Por Alejandro Maidana

La realidad de los pueblos fumigados sigue golpeando fuerte a los poderes de un estado que ha buscado camuflarse en la falacia de las BPA (Buenas Prácticas Agrícolas). El envenenamiento constante al que son sometidos vecinos y vecinas de distintos puntos del país, consolidó una resistencia que nace desde la dignidad y se fortalece desde los derechos.

Podemos resultar reiterativos, pero ante una sostenida demostración de desidia nos vemos en la obligación de ser insistentes en recordarle a los desmemoriados que el Artículo 41 de la Constitución Nacional, es muy explícito. El mismo dice: «Todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las actividades productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones futuras; y tienen el deber de preservarlo.»

Si bien éste debería ser un debate perimido, la resistencia de la agricultura industrial, se basa en su furibundo lobby y la enorme capacidad de presión que ejerce la misma en los distintos gobiernos. Si bien es preciso destacar que, en muchas oportunidades, aquellos que llevan adelante estas actividades nocivas para la vida en toda su dimensión, ocupan espacios institucionales fundamentales en la toma de decisiones.

¿La mesa de diálogo o la mesa del silencio?

El colectivo Paren de Fumigarnos (Roldán) se constituyó en el año 2017 luego de la inquietud de varios vecinos y vecinas, incluso de vecinales. Allí se convoca a una reunión en Tierra de Sueños 2, en la que participaron varios diputados, como fueron los casos de Carlos del Frade y Silvia Augsburger entre otros. La idea fue tratar la problemática que venía circundando los distintos barrios.

La ley 11.273/95 dispone de una distancia de 500 metros como zona de exclusión y «protección» ante las fumigaciones, pero claro, la misma a su vez le destina la palabra final a los distintos municipios y comunas, con el fin de adecuar la misma a su requerimiento. Es por ello que tanto Roldán, como tantas otras localidades, abrazan ordenanzas sumamente regresivas, en este caso son solo 100 metros los que separan a la población de los venenos que utiliza el agro.

> Te puede interesar: Los agrotóxicos y sus derivas, el mito de las fumigaciones controladas

Es preciso remarcar que fue el mismo municipio de Roldán en el año 2006, quién solicitó la intervención de la Universidad de Rosario con el fin de contar con un informe que aporte claridad a la discusión, así fue como la UNR aconsejó que las distancias de las aspersiones no sean inferiores a los 1.000 mts.

En referencia a establecer una zona de exclusión de 500 mts desde la zona poblada al lugar en que se permita el uso de agroquímicos, informamos que: la solicitud es totalmente acertada y que más aún, debería extenderse a un mínimo de 1000 mts. Esta situación es válida también para los depósitos de químicos dentro del ejido urbano debido a su volatilización. Esta apreciación es debido a que cuando sopla viento los residuos que se encuentran en el ambiente pueden llegar a las viviendas limítrofes con facilidad”, sostuvieron desde Laboratorio de Toxicología Experimental (LATOEX) dependiente de la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de la Universidad Nacional de Rosario.

Cabe destacar que pese a que fue el mismo municipio quién solicitó la palabra de especialistas, el comienzo de loteos se llevó adelante haciendo caso omiso a las recomendaciones. Incluso en el 2012, la concejala Abbo Ahmed, junto a una bromatóloga y el secretario de producción Germán Wirsch, generan una ordenanza (837/12), en la que se disponen los 100 metros actuales de “resguardo” para realizar las aplicaciones con agroquímicos.

Una clarísima demostración de irresponsabilidad a la hora de avanzar conscientemente con el diseño territorial, situación que desencadenaría la preocupación y angustia de aquellos que buscaron en este terruño, la tranquilidad que las grandes urbes hipotecaron hace tiempo. “Así fue como en 2017 las familias comenzaron a organizarse, y en ese mismo año el Inta de Oliveros, propone una mesa de diálogo que se conformó con miembros de vecinales, el colectivo Paren de Fumigarnos, productores, ingenieros agrónomos, secretarios y concejales. A lo largo de los años, y hasta el 2020, el Paren de Fumigarnos participó de la mesa presentando informes acerca de la toxicidad de lo aplicado, solicitó la presencia de personal de salud en la mesa, recibiendo solo respuestas negativas y presiones”, le dijo a Conclusión una vecina del lugar e integrante del Paren de Fumigarnos.

> Te puede interesarDamián Verzeñassi: “Los mitos sobre la inocuidad de los agroquímicos fueron cayendo por su propio peso”

Un dato no menor que no podemos pasar por alto, es que no se indica la fecha y el horario de las fumigaciones en las distintas recetas agronómicas, solo el loteo en donde van a ser realizadas, por lo tanto, no contamos con herramientas ni para protegernos, ni para observar y controlar como se realizan las aplicaciones.

Un camino de resistencia con distintas vertientes que solo persigue una meta, el derecho a vivir en ambiente sano y equilibrado. “Nos hemos organizado en asambleas, llevamos adelante ferias con productores agroecológicos locales. En el año 2020 surge una subcomisión de la Mesa de Diálogo con el fin de darle vida a una ordenanza de agroecología en la que participaron la mayoría de los actores sociales citados con anterioridad.  Este proyecto de ordenanza se llevó a cabo después de mucho tiempo de estudios y experiencias, destacando que con el correr del tiempo los encuentros se fueron tornando más álgidos, con muchas trabas para el diálogo, ya que se implementaban estrategias dilatorias con el fin de proteger intereses propios por sobre los colectivos”.

La prohibición de informar lo que se charlaba en la mesa, incluso con las propias bases, resulta disparatado, ya que el secretismo es un absurdo, cuando la discusión y el debate solo tenía su anclaje un proyecto de ordenanza. “Con este silencio, con las dilaciones, con el ninguneo de por medio y las presiones, decidimos retirarnos a fines del año pasado de las mesas de diálogo. Un dato no menor que no podemos pasar por alto, es que no se indica la fecha y el horario de las fumigaciones en las distintas recetas agronómicas, solo el loteo en donde van a ser realizadas, por lo tanto, no contamos con herramientas ni para protegernos, ni para observar y controlar como se realizan las aplicaciones”, enfatizó la vecina.

> Te puede interesar: Agrotóxicos en escuelas rurales: reflexiones de quienes llevaron adelante una crucial investigación

Es preciso destacar que localidades vecinas como Funes y Zavalla, cuentan con una zona de exclusión para aplicaciones de 500 metros, mientras que en Roldán continuamos con insignificantes 100 metros gracias a la connivencia entre el Estado y los productores. 

La información de las recetas agronómicas es de carácter público, sin embargo, es prácticamente inaccesible en Roldán. “Solo podemos acceder a la mismas comunicándonos con el secretario de producción y medioambiente, lo cual es muy dificultoso por la poca predisposición del mismo. Por ello es preciso comentar que en una oportunidad me acerqué hasta la oficina de dicho secretario para solicitarle la receta agronómica, encontrando en la mujer que se desempeñaba en el lugar, un destrato pavoroso. No se me permitió tomarle una foto a la receta, y cuando pude acceder a transcribir algunos datos al papel, se me retiró la misma intempestivamente, así es como ocultan la información de dominio público. A partir de esa situación se solicitó un pedido formal de información pública (se solicitaron las recetas agronómicas del periodo 2019/20) a través de una abogada, esto se llevó a cabo en octubre del año pasado, no teniendo al día de hoy respuesta alguna”.

Desde el municipio se baja una información que lejos está de asemejarse a la realidad que abrazan distintos vecinos. Por ello la necesidad de salir a contestar por parte de la otra parte de la historia, es imperiosa. “Lo último sucedido, fue la aparición por distintos medios del secretario de producción y medioambiente Germán Wirsch, informando los logros de la mesa de diálogo con los vecinos del periurbano. Frente a esta falacia, el Paren de Fumigarnos junto a otras vecinales emitió un comunicado, ya que, si bien la Unión de Vecinales apoyó los dichos del funcionario, otras claramente buscaron despegarse. Es preciso destacar que localidades vecinas como Funes y Zavalla, cuentan con una zona de exclusión para aplicaciones de 500 metros, mientras que en Roldán continuamos con insignificantes 100 mts gracias a la connivencia entre el Estado y los productores”.

Por último, Lucila Rosenberg sostuvo: “Siempre se debe tener en cuenta que Roldán es una localidad donde las y los rosarinos asisten todos los findes de semana, o veranos completos. Por eso no solo las y los roldanenses estamos expuestos a los peligros de las fumigaciones, sino todos aquellos que llegan desde otras latitudes”.