Por Sofía de Nicolo y Nicolás Canosa – Directores del Observatorio de Coyuntura Internacional y Política Exterior (OCIPEx)

Milei, la novedad histórica nacional de un emergente global

  • Milei es una novedad histórica porque representa los intereses de un bloque de poder emergente del sistema económico mundial, cuyo modelo ideal es el de Estados mínimos con garantías globales para los flujos de capital y la protección jurídica internacional de inversiones, que tiene como fin último la libre explotación y expoliación de recursos.
  • La “batalla cultural” que impulsa Milei es la expresión ideológica de una clase -la del capital concentrado- que es consciente que debe implantar los valores que generen un nuevo “sentido común” para normalizar la injusticia como natural y que ésta sea, por lo tanto, moralmente aceptable.

Política exterior anarco-colonial 

  • El actual gobierno adopta la agenda militar, de inteligencia y seguridad de EE.UU. y no prioriza una relación bilateral basada en intereses mutuos. La adopción acrítica de esa agenda geopolítica tiene como objetivo el respaldo financiero de EE.UU. y los fondos de inversión.
  • El objetivo es dolarizar para transformar estructuralmente la matriz productiva y distributiva del país.
  • En ese sentido, el gobierno apoya facciones en el marco de los tres principales conflictos geopolíticos: Ucrania, Israel y Taiwán. Este alineamiento con conflictos extracontinentales pone en riesgo la seguridad nacional y provoca tensiones con importantes aliados en agendas comerciales y diplomáticas de interés para Argentina, como la Causa Malvinas.
  • En pocos meses herimos relaciones con los principales aliados regionales, estratégicos y/o comerciales, Brasil, la República Popular China, Rusia y Colombia. Ofendemos a sus presidentes y líderes por diferencias ideológicas, desgranando la autoridad presidencial y las relaciones Estado-Estado.

Totalitarismo de mercado en un mundo proteccionista

  • Tal como plantea el FMI el mundo es cada vez más proteccionista, la globalización se ralentiza y el proceso en el que las compañías vuelven su producción y fabricación de bienes a su país de origen es cada vez más fuerte.
  • El gobierno argentino va a contramano del mundo: mientras las potencias desarrolladas y emergentes buscan reconstruir su entramado industrial, tecnológico y laboral ante el ascenso de países no occidentales como potencias industriales, Argentina hace lo contrario.

Remate de activos estratégicos y bienes naturales

  • Bajo la creencia de que es necesario entregar la soberanía jurídica, fiscal y económica sobre nuestros recursos estratégicos para conseguir inversiones, proponen -en el marco de la Ley Ómnibus- el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones: un verdadero estatuto legal del coloniaje.

Conclusiones para la acción

  • La política exterior incide de forma directa, pero aún más estructural en la vida cotidiana de una sociedad. La política exterior puede hacer más feliz o menos feliz a un pueblo. Cada área del Estado, la Política y la Cancillería en particular, debe recuperar el prestigio perdido sirviendo al interés nacional y  al bien común, siendo sus acciones conducentes, creativas y efectivas para la resolución de conflictos, ejerciendo el poder con audacia y firmeza.
  • A la política exterior anarco-colonial, las iniciativas de disolución nacional y el modelo social del caos y la crueldad que pregona este gobierno, debemos oponernos desde los principios de una política exterior soberana, con  propuestas de transformación y acción para un orden justo, seguro y solidario.

Milei, la novedad histórica nacional de un emergente global 

El gobierno que asumió el 10 de diciembre lo hizo con una visión mesiánica refundacional y no perdió un minuto desde que asumió el poder en llevar adelante su plan. En tiempo récord se está generando un daño muy profundo al pueblo argentino y la soberanía nacional, con la clara intención de transformar estructuralmente el país.

