Por Facundo Díaz D’Alessandro

Repasar la historia y pensar en clave sociológica al Movimiento Evita, más allá de una abstracción académica, bien puede ser un recorrido por la historia política y social argentina de este siglo.

Se trata de uno de los movimientos sociales más grandes del país, esa etiqueta tan mentada por estos días y quizás la forma de organización política más novedosa y disruptiva de estos años, representativa de la generación de una nueva clase social, los verdaderos descamisados del siglo XXI, emergentes de la última gran recesión (anterior a ésta) que derivó en la crisis de 2001 y puso en jaque a la clase política local.

Desde la observación externa, «el Evita» pareciera hacer de la contradicción un método, tanto de resignificación propia como de aprendizaje sobre la praxis.

Esa dosis de pragmatismo «plebeyo» hace que desde su irrupción, en las bases territoriales, como sustento simbólico del primer gobierno kirchnerista, haya evolucionado hasta lograr ingresar al Estado, haya articulado negociaciones con el Gobierno de Macri (lo que le valió muchas críticas intra peronismo) así como la decisión de encarar el armado (junto a otras organizaciones) de una pata gremial (Confederación) para los Trabajadores de la Economía Popular, como es la CTEP, ya que en «la década ganada» se habían «resuelto cosas» pero no «lo estructural».

«El Evita es un Movimiento pragmático, vertical, dinámico, que cambia y reconfigura sus alianzas acorde a la coyuntura; eso a veces sorprende a sus aliados y enoja a sus adversarios», graficó a Conclusión Francisco Longo, autor del libro «Historia del Movimiento Evita», editado por Siglo 21 y presentado en Rosario días atrás.

«Hay un momento bisagra, la ruptura con el bloque del kirchnerismo en año 2016, algo que generó mucha sorpresa. Si uno lee el libro y si uno conocía debates internos que tenía la militancia del Evita, o en profundidad los pliegues con que atravesó su paso por la gestión, puede entender esa independencia política que logra en 2016, respecto de otra figuras del kirchnerismo. La había ido cocinando a fuego lento los años anteriores, el libro nos da claves para entender algunos posicionamientos del Evita que si uno sólo mira desde la superficie, asombran», detalló el sociólogo.

Los interrogantes se ciernen sobre el Movimiento Evita. ¿Se burocratiza?¿“Traiciona” sus ideales? ¿Puede estar a la vez en la calle, en los barrios y en el Estado?

Los interrogantes se ciernen sobre el Movimiento Evita en tanto fenómeno político. ¿Se burocratiza?¿“Traiciona” sus ideales? ¿Puede estar a la vez en la calle, en los barrios y en el Estado? Todas incógnitas que bien pueden haber asaltado a Longo como motivaciones a investigar y retratar a la organización.

«Me interesaba este trayecto que va desde una organización que nace en las barriadas, desde abajo, en territorios, que luego ‘ingresa’ al Estado, como ocurrió con los gobiernos kirchneristas, y luego vuelve a salir de esos espacios con la derrota. ¿Qué pasa cuando una organización que está en los barrios asume los desafíos de estar del otro lado del mostrador, cuáles son sus limitantes, cómo hace para movilizarse en la calle y para bancar y sustentar un gobierno al mismo tiempo? Esas preguntas orientaron el trabajo», relató Longo a Conclusión.

A imagen y semejanza: el salto

Una de las figuras emblemáticas y probablemente de más trascendencia dentro del Movimiento Evita es su secretario general, Emilio Pérsico, quien se muestra poco públicamente pero es el principal «negociador» y articulador del espacio, con el Gobierno u otras instituciones o figuras.

«Esta identidad plebeya, un poco desprolija, lo tiene como identidad colectiva. Hay un juego de espejos entre la identidad de Pérsico y la del movimiento»

«Pérsico no solamente es el secretario general desde la fundación, es decir su máxima figura y autoridad, sino que también trabajo sobre una idea: las organizaciones a veces se construyen a imagen y semejanza de sus líderes. Esta identidad plebeya, un poco desprolija, que para algunos atenta contra la profesionalidad con que debería asumirse la gestión del Estado, lo tiene como identidad colectiva. Hay un juego de espejos entre la identidad de Pérsico y la del movimiento, eso le dio una marca identitaria que a la vez presenta serios interrogantes respecto a cómo será su continuidad cuando éste deje eventualmente la conducción», se explayó el autor.

Además, Longo se refirió a una decisión trascendental de la organización, que marcó una bisagra y explica mucho del momento social que atraviesa el país, la forma de organizarse de «los de abajo» y cómo todo el espectro político se imprime de eso, al no poder evitar que se impongan en la agenda temas propulsados desde «los movimientos», como fue la sanción de la emergencia alimentaria.

«La apuesta por institucionalizar el trabajo de lo que se llamó la economía popular, y poner en pie una herramienta tan importante como es la CTEP, es considerada uno de los aciertos más importantes del Movimiento Evita y de las otras organizaciones que compusieron esa confederación. Implicó un salto cualitativo, cómo los movimientos son creadores de institucionalidad, de nuevos conceptos y cómo los movimientos van caracterizando este pasaje de pobres a trabajadores», teorizó el académico.

