El 1 de julio de 1974 los principales diarios del mundo daban cuenta de una noticia que sacudía a la política y la sociedad entera, a los 78 años de edad, en ejercicio de la presidencia, Juan Domingo Perón moría a causa de una enfermedad.

El mandatario, líder de un movimiento de masas surgido en 1945, fue el único elegido tres veces en comicios democráticos, y su figura dominó la historia argentina durante la segunda mitad del siglo veinte. Aún hoy, sus seguidores se cuentan por millones.

Juan Domingo Perón nació en 1895, se formó en el colegio militar de la Nación y ejerció diversas funciones en el Ministerio de Guerra. En 1943, fue designado a cargo de la Secretaría de Trabajo y Previsión Social. Desde esa función, se hizo popular entre la clase trabajadora argentina, quien lo consagró su líder y, en 1946, lo eligió presidente para reelegirlo en 1952.

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En esos años se aprobaron numerosas leyes que favorecían los derechos de los trabajadores, protegían a los niños, a las mujeres y a los ancianos. Se nacionalizaron los ferrocarriles y otros servicios públicos, se fomentó el desarrollo industrial y se construyeron escuelas, hospitales y viviendas para los sectores populares en todo el país.

 

Durante el gobierno de Perón se profundizó la política de sustitución de importaciones mediante el desarrollo de la industria ligera que se venía impulsando desde la década anterior. En setiembre de 1955, un golpe militar lo derrocó y Perón debió exiliarse. Vivió hasta 1973 en el exilio. Sin embargo, su figura y sus ideas continuaron influyendo en todas las elecciones presidenciales posteriores al golpe que lo derrocó.

En 1973, levantada la proscripción de Perón y su partido, el peronismo ganó las elecciones y el líder asumió su tercera presidencia. Sólo pudo cumplir su mandato por algunos meses, ya que la muerte lo encontró el 1 de julio de 1974.

 

Conmoción mundial

La noticia de la muerte acaparó las tapas de los diarios del día siguiente, pero el texto que marcó la diferencia fue el escrito por Walsh, en aquel tiempo periodista del diario Noticias, dirigido por Miguel Bonasso.

La muerte de Perón conmovió a la Argentina y tuvo repercusiones en el resto del mundo. En todos los países del mundo las banderas argentinas comenzaron a flamear a media asta, y las enseñas de casi todos los países rindieron similar tributo.

Según Documentos de Siete Días Ilustrados, en Moscú, el presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, y el secretario general del Partido Comunista de la entonces Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS), Leonid Brézhnev, interrumpieron el diálogo sobre control de armamentos que mantenían desde días atrás, para expresar su adhesión al duelo.

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Otro tanto sucedió con las reuniones de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) que se celebraban en Roma; e igual decisión se tomó, en Ginebra, en la Conferencia sobre Desarme.

Ernesto Geisel, presidente de Brasil, conoció la noticia mientras volaba desde el norte de su país hacia Brasilia y en pleno vuelo decretó tres días de duelo nacional y redactó las condolencias para el gobierno y pueblo argentino.

En los estadios alemanes donde se jugaban los encuentros por el Campeonato Mundial de Fútbol y en cada uno de los partidos disputados a partir del 1 de julio, se interrumpió el juego por un minuto para rendir homenaje al viejo líder argentino. Igual medida dispusieron las autoridades del Campeonato Mundial de Básquetbol que se disputaba en San Juan de Puerto Rico.

El propio papa Pablo VI le dedicó -el martes 2- la misa que celebró en la capilla privada del tercer piso del Palacio Apostólico del Vaticano.

 

El último discurso

Semanas antes, Perón se dirigió al pueblo argentino por cadena nacional, donde sentenció: «Ya pasaron los días de exclamar – ¡la vida por Perón! – vivimos momentos en que es indispensable demostrar en hechos sinceros y fehacientes, que estamos dispuestos a servir al objetivo común de todos los argentinos, realizado en paz con un trabajo honrado y permanente, a la vez que neutralizando la acción de los enemigos de la Patria, de afuera o de adentro, empeñados en impedir su reconstrucción y su liberación».

Ese mismo día, la CGT convocó a un paro general en apoyo a sus palabras y espontáneamente la plaza de mayo se llenó de trabajadores, situación que estimuló al Presidente a salir al balcón de la casa de gobierno y dar su último discurso.

 

El desencadenante

La afección pulmonar que enfermó a Perón en esos días no hizo más que agravar el cuadro cardíaco que padecía, y por eso, los médicos Pedro Cossio y Jorge Taiana -conocedores de los antecedentes clínicos del presidente- le recomendaron guardar reposo absoluto en la residencia de Olivos.

«Ha muerto un apóstol de la paz y la no violencia», anunció con voz entrecortada por televisión su esposa y vicepresidenta, María Estela Martínez, que desde ese día gobernó el país hasta el 24 de marzo de 1976, cuando el último golpe cívico militar la derrocó.

El cuerpo de Perón fue trasladado a la Catedral Metropolitana en la mañana del 2 julio, y por la tarde fue conducido hasta el Congreso nacional, donde sus restos permanecieron hasta el 4, en el marco de una impresionante manifestación popular de congoja que se expresó bajo la lluvia.

Con su partida, el país se quedaba huérfano de liderazgo ante una creciente espiral de violencia que preanunciaba el terrorismo de Estado.