La falta de toma de decisiones del gobierno de Alberto Fernández en materia de redistribución del ingreso luego del crecimiento económico posterior a la pandemia, los condicionamientos del acuerdo con el FMI y la alta inflación que desorganizó la vida cotidiana de las mayorías, dejaron el camino allanado para el triunfo de La Libertad Avanza. Añadido a esto, la falta de claridad en política exterior fue traducida en sus posicionamientos internacionales y, sobre todo, en el incumplimiento de compromisos con Estados clave, tanto para promover el desarrollo nacional como para afrontar nuestro principal problema que es la deuda. Esto provocó un desaire hacia los aliados estratégicos del mundo emergente, que a 100 días del nuevo gobierno no hace más que agravarse.

A pesar de las estridencias y desprolijidades, Milei no es un improvisado, sino el resultado de un laboratorio de ideas globales de sectores ultra conservadores y fundamentalistas del Dios Mercado y la Diosa Ganancia, “falsas deidades que nos conducen a la deshumanización y la destrucción del planeta”, cómo señaló recientemente el Papa Francisco.

La novedad histórica que hace difícil encuadrar a Milei dentro de los moldes clásicos del “liberalismo”, el “capitalismo” o incluso el “neoliberalismo”, es la expresión de un nuevo  bloque de poder emergente dentro del sistema económico mundial, al que Yani Varoufakis denominó tecnofeudalismo. Según el economista griego el desarrollo tecnológico de internet no sólo permitió acrecentar la especulación financiera y disociar al capital de la economía real, sino incubar una “nueva forma de capital, que en última instancia ha empoderado a sus propietarios para liberarse del capitalismo y convertirse en una clase dominante completamente nueva”. Y señala: “sí, el capital todavía existe y florece, aunque el capitalismo no”. Entramos en la era de la dictadura del capital. Elon Musk, Larry Fink de Black Rock y Galperin de Mercado Libre, entre otros, son parte de esta nueva clase dominante que obtiene el poder a raíz de la posesión de un capital en la nube -que obtiene ganancias a partir de usufructuar la información que brindamos de forma gratuita- apalancados en el sector financiero, con alcance global1. Estos actores son parte sustancial de los intereses que Milei viene a representar y, por ende, profundiza e incluso desborda lo que vivimos en anteriores experiencias neoliberales. Esta corriente global tiene como “modelo ideal” Estados mínimos con garantías globales para los flujos del capital y la protección jurídica internacional de inversiones, cuyo fin último es la explotación y expoliación libre de recursos. Para Argentina, este modelo conlleva a la disolución y fragmentación real o virtual de nuestro país.

La batalla sigue siendo cultural

Lo que para algunos era imposible hoy es una realidad, participamos de la peor de las corrientes globales. Recientemente, el presidente participó en la Conferencia Política de Acción Conservadora junto a Donald Trump y otros líderes, organizada por Steve Bannon. Allí Milei dejó claro que la “batalla cultural” es la expresión ideológica de una clase, la del capital concentrado; que es consciente que debe implantar valores que generen un nuevo “sentido común” para normalizar la injusticia como natural y que ésta sea, por lo tanto,  moralmente aceptable. Se trata de un sistema en el cual la desigualdad se vuelve extrema en todos sus planos2.

En el Foro de Davos y en la Conferencia Conservadora, Milei hizo planteos desconcertantes: dijo que la justicia social es una aberración, que los monopolios no son un problema y que los empresarios exitosos son “benefactores sociales”, incluso “héroes”. Llegó al ridículo de tratar de colectivistas a los líderes occidentales de las últimas décadas.

Lo que sí es contrastable con la realidad es la existencia, en las potencias occidentales, de una casta política y económica que empobreció pueblos en las últimas décadas, pero no por ser justamente “socialistas” como acusa el presidente.  Basta tan solo con ver videos y fotografías de los vagones del metro en Nueva York o las calles de Filadelfia, donde hoy existe un gran porcentaje de personas “zombis” cooptadas por drogas letales y abandonadas a la buena de Dios, para tomar conciencia de la decadencia de este sistema, donde el ser humano se puede quebrar y desechar. Este es el futuro que nos depara si triunfan las ideas del presidente, apalancadas en las tesis de Milton Friedman y en la distopía de un mundo sin Estados ni comunidad organizada.

