Lejos quedó el profundo y necesario proceso revolucionario que se iniciara en 1979 donde el pueblo nicaragüense pondría de rodillas a la dictadura de la familia Somoza. El Frente Sandinista de Liberación Nacional, derrocaría al tercero de los Somoza, Anastasio Somoza Debayle, sustituyendo la tiranía por un gobierno democrático con un claro perfil de izquierda.

La educación se consideró prioritaria. En 1979 el índice de analfabetismo era mayor del 50% (de los mayores de América) y en 2 años quedó reducido a un escaso 13% mediante una agresiva campaña de alfabetización que fue atacada por la eminente contrarrevolución que ya para entonces había sido creada con el apoyo y patrocinio de Estados Unidos.

Lo mismo sucedió en el territorio de la salud, don el enorme trabajo de los brigadistas pudo torcer un rumbo catastrófico. Las cifras de mortalidad infantil eran alarmantes, 120 por 1.000, aunque en la zona norte alcanzaba los 200 por 1.000. “Brigadista popular de salud podía ser cualquiera, desde los 12 a los 100 años, pero sólo eran aceptados si habían sido elegidos por su comunidad. El trabajo de empoderamiento era permanente, aquello que soñé realizar en Corrientes, lo estaba llevando a cabo en Nicaragua, en las tierras de la revolución sandinista”, le supo decir a este diario María Felisa Lemos, médica que actualmente reside en Rosario y que le dedicó 12 años de su vida a la salud de los más humildes en Nicaragua.

Pero ¿qué ha quedado de la revolución sandinista? ¿Cómo son los días aquellos que no comulgan con las políticas de Daniel Ortega? ¿El FMI comienza a manejar la agenda de un país atravesado por la violencia?

Para conocer la mirada de aquellos que por diversos motivos debieron abandonar el país que los vio crecer, Conclusión recabó testimonios de suma valía para enriquecer un debate con diferentes aristas.

Ariana Mc Guire integra el colectivo SOSNicaragua y es coordinadora universitaria por la democracia y la justicia. Hoy se encuentra viviendo en Argentina en condición de exiliada, consultada por la álgida actualidad nicaragüense sostuvo: “El gobierno de Nicaragua y el de Venezuela plantean discursos comunes en torno a esta idea instalada de golpe blando. El ardid de que un golpe orquestado por Washington es el que ha originado esta crisis, no es cierto”.

La figura de Daniel Ortega, un líder que consolidó el nepotismo, “llevamos 11 años con la presidencia de Ortega, en esta oportunidad con la compañía de su esposa que es vicepresidenta. Lo que tenemos en Nicaragua es un gobierno que utiliza al socialismo del siglo pasado desde lo discursivo, para esconder una oligarquía familiar que se ha enriquecido tremendamente gracias a las arcas del Estado”, indicó.

“Es por ello que lo que viene resistiendo el pueblo nicaragüense en la última década, es a una corrupción voraz afincada en el nepotismo, donde todos los parientes de la pareja presidencial ocupan cargos ministeriales. En este espacio cabe destacar que el consuegro de Daniel Ortega, Francisco Murillo, fue nombrado recientemente como el jefe de la policía nacional, siendo éste uno de los ideólogos de la cruenta represión que han lanzado desde el mes de abril”, comentó Ariana Mc Guire.

Edmundo Leets es estudiante de Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata y miembro de SOSNicaragua, sumándose a la charla con Conclusión expresó: “Pasar por encima de la Constitución Nacional se ha convertido en algo habitual, tanto Daniel Ortega como Rosario Murillo se manejan como si fuesen los dueños de Nicaragua”.

La cooperación de Venezuela en tiempos chavistas, sólo sirvió para agrandar las arcas personales de la pareja presidencial en detrimento del pueblo. “La ayuda que enviaba el país hermano no pasaba por las arcas del Estado, terminaba en una empresa privada de los Ortega-Murillo. Cabe destacar que esto se sucedió en otras tantas empresas, incluido los medios de comunicación que son manejados por los 7 hijos de Daniel Ortega y los 3 de Rosario Murillo. Esto ha generado una persecución incesante a los medios alternativos, basando su médula en el secretismo y la manipulación de la realidad”, relató Leets.

La represión como moneda de cambio del Estado, algo que alteró de sobremanera los días nicaragüenses. “Lejos de erigirse como un gobierno de izquierda, el empoderamiento de las empresas transnacionales ha sido explícito. Es preciso destacar que más allá de valerse de los recursos naturales de lugares estratégicos de nuestro país, también se explota al trabajador, convirtiendo la mano de obra en la más barata de toda la región centroamericana”.

Una década que se fue tornando en una especie de finca privada, así la definen aquellos que debieron abandonar su tierra natal. “La política que están aplicando los Ortega-Murillo es claramente neoliberal, extractivista y de un consenso absoluto con el gran capital tanto nacional como extranjero. No es casualidad que en Nicaragua las principales salidas laborales sean las maquilas, donde las mujeres son explotadas de una manera espantosa entre 10 y 12 horas con horario irrestricto para poder ir al baño, comer o atender las responsabilidades que pueden tener en su vida personal”, comentó Mc Guire.

“Esta es la política que hemos venido resistiendo distintas organizaciones junto al movimiento campesino. Por ejemplo contra la ley de concesión canalera, donde Daniel Ortega el último tiempo ha hablado mucho de la intervención extranjera y de la defensa de la soberanía nacional, pero en el 2013 aprobó la ley 840 a favor de un concesionario chino otorgándole la posibilidad a 100 años de la construcción de una canal interoceánico que no se va a suceder”.

Sobre cómo se desarrolla el debate político en Nicaragua, Edmundo Leets fue tajante: “Es imposible hacer ese tipo de análisis político en nuestro país, o estás dentro del Frente, o pasas a ser un imperialista o un burgués más cuando la realidad dice que ellos lo son. La verticalidad se fue imponiendo, las órdenes emergen desde los Ortega-Murillo llegando a las bases sin lugar a discusiones y debates previos. No existen espacios de consenso, nada ha quedado de la maravillosa revolución de 1979, la misma ha mutado en burguesa. Se está pagando el precio de haber paralizado el gran movimiento obrero, campesino y de masas en el momento del triunfo y ese fue un gran error del Movimiento Sandinista”.

Tanto Ariana como Edmundo no dudan a la hora de definir a los viejos cuadros de la revolución como los nuevos burgueses. “Cuando tuvieron la certeza que las elecciones de los 90 aparecían como desfavorables, se repartieron entre pocos las propiedades privadas generando así, una nueva casta en nuestro país. Ellos se capitalizaron, quedaron bien parados, hablo de la cúpula del Frente, solo manejan el discurso socialista pero siguen siendo uno de los mejores alumnos del FMI. Cabe destacar que el Fondo Monetario Internacional no se fue de Nicaragua porque lo hayan expulsado, se retiró porque tiene en nuestro país a uno de sus mejores alumnos”.