Por Florencia Vizzi

«Eva Perón ha sido un personaje histórico muy narrado, pero lo interesante es pensar cuáles son las narraciones que eligieron hacerse y cuales no». Quién plantea este interrogante, fundamental para la historia política argentina, es la historiadora Julia Rosemberg, autora del libro Eva y las mujeres: historia de una irreverencia, quien accedió a una entrevista con Conclusión, en el marco de su próxima visita a la ciudad de Rosario para disertar en una clase abierta sobre Evita.

¿Hay algo que no se haya dicho, escrito o estudiado ya sobre «la abanderada de los humildes»? Tras decenas de libros, películas, series, obras de teatro, ensayos, ¿aún hay elementos que han sido soslayados? La verdad es que sí y eso no ha sido una casualidad histórica.

La capacidad de construir poder político y disputarlo, las características que la convirtieron en una dirigenta política de dimensiones únicas en la historia de la Argentina y del mundo, su visión absolutamente acrónica del rol de la mujer dentro de la sociedad y su obra, más allá de su discurso, en procura de una igualdad real entre hombres y mujeres, tanto en lo político como en lo económico, en una época que, como remarca Rosemberg, «aún no existía la minifalda ni la píldora anticonceptiva», son algunos de esos elementos que han sido sistemáticamente puestos bajo la sombra del olvido.

En su cortísima carrera política, Eva se erigió en la voz del movimiento obrero organizado a partir de su estrecho vínculo  con los sindicatos y la Confederación General de los Trabajadores, impulsó sin descanso, hasta verla convertida en realidad, la ley de voto femenino, creó el Partido Peronista Femenino, una estructura monumental que, a tan sólo dos años de su creación, en 1951, logró la incorporación de 133 mujeres al Congreso nacional, quedó a la vanguardia de las históricas demandas de los movimientos feministas de la época (poniéndolos en crisis) reclamando, incluso, reivindicaciones que nunca antes habían sido puestas en debate e incluso, peleó su candidatura para la vicepresidencia, una posición que parecía de ficción para el escenario de esa época.

«En estos 70 años predominaron, tanto por parte del peronismo como del antiperonismo, diferentes narrativas que dejaban de lado, en un costado marginal, sus aspectos más políticos, ligados a la posibilidad de pensarla y entenderla como la creadora y conductora de un partido político que, nada más y nada menos, fue fundamental en la incorporación de las mujeres a la política, y de pensarla a ella como a una dirigenta política responsable de las primeras 133 legisladoras en el país» resalta Julia Rosemberg. «Cuando uno estudia su biografía, lo que se ve es que, en los últimos 70 años, todo esto, tan importante y tan contundente, ha sido dejado de lado».

Feminismos, justicia social, entramado político: Eva y las mujeres

El 9 de septiembre de 1947  se sancionó la Ley Nº 13.010, de sufragio femenino, que estableció el derecho de las mujeres a elegir y ser elegidas para todos los cargos políticos nacionales. La sanción de la misma fue fruto de una meta política inamovible de Eva Perón y el apoyo que Juan Domingo Perón proporcionó para que la norma finalmente fuera una realidad. Ese logro, y la batalla por conseguirlo, puso en crisis a los movimientos feministas de la época que desde hace largos años bregaban por el voto femenino pero que colapsaron a partir del fuerte antiperonismo que predominaba en una parte importante de la sociedad argentina.

En su libro Eva y las mujeres, Julia Rosemberg cita a Marysa Navarro, historiadora especializada en feminismo y autora de una biografía de Eva Perón, quien señaló que tras la sanción de dicha ley los movimientos feministas que se opusieron a la misma «firmaron su sentencia de muerte», revelando el nivel de tensiones y contradicciones que atravesaban el debate.

En relación a esto, Rosemberg señala «es muy interesante discutir ciertas formas de entender a los feminismos, que sobre todo en los últimos años se ha presentado como un movimiento transversal, casi como una ideología pura». «Pero, al revisar la historia de lo que había pasado con los feminismos a partir de la aparición del peronismo y ante la sanción de la ley por la que habían peleado durante décadas, se pone de relieve como los feminismos están profundamente entramados con la política, tienen una profunda conexión y también son ideológicos. Lo que les pasó a muchas de esas feministas es que durante el peronismo perdieron fuerza política, vitalidad, no pudieron hallarse como movimiento y les costó bastante recuperarse».