Una política exterior anarco-colonial 

En el plano internacional, el dogmatismo anarcocapitalista, la sobreactuación del alineamiento sumiso con los sectores más conservadores de EE.UU. y el totalitarismo de mercado, están generando un perjuicio económico, diplomático y político inédito para la Argentina. Eso se traduce en una pérdida de soberanía y en el abandono de un modelo de desarrollo basado en el capitalismo industrial; la movilidad social ascendente; un sistema de seguridad social integrado; y una cultura de la solidaridad. Así como en el siglo XIX y parte del XX nos impusieron el librecambio mientras las potencias practicaban políticas económicas proteccionistas para desarrollarse, el anarcocapitalismo se traduce en Argentina en anarcocolonialismo.

A continuación se esbozan algunos de los principales problemas estratégicos en materia de política exterior que derivan del rumbo del gobierno:

  • Alineamiento geopolítico: mucho ruido y pocas nueces

El alineamiento del gobierno a Occidente se expresa en los tres principales conflictos geopolíticos, avalando el accionar de los sectores más reaccionarios de Estados Unidos y Europa en cada uno de ellos: Ucrania (apoyando diplomática y logísticamente a Zelenski), Israel (planteando mudar la embajada argentina a Jerusalén) y Taiwán (recibiendo la canciller a sus representantes, afectando la política de una sola China).

El actual gobierno solamente adopta la agenda militar, de inteligencia y seguridad de EEUU y no prioriza una agenda bilateral basada en los intereses mutuos como: la renegociación de deuda con bonistas privados y el FMI; acuerdos de transferencia tecnológica; asociaciones público-privadas como las que realizó YPF con Chevron durante el segundo gobierno de CFK. Otro buen ejemplo de concreción de políticas públicas que benefician al país es el reciente anuncio de entrada en vigor del acuerdo para el intercambio automático de información tributaria con EEUU iniciado en el gobierno anterior. Esto permitiría conocer con precisión cómo los argentinos fugaron divisas al país del norte.

De manera contraria, la reciente firma de un acuerdo de la Administración General de Puertos con el Cuerpo de Ingenieros de EE.UU. profundiza la búsqueda de esa potencia para mantener una fuerte influencia en la Vía Navegable Troncal y la Hidrovía. Un acuerdo similar se firmó con Paraguay en abril del año pasado. De igual forma es contraproducente la negociación iniciada entre Estados Unidos y la provincia de Chubut para colaborar en el “combate a la pesca ilegal”, ya que el verdadero fin de los Estados Unidos es desprestigiar a China y desplazarla de la actividad pesquera.

Este tipo de decisiones políticas nos subordinan a la agenda de la potencia hemisférica sin beneficios sustanciales para el conjunto de los argentinos y las argentinas, e incluso haciendo más de lo que le piden, como el empleado que busca congraciarse con el jefe.

A diferencia de lo que se cree, la relación comercial y de inversiones con EE.UU. tuvo su principal auge durante la etapa 2003-2015, fundamentalmente durante el segundo gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, con un promedio anual de comercio de USD 12 mil millones.

En términos de inversión extranjera, a pesar de lo que se dice, luego de la crisis de fines de los ‘90, la IED en general, y en particular la proveniente de EE.UU., se recuperó. Durante el gobierno de Macri, que prometía lluvia de inversiones y “volver al mundo”, las empresas estadounidenses redujeron sus inversiones, en comparación al segundo mandato de CFK.

Lo que sí aumentó a partir del 2016 fue la inversión especulativa de bancos y fondos estadounidenses, que luego se retiraron cuando el modelo no fue más sostenible, generando la más grande fuga de capitales de la historia argentina.

Gráfico: Inversión Extranjera, de cartera. Flujos netos mensuales entre enero de 2016 y julio de 2019 (En millones de U$S)

Fuente: elaboración propia en base a datos de BCRA

Estos datos nos llevan a pensar que la sobreactuación de Milei en su alineamiento con EEUU trae mucho ruido y pocas nueces.

