Entonces, ¿Carrió afirmó que actualmente gobierna desde su chacra? Según esta interpretación, se podría hablar entonces de un cogobierno, un gobierno compartido entre Carrió y Mauricio Macri, lo cual sería grave para el futuro de la alianza Cambiemos, en especial cuando la diputada puede ganar las próximas elecciones legistativas en CABA. La estrategia del PRO es cómo lograr que ella gane sin sumar más poder. De hecho, que la hayan corrido de la lista de candidatos en la Provincia fue en gran parte para ponerle un freno. Es decir, el PRO necesita a Lilita y ella lo sabe, pero el partido de Macri no concede darle mayor porder y autonomía, ya que las diferencias entre ambos son muchas.

Siguiendo con esta interpretación, Carrió también estaría diciendo que no necesita ser Presidente para gobernar el país, lo cual también dejaría bastante mal parado a Macri.

Algunas de los fragmentos más interesantes de la entrevista:

—Vayamos a Mauricio Macri. Hacés cosas por él que creo que ni su madre ha hecho… ¿Qué le diste y qué le das?
—Le di empoderamiento.

—¿Qué tipo de relación tenés?
—Auténtica, de sincericidio absoluto.

—Es un tipo con familia, que no está rodeado sólo por el poder. Tiene una vida además de su vocación.
—Sí, me parece que no tenía esa vida y que se la dio Juliana. Y creo que Antonia también le cambió la vida, porque la presencia de la ternura te cambia, te aleja de las… ¡Estaba por decir una barbaridad!

—Decila.
—Te aleja del mamotreto ese que tienen en Punta del Este, Manantiales… un espanto. ¿Viste que es un mamotreto? Es una cosa que a mí siempre me impresionó. Se lo digo en la cara porque esa cosa es espantosa. Tiene un mal gusto ese Franco Macri…

(…)

—Amabas a Alfonsín, pero lo dejaste.
—Yo vi que estaba rodeado de corruptos. Y vi a muchas personas que yo admiraba, que conocía desde jovencita, llenarse de dinero, negociar plata en la Cámara de Diputados, en la Comisión de Presupuesto. Y tomé una decisión: «Yo no voy a poder cambiar esto, pero no voy a ser cómplice». Era el año 2001, iba a ser elegida candidata en la Convención Nacional y tenía una legitimidad del 80%… Y la fama es el peor enemigo del hombre.

—¿Vos te creíste la fama?
—Sí, tenía tanta fama y legitimidad que un día en la Convención fui y me miré la celulitis. Me agarré tal depresión que entendí que ese era mi antídoto contra la fama: mirarme la celulitis.

—¿Y qué pasó con Alfonsín?
—Le dije a Alfonsín: «Bueno, si usted se queda con los corruptos, yo me voy». Me dijo: «Andá nomás querida, yo tengo miedo que el partido quede en un 3%». Estaba en el departamento de Santa Fe. Creo que era junio del 2001. Le respondí: «Es su responsabilidad, no la mía». Renuncié al Comité Nacional. Y ese día empezamos con el ARI.

—¿No te dolió que te dijera «vaya, chiquita, vaya» en vez de buscar retenerte?
—Obvio. Había un doble discurso, una doble moral terrible. Y él me había enseñado que había cosas que no se podían hacer. Pero en todas las familias hay doble moral.

(…)

—¿Cómo es Durán Barba?
—¡Qué sé yo, no lo conozco! El día que lo vi, le dije: «Qué horror conocerlo». Estaba Juliana Awada al lado, se quería morir.

—Criticás el marketing político, ¿pero no crees que pasa en todo el mundo? Digo, ganó Donald Trump. Yo recuerdo haber entrevistado a Mauricio Macri antes de las elecciones y me acuerdo que ni él podía creer que Trump fuera el presidente.
—Si él fue presidente, ¿por qué no lo va a ser Donald Trump?

—¿Los estás comparando?
—No estoy hablando en el sentido malo, estoy diciendo que si vos seguís determinadas reglas de marketing político y te vendés como producto, adelgazás, estás coacheado, hablás siempre en el mismo tono y todo está divino, y no decís nada porque la gente muchas veces no piensa nada y le encanta el que dice «hola querida, cómo te va»,… qué sé yo, parecés mi tía. Pobres mis tías que son divinas.

