Las elecciones presidenciales de este domingo no serán desarrolladas en un contexto cualquiera. Este 2023 se cumplen 40 años desde el retorno de la democrácia, un momento de la historia reciente que atraviesa los comicios y los carga con la responsabilidad de la memoria.

El retorno a las urnas fue el domingo 30 de octubre de 1983. Allí comenzó formalmente el cierre de una etapa signada por el gobierno de facto y el terrorismo de Estado. El pueblo volvía a decidir electoralmente su destino, dejando atrás a los usurpadores del poder enquistados en la última dictadura cívico militar, iniciada en marzo de 1976.

Aquella jornada de octubre de 1983 fue elegido presidente de la nación el candidato de la Unión Cívica Radical (UCR), Raúl Alfonsín, quien venció a Ítalo Luder, el postulante del Partido Justicialista. A partir de entonces, comenzó el ciclo democrático más largo de la historia argentina, luego de una serie de golpes destituyentes que violentaron la voluntad popular.

Los resultados arrojaron que la fórmula presidencial compuesta por Raúl Alfonsín y Víctor Martínez cosechó 7.724.559 votos, el 51,75% de los sufragios. En segundo lugar quedó el binomio Justicialista de Ítalo Luder-Deolindo Bittel, con 5.995.402 apoyos y -mucho más alejado- estuvo Oscar Alende (del Partido Intransigente), con 347.654 respaldos.

Estas no fueron las únicas candidaturas. Además participaron como aspirantes a la Presidencia Rogelio Frigerio (Movimiento de Integración y Desarrollo); Francisco Manrique (Alianza Federal); Álvaro Alsogaray (UCD); Rafael Martínez Raymonda (Partido Demócrata Progresista); Francisco Cerro (Partido Demócrata Cristiano); Luis Zamora (Movimiento al Socialismo); Guillermo Estévez Boero (Partido Socialista Popular); Jorge Abelardo Ramos (Frente de Izquierda Popular); y Gregorio Flores (Partido Obrero).

Dichos comicios fueron efectuados bajo regencia del texto constitucional de 1957, impuesto por el entonces gobierno de la autodenominada Revolución Libertadora, que fijaba sufragio indirecto y un período de seis años para el ganador de la elección presidencial -sin posibilidad de reelección inmediata-.

La contienda finalmente se resolvió en un marco de polarización entre los dos partidos políticos tradicionales de la democrácia argentina, la UCR y el PJ, que acumularon entre ambos el 92% de los votos, en clara distancia con las demás fuerzas, que no llegaron al 3% de las voluntades.

En detalle, Alfonsín triunfó en 16 de lops 24 distritos electorales (Buenos Aires, Capital Federal, Catamarca, Chubut, Córdoba, Corrientes, Entre Ríos, La Pampa, Mendoza, Misiones, Neuquén, Río Negro, San Juan, San Luis, Santa Fe y Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur). Por su lado, Luder ganó en los otros ocho (Chaco, Formosa, Jujuy, La Rioja, Santa Cruz, Salta, Santiago del Estero y Tucumán).

Las reglas electorales fundamentales que rigieron la elección presidencial fueron establecidas en el texto constitucional entonces vigente (Reforma constitucional 1957) y la Ley N.º 22 847 de 1983, sancionada por el dictador Reynaldo Bignone.

Los colegios electorales se reunieron el 28 de noviembre de 1983, en cada una de las capitales provinciales y en la Ciudad de Buenos Aires, proclamando ganadores a Raúl Alfonsín y Víctor Martínez. El 7 de diciembre de 1983 la Asamblea Legislativa, la Cámara de Diputados y el Senado, dio la aprobación definitiva de las elecciones.

El gobierno constitucional que asumió el 10 de diciembre de aque año, con Alfonsín a la cabeza, puso fin a la última dictadura argentina, acorralada por las consecuencias de sus actos -con la guerra de Malvinas como uno de los focos del colapso- y la resistancia cada vez más activa de sindicatos, organismos de derechos humanos y movimientos populares.

La Unión Cívica Radical y el mandato alfonsinista no terminaron de la manera deseada. El abogado resignó su cargo cinco meses antes del paso de mando, el 8 de julio de 1989, en medio de una crisis hiperinflacionaria. El presidente electo, Carlos Menem, asumió al frente de la Casa Rosada. Luego, la reforma constitucional de 1994 acortaría los mandatos presidenciales a cuatro años y establecería el voto directo de las autoridades políticas del Poder Ejecutivo.

El devenir de los años siguientes es objeto de diferentes análisis y atrae opiniones diversas, pero siempre bajo el valor fundamental de reconocer la institucionalidad democráctica. La participación en aquel 1983 superó al 85% de los habilitados a emitir su voto. Es la forma de hacerle honor a la posibilidad de elegir los destinos de este país.