Los escasos apoyos internacionales del gobierno provienen de los sectores más conservadores de EE.UU. e Israel, ligados a un puñado de grupos económicos, tecnológicos y financieros. Al igual que en el plano local, Milei entiende que sólo necesita de los grupos corporativos que lo llevaron al poder y lo sostienen para gobernar. Esta visión sectaria lo hizo cometer un grave error geopolítico participando en la reunión de un precandidato a presidente, principal opositor al partido que gobierna la potencia de la cual pretende apoyos.

A su vez, en sólo pocos meses herimos relaciones con los principales aliados regionales, estratégicos y/o comerciales, Brasil, la República Popular China, Rusia y Colombia. Ofendemos a sus presidentes y líderes por diferencias ideológicas, desgranando la autoridad presidencial y las relaciones Estado-Estado. En definitiva, el quiebre institucional que Milei propone para la Argentina, conlleva un quiebre institucional también en la política exterior.

Este perjuicio conlleva costos diplomáticos, comerciales, financieros y políticos. En el caso de China, no sólo pone en riesgo el necesario swap de monedas para financiar el déficit comercial que tenemos con ese país, sino que profundiza el quiebre de la estructura de confianza entre ambos Estados, derivando, por ejemplo, en el congelamiento de obras de infraestructura con financiamiento como las Represas Kirchner-Cepernic y las centrales nucleares.

No se puede obviar que durante el gobierno de Alberto Fernández, por decisión del presidente y sus adláteres (Béliz, Cafiero, entre otros), se pusieron múltiples trabas para avanzar con celeridad en una obra clave para la soberanía y la producción energética, que genera miles de puestos de trabajo directos e indirectos. Esta acción no fue casual ni excepcional sino que se enmarcó dentro de una relación zigzagueante con China, manifiesta por ejemplo en el ingreso a los BRICS, donde la conducción política de la cancillería de ese entonces no envió ningún funcionario de relevancia al encuentro en el cual se confirmó nuestro ingreso junto a otros 5 países, siendo Argentina el único latinoamericano.

En la actualidad, el gobierno decidió cancelar el ingreso al BRICS, un foro en el que se encuentran las principales potencias emergentes, quienes representan el grueso de la población, el comercio, la IED, financiamiento y PBI mundial. En contrapartida, Milei y Mondino plantean ingresar a la OCDE, como si fuera excluyente un ámbito del otro. A esto vale agregar que las condicionalidades que pone la OCDE en términos de reformas estructurales para cumplir con sus estándares son muy altas y no reportan beneficios concretos. Además, el BRICS ofrece financiamiento para obras de infraestructura que Argentina necesita y la OCDE no. Cabe destacar que todos los países miembros del BRICS apoyan nuestro reclamo sobre Malvinas, cosa que no sucede en el otro organismo.

Otro sinsentido representa el rechazo a inversiones de países no occidentales en un mundo donde el capital de los países asiáticos, especialmente de China, es cada vez más importante. El mantra de no negociar con “países comunistas” cumple con la premisa de “haz lo que yo digo pero no lo que yo hago” de las potencias occidentales, principales receptores de IED de China. Como muestra el siguiente gráfico, el grueso de la inversión extranjera directa del gigante asiático tuvo como principal destino Estados Unidos y Europa.

Estos datos nos llevan a pensar que la sobreactuación de Milei en su alineamiento con EEUU trae mucho ruido y pocas nueces.

Los escasos apoyos internacionales del gobierno provienen de los sectores más conservadores de EE.UU. e Israel, ligados a un puñado de grupos económicos, tecnológicos y financieros. Al igual que en el plano local, Milei entiende que sólo necesita de los grupos corporativos que lo llevaron al poder y lo sostienen para gobernar. Esta visión sectaria lo hizo cometer un grave error geopolítico participando en la reunión de un precandidato a presidente, principal opositor al partido que gobierna la potencia de la cual pretende apoyos.

A su vez, en sólo pocos meses herimos relaciones con los principales aliados regionales, estratégicos y/o comerciales, Brasil, la República Popular China, Rusia y Colombia. Ofendemos a sus presidentes y líderes por diferencias ideológicas, desgranando la autoridad presidencial y las relaciones Estado-Estado. En definitiva, el quiebre institucional que Milei propone para la Argentina, conlleva un quiebre institucional también en la política exterior.

