Por Fabrizio Turturici

“Del peronismo no queda nada, sólo un recuerdo que da votos”. La frase pertenece a Julio Bárbaro y, sin dudas que por su gran tenor, quedará resonando en la mente del lector. Más adelante, el histórico dirigente y analista político dará sus motivos, sin ahorrarse críticas para ambos lados de la grieta.

En una entrevista exclusiva de Conclusión, el politólogo consideró que “Cristina nos llevaba a la decadencia y Macri nos conduce a la frustración. Con la pasada gestión íbamos camino a Venezuela, pero los errores actuales todavía se pueden resolver. El gran paso es salir del autoritarismo kirchnerista para entrar en una democracia”.

En otro orden, Bárbaro resumió que “el gobierno está en una situación donde, a pesar de tener pocos aciertos, la amenaza del kirchnerismo le sigue dando una solidez que no es hasta ahora resultado de su propia política económica, aunque en otras cosas tenga reales virtudes”.

—¿Con qué tiene que ver esa política económica que critica?

—Muchos dicen que se vendrá el ajuste y la flexibilización laboral, pero son cosas de una izquierda que siempre ve lo que no hay que ver. El problema nuestro es la falta de defensa a la industria nacional y a la producción; una balanza de pagos que da negativa y un dólar bajo, la ecuación económica que siempre ha hecho el liberalismo. La izquierda siempre inventa esas frases célebres como “se viene el ajuste”: claro que hay ajuste, pero lo más grave es la desindustrialización. Para que haya progresismo hay que impedir la concentración económica, no convocar a un socialismo que sabemos que no  va a venir. Tenemos que plantear lo posible, no lo absurdo.

—¿Cómo votará la gente en las elecciones de octubre, sabiendo que en las primarias no lo hizo con el bolsillo, como muchos creían?

—El ciudadano no vota con el bolsillo: cuando hay una situación en la cual se impone el miedo al caos, ahí no rige la economía. Como decía Perón, el bolsillo es la víscera más sensible, pero no es la única. También entran en juego otras cosas y en alguna medida, el kirchnerismo asustó a gran parte de la sociedad, por lo que ese esquema se fue agotando.

—¿A quién favorece y perjudica este escenario de polarización?

—Este panorama claramente favorece al presidente Mauricio Macri y sepulta a la ex presidenta Cristina Fernández, eso está a la vista. Mucha gente va a votar al oficialismo quizás no convencido del proyecto del gobierno, sino para asestarle una derrota electoral a Cristina. El kirchnerismo se llenó la boca diciendo que Macri no podía gobernar, pero al mismo tiempo estaban consolidando a su gobierno. En el momento en que la ex presidenta hace ese gesto absurdo y que nos lastima a todos como argentinos, como el traspaso de mando que no fue, lastimó a la sociedad y planteó indirectamente una sublevación contra el actual gobierno. De Macri se puede decir cualquier cosa, pero no que es la dictadura. Entonces cuando uno pierde el valor de las palabras, no agudiza el conflicto, se imbeciliza a uno mismo.

—¿Cómo interpreta el hecho de que Cristina haya dejado atrás su estrategia conservadora de campaña y haya salido a una cacería de votos por los medios?

—Por una necesidad de sobreviviencia, porque tomó conciencia de que venía mal. Quien fuera presidenta por dos períodos terminó empatada con Esteban Bullrich, un dirigente poco conocido y que recién se iniciaba en la política grande. Ella hace referencia a que dos de cada tres bonaerenses votaron en contra del gobierno de Macri, pero es la misma cifra que votó en contra de ella. Es una cosa tragicómica.

—¿Por qué quiere acercarse al peronismo al que dejó de lado por muchos años?

—Está representando un intento vano porque ya es tarde. El peronismo no la quiere en sus filas, el PJ no tiene nada que ver con esa izquierda agresiva, el peronismo es el abrazo de Perón y Balbín. No es ni la izquierda, ni la revolución, ni el odio.

—¿Qué es el peronismo después de Menem y Cristina?

—De ese gran movimiento no queda nada, sólo un recuerdo que da votos y que permite a un montón de dirigentes ganar las elecciones. En definitiva, Cristina nos llevaba a la decadencia y Macri nos conduce a la frustración. Con la pasada gestión íbamos camino a Venezuela, pero los errores actuales todavía se pueden resolver, porque en alguna medida –entre todos- podemos mejorar la política económica.

—¿Es optimista con respecto al reencuentro argentino que usted pregona?

—Cuando se achique el kirchnerismo, ese reencuentro va a ser posible.