El dirigente del Evita en Rosario, Ignacio Rico, participó de la presentación y dijo a Conclusión que esos años representaron «el paso de la adolescencia a la adultez» del Movimiento.

«Empezamos a mirar más la realidad material y social de nuestros compañeros y veíamos que se habían resuelto algunas cosas pero no lo estructural».

«Entendimos que muchas fórmulas y recetas, a veces de compañeros y también del enemigo, no resolvían el problema de fondo, lo que más importa en la patria: los excluidos y lo que genera la pobreza. En ese sentido, en el marco de la pelea en la calle, pero también las propuestas que hacemos desde nuestros diputados, y desde la construcción de nuestra propia autonomía política, hemos podido encontrar muchísimas respuestas, que en el marco del primer gobierno de Néstor (Kirchner) no teníamos. La razón de existir era bancar a Néstor porque era lo mejor que nos había pasado desde Perón. Después empezamos a mirar más la realidad material y social de nuestros compañeros y veíamos que se habían resuelto algunas cosas pero no lo estructural. En ese sentido nos permitió dar un salto cualitativo, que hoy nos permite estar a la altura para construir lo que nosotros consideramos la solución a la pobreza en la Argentina», expresó el dirigente.

Consultado por la decisión, tan cuestionada internamente como generadora de asombro hacia afuera del peronismo, de romper en 2016 con el bloque de diputados del kirchnerismo en la Cámara de Diputados, Rico sostuvo que se funda en la creencia de que la derrota de 2015 responde más a «errores propios» que a virtudes de Mauricio Macri.

«Cuando discutís hacia adentro y no hay respuesta o cambio de políticas o posturas que nos parecían, humildemente, equivocadas, de alguna manera sacamos la crítica hacia afuera, considerando un camino válido para poder enriquecer y poner en crisis lo que nosotros considerábamos que estábamos haciendo mal como espacio político. Somos de los que creemos que en 2015 perdimos por errores propios más que por virtudes de Macri, si uno se para desde ahí, tiene la obligación de plantear diferencias, y en ese sentido su correlato está en la ruptura de bloque en su momento», explicó Rico.

Y, en un análisis de esa decisión «difícil», vista con ojos actuales y sobre todo mirando lo que viene, dijo a Conclusión: «Eso expuso diferencias, pero hoy, en una nueva etapa, nos permite poner las coincidencias encima para sacar con las urnas a Macri del gobierno. Eso resolvió muchas diferencias que teníamos y se ve en el lugar que tenemos los movimientos sociales en el Frente de Todos, responde a peleas que hemos dado en 4 años con el macrismo, también con soluciones que hemos construido para compañeros en estos 4 años.»

Además, el dirigente destacó la «unidad que tienen los movimientos sociales, la lucidez para interpretar la calle, cómo sentarse a dialogar y discutir con Estado, gobierne Cristina, Macri, Alberto o el Che Guevara. Tenemos responsabilidad gremial, es algo a rescatar el sentido de la responsabilidad por sobre los compañeros que representan».

Piedra en el zapato (irrumpir en la agenda)

Otro de los que participó de la presentación del libro de Longo sobre el Movimiento Evita fue el director de la revista Crisis, Mario Santucho, quien analizó en diálogo con Conclusión las implicancias de la irrupción de organizaciones como esta en el escenario político en términos de representación, a la vez que teorizó en perspectiva sobre las dificultades para articular “lo político” y “lo social” en la actualidad.

«Hoy los Estados no tienen capacidad de organizar procesos económicos y formas de distribución de riqueza; hay necesidad de construir poder popular, construcción social de movilización»

“Las imágenes que teníamos quedaron en la etapa política anterior, de 1976 para allá, en el siglo XX, cuando mayoría de los movimientos políticos ‘transformadores’ (se les decía revolucionarios), tenían como hipótesis organizarse para tomar poder y a partir de ahí transformar las cosas. Hoy los Estados no tienen capacidad de organizar procesos económicos, formas de distribución de riqueza y demás, vemos que hay necesidad de construir poder popular, construcción social de movilización, a su vez inventar formas de construir alternativas al neoliberalismo. ¿Cómo se hace? Es difícil, muchas veces se llega al Estado y, ya sea por relaciones de fuerza que priman allí, o porque no tenemos claro por ejemplo como democratizar una rama productiva, no se puede materializar”, expresó.

Y agregó, respecto a los ‘movimientos sociales’: “Son una piedra en el zapato porque ponen en cuestión esta idea de la representación política. Eso hace crujir las posibilidades que tiene el sistema político de representar esa complejidad, ese conflicto, entre lo que la economía, la globalización y el orden de medios manda, y esta capacidad de movimientos de poner otra idea, otro poder. Estamos en un momento, frente a un posible nuevo gobierno, si pueden pasar de, además de resistir, tener capacidad de movilización, exigencia y demanda, también a crear hipótesis concretas de como reorganizar la formas de producción”.

Por último, Santucho se refirió al resultado de las Paso y la articulación del justicialismo: “Creo que el peronismo ha ratificado una vez más que es la forma de la democracia en Argentina. Lo acabamos de volver a vivir, logró representar de vuelta un rechazo muy fuerte de la población proyectos elitistas, de construir país para el 50% o menos de la población, fue un rechazo a la oligarquía.”