SáBADO, 30 DE NOV

Fantini advirtió que «narcotráfico y terrorismo podrían ser aliados estratégicos»

El politólogo cordobés analizó la situación del mundo en entrevista exclusiva de Conclusión: el peligro que corre Argentina, el infructuoso acuerdo por la paz en Colombia y las elecciones estadounidenses, algunos de los temas abordados.

Por Fabrizio Turturici

El incesante avance del terrorismo en el mundo y del narcotráfico en esta región, es uno de los temas centrales que ocupan la agenda geopolítica. En este sentido, el analista internacional Claudio Fantini asegura que ambos factores de poder podrían caminar de la mano.

Fantini, oriundo de Córdoba, politólogo, periodista y escritor, autor de varios libros -cuyo último título fue La gravedad del silencio– y de innumerables columnas en diarios, radios y canales de televisión, fue entrevistado por Conclusión en la recepción del hotel Ros Tower.

En otro orden, Fantini se enfocó en el plebiscito sobre los acuerdo de paz en Colombia y criticó duramente al presidente Juan Manuel Santos al decir que «venía trabajando más para el Nobel de la Paz que para una pacificación aceptable a las grandes mayorías».

Asimismo, el politólogo puso sobre la mesa el avance del narcoterrorismo en la región ya que «este país tiene una inmensa deficiencia en sus aparatos de seguridad, donde la corrupción y la ineptitud son la regla» y advirtió que Isis podría interesarse en Argentina como «una nueva fuente de financiamiento».

—Muchos analistas suelen decir que está naciendo la Tercera Guerra Mundial. ¿Es así?

—El propio Francisco lo dice. Yo creo que se puede enfocarlo de este modo, aunque también se puede rebatir esa tesis. Es que se está dentro de algo abstracto, no del todo definible. Si hoy existe una Tercera Guerra Mundial, uno podría decir que siempre la hubo, porque tampoco es que haya más conflictividad que en otros momentos de la historia. Lo que sí, el mundo está frente a fenómenos novedosos que plantean un futuro incierto. Uno de ellos, quizás el más oscuro, es el terrorismo global.

—¿El narcotráfico sudamericano podría ser un socio estratégico del terrorismo?

—Sí, eso es lo que deberían tener en cuenta los estados a partir de este momento. Hay que analizar -en cada rincón del planeta- cómo se inmuniza y protege de ese mal que avanza, porque se reformula todo el tiempo. Isis, por ejemplo, tiene una vida bacteriológica: va reformulándose todo el tiempo, entonces, los sistemas defensivos que se crean para frenar a Isis, caducan en el acto. El terrorismo global está en una etapa tan fantasmagórica que la pertenencia ni siquiera existe. Es decir, no hay pertenencia orgánica del terrorista con la organización: Isis aprendió a manipular la mente de los psicópatas del mundo a través de mensajes psicológicamente calibrados y lanzados en la red, saben cómo gatillarlos para que entren en transe exterminador. Gente que nunca había tenido algún vínculo con Isis ni pertenece a la cultura islámica.

—El panorama en Argentina, entonces, es poco alentador…

—Este país tiene una inmensa deficiencia en sus aparatos de seguridad. La corrupción y la ineptitud son la regla, ¡no sirven para nada! y los servicios de inteligencia son un negocio en sí mismo, que se vale de la extorsión a los otros poderes (el económico, el político, el judicial, el mediático y demás).

—Pero, ¿Isis está verdaderamente interesada en lanzar sus tentáculos sobre este país?

—No sé si está interesada, lo que sé es que Argentina tiene mucho por corregir para no correr el riesgo de que Isis, que está buscando fuentes de financiamiento porque las está perdiendo en el Medio Oriente, pueda instalarse. No para que nos tomen como blanco o para cometer atentados, pero sí como fuente de financiamiento. En esto, hay que tener claro que las mafias del narcotráfico pueden ser un potencial socio del terrorismo global, que está en un proceso de pérdida de financiamiento y necesita encontrar nuevos modos de hacerlo.

—Cambiando de tema, ¿cómo interpreta lo que ocurrió con Dilma en Brasil?

—Desde mi punto de vista, fue un estropicio institucional. Había un problema objetivo de Dilma Rousseff, que es que se había licuado su liderazgo, se había quedado sin poder real. Lo cual era grave, porque le impedía poder reconducir la economía y sacarla de la recesión en la que ella tuvo responsabilidad de que cayera. Si bien no fue un golpe de Estado, porque se cumplieron los procedimientos institucionales, fue un acto de vandalismo político. Lo que de verdad le cuestionaban a Dilma, la verdadera e inconfesable razón por la que la destituyeron, es que se negó de tratar de obstruir a la Justicia para que no avanzara sobre la clase política manchada por la corrupción y sobre todo en el escándalo del Petrolao.

—¿Qué significa el «no» al acuerdo de la paz en Colombia?

—En mis columnas, yo planteaba que (Juan Manuel) Santos venía trabajando más para el Nobel de la Paz que para una pacificación aceptable a las grandes mayorías. El apuro por firmar el acuerdo antes de la votación en el Comité Nobel, hizo que los negociadores de las Farc le vieran la ansiedad y la explotaran en la mesa de negociación, sacándole más concesiones que las aconsejables. Hay dos errores que Santos podía cometer, pero por separado, porque juntos serían letales. Uno era firmar un acuerdo con talón de Aquiles y el otro, estar enfrentadísimo con Uribe. Si hubiera dado participación y tenido buena relación con Uribe, el Talón de Aquiles de las concesiones desmedidas no hubieran importado. Tampoco hubiera importado la enemistad total con Uribe si el acuerdo no hubiera tenido un flanco débil, pero las dos cosas al mismo tiempo fueron el detonante del traspié en el plebiscito.

—Por último, ¿qué análisis hace de las elecciones estadounidenses? ¿Qué mundo imagina si ganara Donald Trump?

—El riesgo de que triunfe Trump existe, porque se da dentro de un proceso general que tiene que ver con reacciones contra la globalización. La misma es un proceso inexorable, pero es entendible que genere reacciones e intentos de retrocesos. Trump representa en Estados Unidos el intento de volver al aislamiento, cuando habla de muros para separar a México, que representa la separación de América latina de América del Norte, el muro se convierte en una suerte de metáfora del aislamiento que propone Trump para proteger la economía, la industria y la sociedad norteamericana de los males del mundo. Trump es un espectro caricaturesco, grotesco y con un discurso absolutamente delirante, que al expresar esto obtiene alguna posibilidad de triunfo. Del mismo modo que nadie esperaba que ganara el Brexit en Gran Bretaña… y ganó.

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