Este perjuicio conlleva costos diplomáticos, comerciales, financieros y políticos. En el caso de China, no sólo pone en riesgo el necesario swap de monedas para financiar el déficit comercial que tenemos con ese país, sino que profundiza el quiebre de la estructura de confianza entre ambos Estados, derivando, por ejemplo, en el congelamiento de obras de infraestructura con financiamiento como las Represas Kirchner-Cepernic y las centrales nucleares.

No se puede obviar que durante el gobierno de Alberto Fernández, por decisión del presidente y sus adláteres (Béliz, Cafiero, entre otros), se pusieron múltiples trabas para avanzar con celeridad en una obra clave para la soberanía y la producción energética, que genera miles de puestos de trabajo directos e indirectos. Esta acción no fue casual ni excepcional sino que se enmarcó dentro de una relación zigzagueante con China, manifiesta por ejemplo en el ingreso a los BRICS, donde la conducción política de la cancillería de ese entonces no envió ningún funcionario de relevancia al encuentro en el cual se confirmó nuestro ingreso junto a otros 5 países, siendo Argentina el único latinoamericano.

En la actualidad, el gobierno decidió cancelar el ingreso al BRICS, un foro en el que se encuentran las principales potencias emergentes, quienes representan el grueso de la población, el comercio, la IED, financiamiento y PBI mundial. En contrapartida, Milei y Mondino plantean ingresar a la OCDE, como si fuera excluyente un ámbito del otro. A esto vale agregar que las condicionalidades que pone la OCDE en términos de reformas estructurales para cumplir con sus estándares son muy altas y no reportan beneficios concretos. Además, el BRICS ofrece financiamiento para obras de infraestructura que Argentina necesita y la OCDE no. Cabe destacar que todos los países miembros del BRICS apoyan nuestro reclamo sobre Malvinas, cosa que no sucede en el otro organismo.

Otro sinsentido representa el rechazo a inversiones de países no occidentales en un mundo donde el capital de los países asiáticos, especialmente de China, es cada vez más importante. El mantra de no negociar con “países comunistas” cumple con la premisa de “haz lo que yo digo pero no lo que yo hago” de las potencias occidentales, principales receptores de IED de China. Como muestra el siguiente gráfico, el grueso de la inversión extranjera directa del gigante asiático tuvo como principal destino Estados Unidos y Europa.

Inversión extranjera de China por región

  • Totalitarismo de mercado en un mundo proteccionista

Tal como plantea el FMI, el mundo es cada vez más proteccionista, la globalización se ralentiza y el proceso en el que las compañías vuelven su producción y fabricación de bienes a su país de origen es cada vez más fuerte. Las potencias desarrolladas y emergentes buscan reconstruir su entramado industrial, tecnológico y laboral ante el ascenso de países no occidentales como potencias industriales. Los gráficos siguientes muestran cómo desde la crisis del 2008 han aumentado las restricciones al comercio de bienes y servicios (gráfico izquierda), muy por encima de las medidas de liberalización del comercio (gráfico derecha).

Número de restricciones al comercio e inversiones a nivel mundial

En este sentido, la brutal reducción del gasto público que propone el gobierno argentino, en un contexto de múltiples guerras, estancamiento comercial y de inversiones a nivel mundial, y de crecimientos endógenos, solo empeora la situación. Un reciente informe del FMI muestra claramente cómo, a nivel mundial, las políticas industriales (gráfico izquierda) y los subsidios sectoriales han vuelto para quedarse, con el objetivo de recuperar el empleo perdido en la etapa de liberalización del comercio en los años 80 y 90.

Nuevas políticas industriales a nivel mundial

Es en este marco que Donald Trump, durante su presidencia, llevó a cabo políticas proteccionistas comerciales con todos los países, no solo con China. Reformuló las alianzas regionales con el fin de equilibrar el gasto militar con Europa y relocalizar fábricas con trabajadores que habían ido a México. Objetivamente el resultado de este programa fue de crecimiento de la economía, el empleo y la industria. Inclusive, Elon Musk reconoció que necesita de la protección arancelaria del Estado norteamericano porque sino no podría competir con los fabricantes de autos eléctricos chinos6.

