En el marco de la conmemoración de la pueblada rosarina organizada por estudiantes y trabajadores que se gestó íntegramente en la calle, Conclusión dialogó con un actor protagonista de este hecho histórico que no solo marcó una generación sino que dejó una enseñanza que vive en la memoria de aquellos que sienten la reivindicación de derechos como una forma de vida.

Una historia vívida contada en primera persona desde la visión de un protagonista que tuvo incidencia en cada una de las organizaciones que se fueron generando a raíz de los sucesos que fueron ocurriendo e incentivando la organización de los estudiantes universitarios, que entendieron la importancia de generar alianzas con el movimiento obrero y la fuerza de los trabajadores.

La universidad del Noroeste y la lucha por un comedor estudiantil accesible

Cacho Beban comenzó su relato, dentro de una linea histórica, con los sucesos que actuaron como disparador de la organización a nivel nacional de los centros de estudiantes que respondieron a las acciones de un Estado dictador y represor.

«El Rosariazo constituyó unas de las puebladas más importantes que tuvo la historia de la ciudad. Ese jueves 21 de mayo. En ese momento se peleaban los políticos, los partidos, nadie solucionaba nada, hasta que vinieron los milicos, y en el ’66 había un político radical y el peronismo estaba proscripto, y ganó Illia con el 25 por ciento. Un gobierno débil, si bien se afirmó algunas cosas como nacionalizar los laboratorios, desarrolló la pequeña y mediana empresa», contó Cacho.

También recordó que el entonces presidente «era humilde, iba en colectivo a la Casa Rosada. Pero no ganamos nada con esa sencillez. Y los militares de Argentina, que no tienen nada de nacionalistas, comenzaron a enrolarse en el llamado Comando Sur que residía en Panamá y se fueron alineando a políticas de colonización y veían en toda movilización de trabajadores o reunión de jóvenes que todos eran comunistas. «Todo aquel melenudo, con barba o bigote para ellos era marxistas, castrista o castrocomunista. El ambiente era ese.», puntualizó.

Luego, continuó Cacho: «Llega el golpe de Estado, viene la junta militar y lo sacan a punta de pistola a Don Arturo Illia el 28 de junio de 1966 y entramos en una dictadura autoritaria. A mi me toco de entrada participar como actor porque me metieron. En la facultad era un hervidero de ideas. Fui presidente del Centro de Estudiantes. De entrada hicimos una asamblea y el rector de ese momento que se llamaba Cantini manda a disolver la Asamblea. Llegó la policía y nos dio palos por la cabeza. No se puede hacer la asamblea nos dijeron. Se intervinieron la facultades, los sindicatos. Esa era la dictadura de Onganía», recordó sobre los años de plomo.

«Nosotros desde el centro de estudiantes de medicina planteamos una consigna: resistencia o colaboración. Paramos esto, porque a partir de que ponen al Ministro de Economía en esa dictadura, Adalbert Krieger Vasena, representante de todos los Ceo de las multinacionales, un dirigente de la sociedad rural, entonces nosotros planteamos Resistencia, pero otros decían Colaboración. Comenzaron a despedir gente, bajaron los salarios, empezaron a desnacionalizar las empresas, los ferrocarriles a la banca extranjera, los puertos al extranjero. Todo un retroceso. Por eso los estudiantes y los trabajadores resistieron, con algunos cuadros intelectuales. Se armó un quilombo porque en Corrientes estaba la Universidad del Nordeste que comprendía Corrientes y Chaco. