Jueves de alta tensión en el Palacio Vasallo. La sesión transitó por carriles normales hasta el momento de declarar el «más enérgico repudio» del Concejo municipal a la eliminación del «fondo sojero» por parte del gobierno nacional.

El recorte sorprendió a propios y extraños y activó la inquina de varios gobernadores, incluido Miguel Lifschitz, quien junto a algunos de sus pares de otras provincias analizaba la posibilidad de recurrir a la Corte Suprema de Justicia para reclamar.

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La medida le significará a Rosario una pérdida de 252 millones de pesos (y tanto más a la provincia y otros municipios y comunas), que ya estaban presupuestados para destinarse a obras que en algunos casos ya estaban iniciadas.

Como detalló una de las concejalas del bloque socialista, Verónica Irizar, este fondo, instaurado luego del episodio de «la 125» para repartir parte de lo recaudado en retenciones a la soja, que por ley no podía utilizarse para «gastos corrientes», se había transformado en un recurso «estratégico».

Había permitido realizar obras en Av. Roullón, Av. San Martín (sur), Empalme Graneros, San Francisquito, restaurar el policlínico San Martín, entre otras relevantes obras que mencionó la edila.

Además, Irizar puso en duda la eficacia de la medida en cuanto al objetivo buscado, reducir el déficit fiscal de las cuentas nacionales. «El déficit fiscal sigue a niveles de 2015, pero cuando miramos la composición vemos que ha crecido el pago de intereses de deuda. Esta medida es como darle una bayaspirina a un enfermo de cáncer», espetó.

La concejala del Frente para la Victoria, Norma López, por su parte, afirmó que con el dinero que no se enviará se podrían hacer «20 jardines, 8 secundarias, 71 centros de salud, 235 viviandas, o 1 cárcel.

Marina Magnani, edila de Unidad Ciudadana, lamentó que la decisión profundice la «reprimarización de la economía» al castigar derivados de la soja con valor agregado.

En tanto el concejal Eduardo Toniolli, del bloque justicialista, recordó que la manutención del fondo sojero había sido uno de los argumentos del Pacto Fiscal, firmado meses atrás por el presidente Mauricio Macri y la gran mayoría de los gobernadores, que cedieron recursos en favor de la Provincia de Buenos Aires.

«Amenazaban a los gobernadores para que firmen porque sino iban a dejar de enviar esa plata. Un planteo extorsivo que finalmente se iba a cumplir. Por eso solicitamos a la legislatura provincial la derogación de la adhesión a ese consenso fiscal», planteó.

Por el lado de Cambiemos quien tomó la palabra para ponderar la medida fue la concejala Germana Figueroa Casas, quien aseguró que con el actual gobierno nacional aumentó lo que la provincia recibe en términos de coparticipación y que el fondo sojero, al irse reduciendo las retenciones, venía también quedando cada vez más flaco.

«Si bajamos las retenciones se traduce en más dinero que ingresa a gente que produce. Tuvimos años con malos climas que castigaron a ese sector», agregó.

Figueroa Casas reconoció que es necesario «bajar la inflación que genera el Estado y por eso el déficit debe bajar». Y agregó: «Hay que tomar decisiones y asumir el costo, confiamos en que nuestro partido tomará las mejores. Criticaban las Lebacs, se están desarmando. Se pueden cometer errores, se puede mejorar».

Le respondió el concejal de ciudad Futura, Juan Monteverde, quien señaló que «esto es el neoliberalismo, sacarle a los que menos tienen y darle a los que más tienen».

Y criticó los «argumentos endebles» brindados por la concejala, aunque lamentó que «siempre manden a los mismos a poner la cara».

Chicanas al por mayor

Es que también hubo espacio para la chicana. No fueron pocos los concejales, de distinto color político, en resaltar el silencio de la principal figura de Cambiemos en el recinto y aspirante a la intendencia, Roy López Molina, quien no se inmutó.

También hubo algunos dardos subrepticios entre el Frente Progresista y el peronismo, y también Ciudad Futura, quien en la voz de Monteverde criticó al oficialismo municipal y provincial por no quejarse antes del recorte.

Pero el momento de mayor tensión llegó con la palabra del concejal de Pro Carlos Cardozo, quien arrancó conciliador pidiendo «dejar de usar palabras como ‘perversión’, ‘mentiras’, ‘payaso’, ‘pavadas'».

Además criticó «esa estrategia de menospreciar a quienes usamos la palabra en el bloque, todos tenemos el mismo grado de representatividad, aunque algunos tengamos una posición de trinchera».

Cardozo dijo entender «la estrategia comunicacional» de los socialistas, pero no «al Frente para la Victoria».

«Dicen esto justo cuando se está destapando el escándalo de corrupción más grande de la historia», manifestó. En ese momento sacó de su mochila un cuaderno Gloria, que mostraron en sus bancas los 9 concejales del Pro y despertaron aplausos de algunos de los presentes en la barra del público.

Le siguieron varias respuestas desde el sector peronista, en medio de un clima hostil. Toniolli lo «felicitó» por desviar la atención, aunque terminó diciéndole que le daba «lástima» que ocupe ese rol porque era cómplice del gobierno «más empobrecedor y endeudador desde la dictadura».

Entre otras, Norma López trajo a colación los «aportantes truchos» investigados en Buenos Aires, además de acusar a Cardozo de irrespetar a un gobierno que muchos añoraban y recodarle su pasado en el PJ, que ahora «denostaba». Agapito Blanco afirmó que «estaba seguro que Cristina Kirchner» tenía el dinero robado y en esos términos discurrió la discusión.

La concejala Renata Ghilotti, pidió finalmente «dejar de tirar chicanas unos contra otros», ya que «la corrupción es mala en cualquier partido». Y pidió «investigar y transparentar el financiamiento político» como mensaje a la ciudadanía.