En el contexto antes expuesto, cabe preguntarse cuál es la razón entonces de quitar vía el DNU 70/2023 y diversas resoluciones todas las medidas de protección del mercado interno y cupos de exportación, así como liberalizar indiscriminadamente el comercio. El trasfondo es imponer un cambio de matriz productiva y distributiva, para dejar de ser definitivamente un país industrial, con movilidad social ascendente y salarios altos. El objetivo es ser un territorio de exportación de recursos y una plaza financiera, donde habría un país con una minoría muy rica y mayorías muy pobres.

Contrario a su prédica, y con el afán de acumular dólares a como dé lugar, este gobierno rompió el récord en deuda por importaciones realizadas. En diciembre solo se pagó el 17% de las importaciones y en enero el 23%.

Además, esta política de desregulación es selectiva, ya que la apertura se busca aceleradamente con bloques occidentales como la Unión Europea. Parecieran no estar anoticiados de que el mundo no tiende al anarcocapitalismo libertario y que Europa defiende a sus productores rurales, que se organizan y se resisten. En consecuencia de ello, aumentan las restricciones al comercio y no se concreta el acuerdo UE-Mercosur. En una reunión reciente la Canciller Mondino tuvo un intercambio con el ministro de Agricultura, Soberanía Alimentaria y Bosques de Italia, Francesco Lollobrigida, quien le explicó que no iban a aprobar el Tratado. Insólitamente ella le contestó “¿Dónde está el libre comercio, la libre competencia?”7.

  • Desprecio por el Estado y los compromisos internacionales

Nuestro país sostiene, de forma permanente e inclaudicable desde 1832, su reclamo contra la ocupación colonial del Reino Unido sobre nuestras Islas Malvinas. Este gobierno desde el primer día sólo realiza gestualidades que dañan el reclamo y los apoyos internacionales sobre esta causa.

En este sentido, el gobierno vuelve a adoptar una política de acercamiento con Gran Bretaña, quitándole jerarquía a la cuestión Malvinas. El presidente no solo admira a Margaret Thatcher, comandante en jefe de la Guerra que se llevó la vida de 650 héroes nacionales, sino que se reunió con el actual Ministro de Relaciones Exteriores británico, David Cameron y no tocó el tema. No puede pasar por alto que, después de una década, un canciller británico viajó a las Islas y no hubo respuesta formal del gobierno argentino, tan sólo una ironía en la red social “X” por parte de Mondino.

Por otra parte, tras el apoyo decidido a Israel en el conflicto con Palestina, Argentina abandona la postura histórica de solución pacífica mediante la instauración de dos Estados, uno palestino y otro israelí. El gobierno de Milei copia uno de los peores errores del presidente que más admira (Carlos Menem): participa y se alinea en un conflicto en Medio Oriente poniendo en riesgo la seguridad nacional.

Nuestro país posee una larga trayectoria como vector de paz a nivel regional y mundial. Incluso uno de sus Premio Nobel, Saavedra Lamas, fue premiado por el tratado de Paz que logró entre Paraguay y Bolivia en 1933. Hoy somos furgón de cola de la política occidental en los tres principales escenarios de conflicto geopolítico y los platos rotos siempre los paga el conjunto de los argentinos y las argentinas, por las consecuencias más o menos directas de esas decisiones en su vida cotidiana.

En términos de Derechos Humanos, también estamos haciendo un papel lamentable, tanto a nivel nacional como internacional. En un muy corto plazo la ONU tuvo varios señalamientos sobre la vulneración de derechos humanos con la implementación de la Ley Ómnibus y el DNU, así como con el protocolo antipiquetes promovido por Patricia Bullrich. A nivel internacional, preocupa que la perspectiva negacionista de una parte importante del gobierno desaliente la participación y defensa de altos estándares de DDHH que alcanzó nuestro país en los organismos internacionales. Todos estos elementos hacen al desprestigio de nuestro país en la actualidad.

