Los círculos vinculados al ex Presidente neoliberal Mauricio Macri están involucrados en el esfuerzo por desestabilizar al actual Presidente de Argentina, Alberto Fernández, quien tomó posesión en diciembre del año pasado en medio de una grave crisis económica y una deuda impagable. La semana pasada, la policía provincial de Buenos Aires se rebeló durante varios días en demanda de mejores salarios y prestaciones, demandas que en sí son totalmente legítimas considerando el golpe que recibieron durante los cuatro años de la política de austeridad fondomonetarista de Macri, más los efectos de la recesión económica a causa de la pandemia.

Sin embargo, en el momento más álgido de la rebelión, el 10 de septiembre, grupos de policías armados rodearon el palacio presidencial en el suburbio de Buenos Aires para exigir a Fernández que saliera en persona a negociar con ellos. Fernández desactivó la crisis con el ofrecimiento de proporcionar más presupuesto para la policía, lo cual satisfizo a la mayoría de los huelguistas. Pero lo que salió a la luz después es que los dizque “dirigentes” de esta acción eran hampones en busca de publicidad, muchos de los cuales eran policías retirados o que habían sido despedidos por mala conducta, y están vinculados muy estrechamente a los dirigentes del movimiento de Macri, Cambiemos, o a su partido político “Propuesta Republicana” (PRO).

Luego de este desplante y conato de insurrección, el propio Macri publicó un artículo el 13 de septiembre en el diario de la derecha argentina, La Nación, en donde ataca a Fernández por imponer una cuarentena “autoritaria” y acusa al gobierno de desplegar “un ataque sistemático y permanente a nuestra Constitución” y de violar las “libertades individuales”. Macri sale con la cantaleta que vienen recitando los grupos “libertarios” que defienden el derecho a infectarse e infectar a los demás, y acusa al gobierno de utilizar los protocolos sanitarios “para impedir la libre circulación de personas”, y advierte que “la gente” va a tener que elegir ahora entre sí “es luz o es oscuridad”. Al mismo tiempo, en unas diez provincias del país algunas personas respondieron a los mensajes reaccionarios en los medios sociales, de “salir todos a las calles”, en caravanas de automóviles, agitando banderas y haciendo sonar las bocinas de sus carros, acompañados de consignas en contra de las restricciones “antidemocráticas”.

La crisis del coronavirus es todavía grave en el país, en especial en las provincias del interior en donde se han impuesto protocolos de salubridad más estrictos. Entre los manifestantes no hay un mensaje unificador, sino más bien se trata de individuos o grupos que expresan su frustración por los meses de cuarentena y las dificultades económicas que padecen, el cierre de negocios y la incertidumbre sobre el futuro. Pero estos son algunos de los ingredientes de lo que algunos comentaristas califican de un proceso de “golpe institucional” ya en marcha, del cual Macri es el cabecilla, con el respaldo de grupos empresariales y de los medios corporativos.

Fuente: larouchepac.com