En ese sentido, la historiadora enfatiza que «el peronismo vino a patear tableros en todos los órdenes, también en los feminismos». «La parición de Eva Perón no solamente transforma en una conquista real la ley, sino que lo que hace es convocar a un sujeto político que estas primeras feministas no habían logrado convocar, que tiene que ver con ese sujeto popular, con la mujer ama de casa y trabajadora, a las cuales nunca antes les habían hablado, ni las políticos, ni los feminismos y todo eso provoca una ruptura en términos generales en Argentina que va a ser un cimbronazo. No por nada a partir de 1955 el intento es deshacerse del peronismo, sacárselo de encima, eliminarlo. Y volver las cosas a como eran antes».

Es importante detenerse también en esto, todo en Eva Perón está atravesado por la cuestión de clase.  «El feminismo no puede ser pensado si no es íntimamente ligado a la justicia social, y eso no sólo se da en Eva -apunta Rosemberg, sino en el primer peronismo en general. Eso se pone de manifiesto una y otra vez, en los discursos, en las producciones audiovisuales, en las publicaciones… una y otra vez se ve que el primer peronismo entiende la incorporación de las mujeres a la vida política no como una cuestión de género, sino entramado con una idea de justicia social, un país más justo va a ser un país que también les dé justicia e igualdad a las mujeres. Y eso va totalmente entramado, no se puede entender una cosa sin la otra».

La irrupción de estos debates es inmensa, porque a la cuestión de género por la que venían peleando muchas feministas, Eva las corta con la cuestión de clase. «Eso también va a generar cierto malestar en las feministas más puras, más letradas, más académicas, Eva Perón no leyó a Simone de Beauvoir, no leyó a las teóricas europeas y norteamericanas y aún así, en la práctica en los hechos, llevó adelante una vanguardia en el mundo respecto a los derechos de las mujeres, pero toda la cosa teórica, más “pura” más bien la enchastra, hay algo sucio, hay algo desprolijo no sólo para el feminismo previo, sino también para el posterior».

En este punto se puede citar por ejemplo la reivindicación que Evita hacia sobre las tareas del hogar y tareas de cuidado a las que planteaba como un trabajo que merecía ser remunerado, algo que parecía hasta una locura en esos tiempos. Y es ahí donde Rosemberg pone el acento, en el lugar de enunciación. «Una cosa es que lo enuncie una feminista letrada y otra es que se lo haga desde la Casa Rosada, desde un texto como La razón de mi vida, que era obligatorio en las escuelas a partir de 1952. Entonces tiene otra impronta, eso es también lo que hace que lo de Eva fuera tan potente, por el lugar de enunciación que ocupaba ella».

Partido Peronista Femenino, relación con los sindicatos y disputa de poder político

«Sin duda, el poder político de Eva Perón tuvo dos brazos, las mujeres y el Partido Peronista Femenino por un lado y el movimiento obrero organizado, los sindicatos con los que mantiene una relación fuertísima. «No es casualidad que entre  1948 y 1952, la CGT haya estado conducida por un hombre que respondía directamente a Eva Perón, José Espejo,  y tampoco es casual que tras su muerte haya sido desplazado. Su poder dependía tanto de Eva que poco después lo desplazaron».

La creación del Partido Peronista Femenino, en julio de 1949, fue una acción absolutamente disruptiva y anacrónica, sobre todo, si se llega a comprender la estructura monumental que adquirió y lo que significó para la vida política de la Argentina.

«Esta experiencia política es más llamativa si se tiene en cuenta el tiempo», señala Rosemberg. «Como todo, en Eva llama muchísimo la atención que haya sido tan voraz su trabajo en tan corto tiempo, porque tuvo una vida política activa de menos de 6 años».

Para entender las dimensiones del PPF, en noviembre de 1951, tan sólo dos años después de su creación, 133 legisladoras fueron elegidas para formar parte del Congreso Nacional.

«O sea, en un plazo muy corto se desarrolla esta estructura nacional y territorial que tiene las 24 delegadas, una por provincia, pero que a su vez tiene a las subdelegadas (más de 3.000), porque la idea del Partido Peronista Femenino es que no quede mujer sin convocar, pasar un rastrillo por el mapa y que en cada pueblo, en cada casa, en cada lugar donde haya una mujer pueda ser convocada a participar de la política», resalta la docente e historiadora.