  • Sumisión financiera a los EE.UU. y fondos buitres

La dolarización, mantra del presidente, no sólo no garantizaría la estabilidad de precios, sino que quitaría una herramienta de política económica para cualquier país que es la política monetaria. No garantiza dejar de tener déficits. Lo que es peor, si los tuviéramos deberíamos endeudarnos en dólares con acreedores extranjeros para reducirlos.

El verdadero objetivo que persigue el gobierno con la dolarización es volver prácticamente irreversible la inédita transferencia de ingresos del sector del trabajo al capital. Es decir, cristalizar esta Argentina en la que nos están convirtiendo: la que va por el sendero de un 60% de pobreza en alza y del salario mínimo muy por debajo de la línea de pobreza. Dolarizar cambia de cuajo el país y facilita el margen de acción de los sectores vinculados al crimen organizado y al narcotráfico, un problema que ya reviste graves problemas para nuestro país y que crece aprovechándose de la ausencia estatal. 

El gobierno necesita el apoyo político y financiero del FMI, especialmente del gobierno de EEUU, y de los grandes fondos financieros como Blackrock para obtener el financiamiento necesario que le permita dolarizar. Sin embargo, el apoyo del FMI al ajuste y la dolarización todavía no está garantizado, y el real desembarco de Blackrock -que ya incide sobre el litio en Argentina controlando las empresas mineras que operan en los salares de Catamarca y Jujuy- depende de una potencial reunión en mayo con el CEO del Fondo. En ambos casos apoyan el “experimento”, pero siguen existiendo dudas sobre la sostenibilidad política y social del gobierno.

La dolarización implicaría literalmente la pérdida de la soberanía sobre la moneda y sobre nuestro presupuesto. También perderíamos instrumentos para establecer una política comercial que permita mejorar los saldos exportables y poder pagar la deuda récord con el FMI y con acreedores extranjeros de forma sostenible. Los Estados provinciales tendrían un problema similar. Cada período histórico en el cual la composición del poder cambió, esto vino aparejado de una modificación en el sistema monetario internacional y en los modos de realizar transacciones, tomando protagonismo las monedas de los actores emergentes. En el actual contexto global, los países comercian cada vez más en sus propias divisas. China, Rusia e India eligen comerciar parcialmente en sus monedas. Según estimaciones del FMI, China, entre 2014 y 2021, pasó de no realizar transacciones en su moneda a realizarlo en un 20%8. En la misma línea debido a las sanciones a Rusia, este país comenzó a comerciar petróleo en rupias y en yuanes con India9. Por su parte, la Unión Europea utiliza el euro en la mitad de su comercio exterior.

Para Argentina, los swaps son un instrumento esencial para brindar financiamiento al intercambio comercial con China, así como valor de reserva. Este mecanismo viene siendo utilizado cada vez más por todos los países del mundo como muestra el siguiente gráfico.

Si Argentina adoptara el dólar aumentaría la dependencia en una sola moneda extranjera y perdería la posibilidad de diversificar su canasta de monedas para fortalecer la propia y disminuir relativamente la dependencia hacia el dólar. La tan mentada “canasta de monedas” tendrá una sóla divisa, si seguimos por este camino.

  • Remate de activos estratégicos y bienes naturales

El proyecto de Ley Ómnibus es el ejemplo más gráfico y acabado de las aspiraciones y del modelo de negocios de Milei y de sus aliados de cogobierno: Luis “Toto” CaputoFederico Sturzenegger (el mismismo autor de la ley y el DNU) y Mauricio Macri.

Al igual que Zelenski -también de origen farandulero y mediático- Milei está dispuesto a darle al “zorro” de Blackrock a cuidar el gallinero, con la gallina de los huevos de oro. En el caso de Ucrania es el negocio de la reconstrucción y el financiamiento. En el caso de Argentina son las empresas públicas, la plata de los jubilados y los recursos estratégicos como el litio12.

Bajo la creencia de que es necesario entregar la soberanía jurídica, fiscal y económica sobre nuestros recursos estratégicos para conseguir inversiones, propusieron -en el marco de la Ley Ómnibus- el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones: un verdadero estatuto legal del coloniaje. Como ya mostramos anteriormente no es necesario resignar soberanía para recibir inversiones, y el segundo gobierno de Cristina Fernández de Kirchner es la mayor prueba de esto13.