(…)

—¿Cómo fue esa noche en la que decidiste aliarte a Mauricio Macri?
—Me fui a la tumba de Urquiza, en Concepción. Ese tipo entregó todo para salvar la Nación. Pensé: «Yo voy a diseñar una estrategia». Aprendí que hay que entregar hasta que duela. Nunca acepté cargos, porque vi cómo a las terceras fuerzas las cooptaban. La gloria es la entrega. El peor negocio de una persona es ser egoísta o ser mezquino o ser avaro. Y el mejor ejemplo de que perdés todo, hasta lo que producís, es Néstor Kirchner. ¿De qué le sirvió? ¿Para qué quería eso?

(…)

—¿Te ofrecieron dinero para una campaña?
—Muchas veces. A ese precio no llego. Tengo esa tranquilidad de conciencia. Pude ser presidente, porque conozco el poder, lo manejo, lo ejercito, pero a ese precio no llego, a ese precio no me importa. No quiero deberle nada a esos tipos.

—¿Se puede ser presidente sin todo eso?
—No, pero se puede gobernar desde una chacra (mira hacia un costado, hace una pausa, sonríe).

(…)

—¿Qué pasó con Alberto Nisman?
—A mí me tocó estar con él en el último programa. Me dijo: «Puedo morir». Y estaba claro que iba a morir.

—¿Estaba claro que lo iban a matar?
—¡Pero obvio! Si un Estado deja de decir que otro Estado es terrorista y hacen negocios, el fiscal está muerto. Y está muerto el juez si quiere avanzar en la causa. Porque esa es la condena de los sectores más religiosos de la inteligencia iraní. Cristina ya había hecho el pacto, ya estaban todos los negocios agropecuarios y también todo lo del agua pesada para el plutonio. Entonces Nisman viene para salvarse y nadie lo acompaña. Yo pensé que él tenía cobertura del Mossad. Yo a ese hombre lo sacaba del país y lo guardaba. Nadie se dio cuenta de la envergadura, bien o mal, de lo que estaba haciendo. Después fui al entierro, y ahí entendí todo.

—¿Por qué?
—Porque entendí que el señor que estaba al lado de (Sandra) Arroyo Salgado era alguien que se lo había puesto la SIDE. Porque empecé a verificar las empresas, y la de seguridad era de la SIDE. Porque Nisman quería seguir con Irán y había que sacarlo del camino. Porque (César) Milani tenía relaciones con Esteche, con Larroque… Porque estaban las escuchas y las llamadas… Yo tuve claro que era Pocino (Fernando «Melena», ex director de Reunión Interior de la AFI), y fue cuando denunciamos a Milani y al aparato de post inteligencia de Aníbal Fernández… Las fechas coincidían exactas: asumió Aníbal, se fue Capitanich, lo retiraron a (Horacio «Jaime») Stiuso. O sea, prepararon todo.

—¿Ahí hiciste la denuncia en Uruguay?
—Sí. Me voy a Punta del Este y me entero que la inteligencia iraní estaba esa noche en el VIP del Buquebús. Ahí se reúnen por el sistema de escuchas. Y entonces hacemos una denuncia con Fernando Sánchez de autoría y encubrimiento de Cristina, de Milani, de Pocino, de Aníbal. Ese día todavía no se sabía que Milani y Pocino se comunicaron exactamente a las 8 de la mañana, que es donde la autopsia dice que pudo ser la muerte. Y desaparecieron las escuchas entre (Sergio) Berni y Aníbal Fernández. Berni tiene mucho que ver porque él se va a Interpol justamente para liberar las alertas rojas que era liberar a los iraníes.

—¿Por qué?
—Porque entendí que el señor que estaba al lado de (Sandra) Arroyo Salgado era alguien que se lo había puesto la SIDE. Porque empecé a verificar las empresas, y la de seguridad era de la SIDE. Porque Nisman quería seguir con Irán y había que sacarlo del camino. Porque (César) Milani tenía relaciones con Esteche, con Larroque… Porque estaban las escuchas y las llamadas… Yo tuve claro que era Pocino (Fernando «Melena», ex director de Reunión Interior de la AFI), y fue cuando denunciamos a Milani y al aparato de post inteligencia de Aníbal Fernández… Las fechas coincidían exactas: asumió Aníbal, se fue Capitanich, lo retiraron a (Horacio «Jaime») Stiuso. O sea, prepararon todo.