Esto es algo fundamental a la hora de pensar como encaraba la construcción política Eva Perón. «Si uno se fija, la estructura de la fundación Eva Perón también tiene algo parecido, quiero decir que hay algo de pensar el mapa argentino y de pensar como el Estado tiene que llegar a cada rincón de la patria. Así funcionaba la fundación, las células mínimas eran un grupo de mujeres que iban recorriendo pueblo por pueblo y viendo que necesidades había y el PPF funcionaba igual. Y además, hay que tener en cuenta el momento en que pasa esto, a mediados de siglo 20, previo a la minifalda, a la píldora anticonceptiva, y en esos momentos la situación de la mujer era más parecida a la de fines de siglo XIX, en la que todavía la mujer tiene un rol muy tradicional en la sociedad, de madre y ama de casa… Pensemos entonces en esas mujeres que salen a disputar el espacio público, a tocar timbre, a invitar a otras mujeres a participar de la política y a meter a la política dentro del hogar. Y eso es algo muy disruptiva, y al ponerlo en contexto podemos pensar y darnos una idea de las enormes resistencias que tuvieron que vencer estas mujeres cuando iban a un pueblo en medio de Santiago del Estero, a decirle a otras mujeres ‘vos tenés derechos y tenés responsabilidades y podes venir a disputar el espacio político'».

En relación a estas experiencias y la participación de las mujeres en la política, Rosemberg pone también el acento en que es «algo que forzó el primer peronismo». «Mucha historiografía ha dicho que el peronismo no hizo más que seguir el clima de época, que la ley de sufragio femenino era algo que ya estaba al caer, y la realidad demuestra que a partir de 1955 no hubo más mujeres en los ámbitos políticos. Eso es algo que forzó el peronismo para que sucediera, era necesaria la voluntad política para que eso sucediera».

En esa misma línea, Julia Rosemberg también destaca que Eva Perón no sólo construyó un poder político que estuvo a la altura del construido por Juan Domingo Perón, sino que Evita también disputaba poder político para sus compañeras. «En al año 51 disputó los lugares en las listas, en las elecciones entraron 133 legisladoras, todas del PPF, y eso tiene que ver con la disputa que ella dio al interior del movimiento, a ver cuantos lugares le iban a corresponder a las compañeras, y fue muy exitosa en ese contexto. No solo disputó lugar para las compañeras sino para ella, su propia candidatura, lo que podemos ver es una Eva disputando poder, y eso ya se lo puede ver en el año 49, es una de las que impulsa la reforma de la constitución, que le posibilitó la reelección a Perón».

En cuanto a la relación de Evita con los sindicatos, Rosemberg subraya que «es otro de los vacíos que tiene la historiografía y la narrativa en en general, cuando decimos que a Eva no se la narró, no al menos como dirigenta política también tiene que ver con su vínculo con los sindicatos». «No hay a día de hoy un estudio concreto que tenga que ver con la relación y el accionar de Eva con los sindicatos».

Sin embargo, afirma la escritora e historiadora, esa relación fue clave porque al interior del peronismo Eva era, sin lugar a dudas, la voz, la representante del movimiento obrero organizado.

«Yo creo que también que la no posibilidad de Eva de ser candidata a la vicepresidencia, algo que siempre fue leído en los términos de su enfermedad, o de las posturas de las Fuerzas Armadas y la Iglesia debe ser replanteado. Ese límite que ella encuentra tiene que ser releído, no sólo en términos de género, en clave de que fuera mujer y de que no había país en el mundo que vislumbrara esa posibilidad, sino también por lo que Eva representaba al interior del peronismo, es decir Eva al ser la representante del movimiento obrero organizado representaba a las aristas más radicalizadas del peronismo…entonces me parece que el límite que se le impone a su candidatura, tiene que ser interpretado en esa clave, como un límite dentro del propio peronismo, de sus sectores más conservadores hacia sus aristas más radicalizadas, porque que Eva llegara a la vicepresidencia significaba que una representante del movimiento obrero organizado ocupara ese lugar».

*Julia Rosemberg disertará este miércoles 7 de septiembre, entre las 9.30 y las 12.30, en el Sindicato de Empleados de Comercio de Rosario, en el Salón Matías Marchilli, Corrientes 462, planta alta.