Por Fabrizio Turturici

Alberto Fernández es uno de los hombres que más conoce por dentro la estructura kirchnerista que gobernó durante doce años al país. El abogado que hoy personifica un lugar de importancia en el Frente Renovador fue jefe de Gabinete de Néstor y Cristina Kirchner, desde 2003 a 2008, siendo el funcionario que más tiempo ocupó el cargo desde su creación.

“El proyecto se fue degenerando con el correr del tiempo”, declaró en un extenso mano a mano que otorgó a Conclusión, donde también señaló que “Cristina tiene que preocuparse por explicar las imputaciones que pesan en su contra”. También, con el acento calmo e impasible que lo caracteriza, admitió que “hoy el peronismo no es el movimiento de masas que algún día supo ser”.

Por otro lado, criticó duramente a José Luis Gioja y Daniel Scioli, mandatarios del PJ nacional, al decir que “son emergentes en una crisis profundísima”; reprochó la figura de Julio de Vido y, en última instancia, contrastó aciertos estratégicos y errores groseros de Mauricio Macri.

“Hasta aquí, el presidente no ha respondido bien. Tuvo una gestualidad que lleva a pensar que está más preocupado por beneficiar a los que más tienen y menos preocupado por tenderles una mano a los que menos tienen”, comenzó Fernández, haciendo uso de su dialéctica poderosa.

En otro orden, Alberto descubrió el verdadero rostro del modelo K al decir que, para entenderlo, hay que “diferenciar tres etapas. Primero, tuvo un ciclo virtuoso donde se produjeron los cambios más grandes. En la segunda etapa, que es el primer gobierno de Cristina, se ampliaron muchos derechos pero la economía comenzó a flaquear. Y en la última, ya no hay nada bueno para rescatar. El último mandato de la ex presidenta, estuvo caracterizado por graves episodios, como los de Boudou, Ciccone, el pacto con Irán, el cepo cambiario y demás”, opinó.

“Juntando estas tres etapas, si uno revisa el resultado final (según Naciones Unidas) se pueden advertir, para ciertos sectores de la sociedad argentina, mejoras importantes. De eso no cabe ninguna duda, aunque muchas de esas cosas quedaron opacadas por los gestos arbitrarios de Cristina y también por tantos hechos de corrupción, muchos de ellos patéticos, que se conocen hoy”, agregó Alberto.

A contramano de lo que muchos creen, Fernández desmiente que los Kirchner hayan llegado desde Santa Cruz con la idea de acumular riquezas, sino que plantea que “el modelo se fue degenerando con el tiempo”. En primer término, subraya que “con Cristina estuve sólo seis meses. Pero en los primeros años del kirchnerismo, yo conocí tres casos de corrupción y la reacción que había tenido el gobierno fue echar a esos funcionarios involucrados. Es lo que sucedió con el caso de Felisa Miceli, Claudio Uberti, Antonini Wilson o Skanska. Yo no creo que sea eso, sino que con el tiempo la cosa se fue degenerando”, repitió el ex jefe de Gabinete.

— Usted dijo que se terminó tratando de un partido verticalista donde existía una línea de mando ineludible. Entonces, en esa fisonomía política, ¿podía un presidente o un jefe de Gabinete desconocer de los negocios espurios que terminaron salpicando a la cúpula de su gobierno?

— Cristina pudo haber conocido o pudo haber desconocido. En cuanto al jefe de Gabinete, si vos preguntás a Marcos Peña si conoce en qué condiciones contratan el gas que viene en barcos, te va a decir que no lo sabe. No es que sea un mal jefe de Gabinete, sino que no es su función. Él sabe que el Estado necesita importar gas, pero no sabe cuáles son las condiciones en la que se hace. Los términos los conoce el ministro de Energía, en todo caso. Lo mismo sucede con un plan de viviendas: quien conoce los términos de licitación, es el Ministerio de Planificación, no el presidente o el jefe de Gabinete.

— Ya que viene al caso, ¿es cierto que usted, todavía como funcionario, de alguna manera cargó contra Julio de Vido?

— Si revisás los diarios de la época, te vas a dar cuenta que todos decían que adentro del kirchnerismo había dos sectores que se chocaban: uno era el mío y otro, el de De Vido. El día que yo renuncié, todos dijeron que había ganado De Vido. Pero cuando yo presenté la renuncia, en el texto había planteado a Cristina la necesidad de hacer cambios en el gobierno. Cuando ella me preguntó a qué me refería con esa frase, le dije claramente: Cristina, tenés una serie de funcionarios muy desgastados por distintos hechos; tendrías que pensar seriamente en cambiarlos. Cuando me preguntó, más directa, de quiénes hablaba, le dije sin rodeos: del ministro de Planificación y de Guillermo Moreno. Aparentemente, no me prestó atención y prefirió seguir con su lógica.

— Saliendo del marco jurídico, ¿cree que Cristina tiene futuro político?

