Es jesuita, de la misma orden del Papa Francisco, y ante los empresarios reunidos en el Coloquio de Idea no se anduvo con rodeos. El cura Rodrigo Zarazaga se paró frente al auditorio y dijo: “vengo a hablarles de una vocación que debiera generar mucha admiración porque exige sacrificio y porque implica también el bien común, pero no para que se hagan curas, vengo a hablarles de la vocación de hacer política”. “Y aunque no despierte admiración, es la vocación que más puede transformar nuestro país y la que más afecta el bien común”, sostuvo el sacerdote.

Cargó con dureza contra los sectores empresariales y del Gobierno que sostienen la mirada de que “los beneficiarios de planes sociales no quieren trabajar”. El religioso les recordó a los empresarios que «el valor de una cartera Louis Vuitton equivale a 300 meses de planes sociales, una corbata Hermes, para no hacer distinción de género, unos 200 meses», mientras se desarrollaba el panel denominado «Integración social, puente para el desarrollo sustentable de la Argentina», durante el 52 Coloquio de Idea.

El sacerdote, quien es fundador y director de la Escuela de Liderazgo Político-CIAS, no sólo apabulló a los empresarios en su propia casa, sino que también se refirió al Gobierno de Mauricio Macri al advertir que «estamos esperando la lluvia de inversiones, pero si llega, va a haber un sector que va a seguir en el desierto, por eso hay que invertir en planes de capacitación, porque si no el tren de la reactivación va a arrancar, pero con medio tren desenganchado», disparó el cura.

Zarazaga sostuvo que la pobreza estructural en la Argentina no es del 32%, sino del 40%. En este sentido, el sacerdote dijo que la cifra del Indec es una medida de acuerdo al ingreso y “toma una muestra y fija cuánto sale la canasta básica total”; pero sostuvo que “la pobreza no es sólo un problema de ingreso”.

Los empresarios acusaron recibo de las apreciaciones del cura, al punto de que el padre (Guillermo Dietrich) del ministro de Transporte, se quejó: «Nosotros ponemos mucho dinero para tratar de reducir la pobreza con los impuestos que pagamos y no me gustó como nos trató este sacerdote».

Sin embargo, la palabras de Zaragoza no se detuvieron en la comparación entre los planes y las carteras y corbatas de elite: «Yo no conozco a nadie que gane (un plan)  $880 por mes que no quiera trabajar si le ofrecen un trabajo en el que le van a pagar $15 mil».

Más cáustico resultó al señalar que “la pobreza no es sólo un problema de ingreso, sino también de en dónde crecí; qué posibilidad de vivienda tengo; qué posibilidades de educación, y de salud; para eso están el Estado y ustedes, los empresarios, para ayudar».

Las expectativas estaban centradas en Carolina Stanley, Ministra de Desarrollo Social de la Nación, pero el que captó la atención con su discurso fue el sacerdote jesuita Zarazaga, Fundador y Director de la Escuela de Liderazgo Político CIAS (Centro de Investigación y Acción Social).

Legado el momento, Zarazaga, cruzó a la ministra que había hablado de la necesidad de pensar en mediano y largo plazo, recalcando la necesidad de no desatender lo urgente, lo que no puede esperar.

Por otra parte, contó Zarazaga su experiencia en las villas. Dijo que un año pasó la Navidad con quienes vivían en un basurero, unas 50 familias. “Estábamos sentados en cajones porque no hay sillas, se corta el envase de gaseosa porque no hay vasos y para entretenerse en la Noche Buena los chicos tiraban petardos al basurero, para hacer salir a las ratas y jugaban a matar con hondas a las que corrían”.

Después dijo: “Volví a visitar hace poco y uno de estos jóvenes del grupo juvenil, el buen alumno, el que siempre daba una mano, estaba duro por el paco y no me reconoció, la pobreza es pobreza de horizonte, no sólo de ingresos, es de a dónde puedo llegar”.

Ante un salón lleno de empresarios, el sacerdote dijo que el desafío es hacer una enorme inversión de infraestructura, que permita cambiar los condicionamientos estructurales que hace que la pobreza se reproduzca. “No vengo a hacer un llamado a la solidaridad, sino a la racionalidad, porque un país que tiene una mitad pobre tiene un futuro atroz”, concluyó.