito sancionado por el Código Aeronáutico, pues supone un riesgo para la seguridad del vuelo y la salud de los tripulantes”, señala el texto.

Los manifestantes apuntan los haces a las cámaras de los drones, con el doble objetivo de comprometer su comando si se realiza con apoyo visual, y dificultar las filmaciones aéreas que les permiten a las fuerzas de seguridad identificar a los que participan de las protestas. En el caso de los helicópteros y vehículos terrestres –transporte de personal, lanzadores de agua–, el blanco son los ojos de los tripulantes para encandilarlos.

La emisión de luz láser –por diodos– tiene múltiples usos, desde los punteros para presentaciones, medición y nivelación, efectos visuales, guía de herramientas, corte de materiales y muchos más. La característica principal es que permite obtener un haz muy concentrado y, en general, monocromático. Los hay de baja, mediana y alta potencia. Los que utilizan los manifestantes chilenos, por lo que muestran las imágenes, son en general los que se venden sin restricciones para usos particulares, que no tienen la potencia suficiente para ocasionar daños físicos a las personas, excepto que impacten en los ojos. Se ven otros, sin embargo, de mayor poder: los de color azul. Son los minoritarios.

Momento en que manifestantes hacen caer un DRON con un “ataque” de luz láser, en Plaza Italia (21:00)

Los usos heterodoxos de los punteros se suceden. En 2008, se popularizó entre los hinchas de fútbol como herramienta para molestar a los jugadores del equipo adversario. El Olympique Lyonnais, de Francia, fue multado por la Uefa debido a que un puntero láser dirigido por un simpatizante a Cristiano Ronaldo. Y en las eliminatorias de la Fifa, el último partido celebrado en Riad, Arabia Saudita, entre el equipo local y el equipo de Corea del Sur, el arquero coreano Lee Woon-Jae fue lastimado en un ojo con un láser verde.

En abril del mismo año, una serie de ataques coordinados contra aviones de pasajeros en Sídney, Australia, hizo que el gobierno anunciara medidas de restricción para la venta e importación de algunos de esos dispositivos.

Ahora, en Chile, como antes en China, los manifestantes utilizan la misma tecnología para neutralizar las acciones represivas. El ingenio hace recordar al de los participantes de las protestas en la Argentina durante las marchas del Cordobazo, en la década del 60 del siglo pasado: arrojaban al piso bolitas de acero, obtenidas de los rodamientos (rulemanes), para que los caballos de la Policía se desestabilizaran al rodar bajo sus cascos. También servían como proyectil de gomera con los que se apuntaba a los equinos en las ancas, lo que producía un brinco y la eyección del jinete uniformado.