Los sectores beneficiados bajo este régimen son solamente aquellos donde Argentina ya posee ventajas comparativas y abundancia de recursos. Los beneficiarios serían grandes empresas extranjeras como los principales contratistas del Estado en el sector de la energía. En este sentido, este plan profundiza una estructura productiva primarizada, concentrada y extranjerizada. 

Conclusiones para la acción. En el G-20 de 2011 14 Cristina Fernández de Kirchner advirtió sobre la falta de regulación de los mercados financieros y la tendencia hacia un anarcocapitalismo que solo traería problemas a la vida de los pueblos y soberanía de los países. Planteó que si no se tomaban medidas para transformar las arquitecturas institucionales nacionales, regionales y globales para poner límite al pecado de la especulación financiera y solo se apuntaba a controlar en qué gasta cada país sus recursos, se socavarían las bases de la democracia y se abriría el camino para este fenómeno.

En Argentina esto se ha concretado y en política exterior tomó la forma de un “anarcocolonialismo”, que posee una singularidad histórica, aunque toma lo peor de cada experiencia de gobiernos sometidos a intereses foráneos, que priorizan el capital financiero sobre el productivo, empobreciendo al pueblo, destruyendo a la clase media y alejándonos de la posibilidad de ser un país industrial, con desarrollo científico y tecnológico.

Es innegable que este gobierno emergió por los graves problemas que acarreaba el país y, en muchas instancias, por el mal funcionamiento y falta de respuestas del Estado a la ciudadanía. No obstante, las decisiones tomadas por Milei y su gabinete no hacen otra cosa más que agravar la situación. En febrero de 2024, por ejemplo, según datos del Banco Mundial, la Argentina tuvo la inflación interanual más alta en alimentos a nivel mundial. Lo que agrava la inseguridad alimentaria, llevando al extremo la supervivencia de millones de familias subsumidas en la miseria absoluta.

En nuestra opinión, la mayor virtud del documento “Argentina en su tercer crisis de deuda” de CFK, es la apertura a discutir los desafíos para la reconstrucción nacional y social, que sin duda podrá realizarse si evitamos la disolución planificada del país; puesta en evidencia en el ahogo financiero del gobierno nacional a las Provincias15, el DNU ilegal pero vigente, la ley Ómnibus y el corolario de la dolarización.

Partimos de la idea fundamental de que la política exterior incide de forma directa, pero aún más estructural en la vida cotidiana de una sociedadLa política exterior puede hacer más feliz o menos feliz a un pueblo. En el “qué hacer”, en el “para qué” y “para quiénes” qué conlleva siempre repensar y reconstruir un plan de gobierno, con su consecuente representación política, es indiscutible la necesidad de repensar y reconstruir una política exterior soberana, sostenida en una ética de la solidaridad, la equidad y la justicia social. Es decir, no alcanza únicamente con discutir el plan de gobierno sino también revalorizarlo en sus principios fundamentales que son los que darán sustento a los objetivos.

Cada área del Estado, la Política, y la Cancillería en particular, debe recuperar el prestigio perdido sirviendo al interés nacional y al bien común, siendo sus acciones conducentes, creativas y efectivas para la resolución de conflictos, ejerciendo el poder con audacia y firmeza.

A la política exterior anarco-colonial, las iniciativas de disolución nacional y el modelo social del caos y la crueldad que pregona este gobierno, debemos oponernos desde los principios de una política exterior soberana, con  propuestas de transformación y acción para un orden justo, seguro y solidario.

1 Según Varoufakis, “el sector capitalista continúa produciendo todo el valor de cambio de la economía. Sin embargo, el sector capitalista ahora está integrado y subyugado dentro del ámbito más amplio de los feudos de la nube construidos sobre el capital acumulado en este sector. A medida que se acumula este capital, debido al trabajo no remunerado de los “siervos de la nube” y las rentas de los capitalistas vasallos, cada vez más plusvalía generada en el sector capitalista se desvía en forma de más renta de la nube para los dueños de estas empresas.