—¿Qué pasó después de tu denuncia?
—Estábamos en la casa de unos amigos y me llama Lanata: «El comando en jefe del Ejército acaba de querellarla». Y yo le contesto: «Mire, a mí todos los corruptos de este país me querellaron». Vos te imaginás la tensión que había en el país. Dije al aire: «Milani, no me mate. Aníbal, no me mate», con esa voz dramática.

—Los señalabas públicamente.
—Señalaba que si a mí me pasaba algo eran estos dos. Pero también estaba señalando a los autores o partícipes del crimen. ¡Fue un silencio en la producción! Yo estaba sentada en malla en Punta del Este y a mi amigo del susto le agarró culebrilla (se ríe). Después nos fuimos todos a La Pedrera y yo me puse a bailar con los dueños del restaurante, porque era el atardecer y tenía ganas de bailar. Nacho, mi hijo, me decía: «Inconsciente, ¿no te das cuenta que te acabás de pelear con el jefe del Ejército…».

(…)

—Vos y María Eugenia Vidal son mujeres poderosas en una Argentina muy machista. Y así como le diste a Mauricio ese empoderamiento, también creo Mauricio y vos se lo dieron a Vidal. Y ahora ella decidió que no vas de candidata en la Provincia. ¿Cómo analizás eso que pasó?
—Para mí es una bendición porque yo no tenía salud. Me ofrecí y ella no quiso. Es una apuesta y hay que dejarlos crecer. Ellos pasaron de una victoria asegurada en la provincia de Buenos Aires a una victoria que la tienen que construir. Que después no digan que pasó algo en la provincia porque yo no quise ir. Estaba dispuesta a arriesgar mi vida por la República, no por María Eugenia, no por Macri, por la República, porque es mi causa. Ahora, esto me salva.

(…)

—¿Tenés apoyo con tus denuncias?
—El gobierno no me ayudó con mis denuncias. Nosotros seguimos investigando a Scioli y a Alberto Pérez solos con el fiscal Garganta. A mí no me ayudó el gobierno de María Eugenia.

—¿Nadie te ayuda?
—Hay ministros que me ayudan -(Guillermo) Dietrich me ayuda- y otros que no. Hay sociedades por abajo que yo conozco y no estoy dispuesta a convalidar. Por eso dicen: «El huracán Carrió». Pero yo no soy ningún huracán: yo soy un peligro. Pero no para la gente. Yo soy un peligro para esas sociedades que están por debajo de lo que le muestra a la gente. Porque aquí no se ha tocado a ningún empresario como pasó en Brasil. Aquí no se ha tocado al gran recaudador y al gran repartidor que es De Vido. El poder está en lo que se esconde, no en lo que se muestra. Y mi deber es sacar a la luz lo que está oculto. Les digo: «Acá se hizo este acuerdo». Y enloquecen. Porque eso es omertá. Por eso estoy «loca».

(…)

—Te voy a pedir las últimas definiciones. Sergio Massa.
—Se le ve todo, se le nota. Ahora, si querés comprar plástico estás en tu derecho. Yo estoy con el cambio climático.

—Margarita Stolbizer.
—No voy a opinar, es mi… estuvo con nosotros.

—Gaby Michetti.
—La quiero, la quiero.

—María Eugenia Vidal.
—Es una esperanza política enorme, si toma el camino correcto.

—Martín Lousteau.
—No lo conozco bien a pesar de haber estado muchas veces con él. No sé quién es.

—Horacio Rodríguez Larreta.
—Lo empecé a conocer ahora. Es un adicto al trabajo y trata bien a la gente que está con él. Y eso no es una mala señal. Porque yo siempre pregunto cómo tratan a las personas que están con ellos, porque yo he visto a Cristina maltratar mucho a sus empleados y a sus asesores en la Cámara.