— Yo no sentencio a muerte ninguna fuerza política. Lo que sí digo es que la ex presidenta, hoy en día, tiene que preocuparse por explicar las imputaciones que pesan en su contra. Si no son ciertas, deberá explicarlo en la Justicia. Esto es fundamental, porque hay muchos argentinos que no la están pasando bien y nadie se siente cómodo con todo lo que ha ocurrido: la imagen de José López cargando 9 millones de dólares en su auto es una imagen patética.

— ¿Quién constituye hoy la figura opositora a este gobierno?

— Hay dos formas de oposición al gobierno. Una, bastante irracional y visceral, que le gusta oponerse a todo lo que Macri propone, conformada por el Frente para la Victoria. Y otra, más racional y sensata, que acompaña lo que hay que acompañar, corrige lo que Macri hace mal y se enfrenta totalmente cuando no está de acuerdo, que es la compuesta por el Frente Renovador.

— ¿Qué piensa de Sergio Massa?

— Sergio ha tenido una evolución muy favorable. Aprendió mucho y se está preparando todavía más, demostrando que no es un improvisado. Su gran mérito radica en que, cada tema que enfrenta, lo estudia y conoce en profundidad. Tiene un futuro enorme.

— Mientras tanto, el peronismo dividido favorece al gobierno…

— Hay que aplicar la lógica de la novela policial. Para descubrir al autor de un crimen, hay que preguntarse quién se beneficia con el asesinato. Acá sucede lo mismo: el único que se beneficia con el peronismo dividido es Macri. No obstante, reunificar al peronismo es una tarea compleja. No se trata de volver a amucharnos todos. Además, los que fuimos críticos de Cristina no podemos abrazarnos a quienes estuvieron al lado de ella tan repentinamente. El peronismo debe darse un profundo debate; a partir de allí, es posible encontrar puntos de unión y consenso.

— ¿Massa aspira a liderar el PJ o prefiere ir por afuera del mismo?

— El peronismo no puede darse el lujo de tener afuera al candidato más votado y con mejor imagen, pero a su vez, Massa representa mucho más que al PJ. Es difícil responder, pero lo que yo digo es que dentro de este peronismo, así como está, no debe estar.

— ¿Qué diferencia existe entre el concepto de conducción y liderazgo?

— En verdad, el concepto de conducción remite al nacimiento del peronismo y tiene que ver con cierta lógica militar, dado que Perón fue General. En este caso, las lógicas militares se imponen en el discurso político. El liderazgo es algo parecido a la conducción, pero tiene una cuota de racionalidad sentimental que significa una concepción mucho más poderosa. Al líder se le reconoce esa condición porque es un primus inter pares, en cambio el conductor, en los términos de peronismo, es casi un iluminado que viene a conducirnos en la marcha.

— Por ejemplo, Gioja y Scioli conducen el PJ pero están lejos de liderarlo…

— Gioja y Scioli son emergentes en una crisis profundísima. Hoy el peronismo no es el movimiento de masas que algún día supo ser. Entonces, el PJ quedó reducido a una suerte de corporación de gobernadores que se sientan y distribuyen el poder entre ellos, usufructuando un sello que cada vez tiene menos valor porque no se lo representa ni reformula bien.

— ¿Cómo ve al gobierno de Macri?

— Con aciertos y desaciertos. Creo que dio en la tecla al haber elegido a Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti para la Corte, ya que son dos personas éticamente intachables y jueces técnicamente reconocidos. Quizás ése sea su mayor logro. Asimismo, en la economía se equivocaron muchísimo y lo están pagando con creces. Salieron del cepo, algo que debían hacer, pero lo hicieron de tal modo que desataron un proceso inflacionario que no pueden detener.

— La incógnita que invade a todos es: ¿está haciendo esto porque debe arreglar el agujero financiero que le dejaron o porque, definitivamente, gobierna para los ricos?

— Es cierto que le dejaron un país en una situación muy crítica, pero también es cierto que el modo que eligió para hacerlo no es el mejor modo. Macri piensa que mucho de los problemas se resolverán solos por la acción del mercado.

— ¿Macri cree en la Mano Invisible?

— Está demostrando que sí. Uno no puede esperar que todo lo resuelva el mercado, hace falta una clara intervención del Estado. Hasta aquí, en este sentido, el presidente no ha respondido bien. Tuvo una gestualidad que lleva a pensar que está más preocupado por beneficiar a los que más tienen y menos preocupado por tenderles una mano a los que menos tienen. Llegó y en las primeras semanas, quitó retenciones al campo, a la industria y a la minería. De ese modo, dejó de cobrar 4 mil millones de dólares. Esa misma suma es lo que cuesta salir de las tarifas del modo que salieron. ¿Y eso a quién se los cobra? A los consumidores, a las pequeñas y medianas empresas. Con estas gestualidades, uno siente que Macri se equivoca siempre en perjuicio de los que menos tienen y nunca en perjuicio de los más poderosos. Es un dato de la realidad, no creo que lo haga porque sea perverso, sino porque cree eso. Es honesto a sus ideas.

— Lo que en todo caso, sería más grave…

— No sé si es grave pensar de esa forma. Lo que sí digo, es que las consecuencias de pensar en ese modo son graves.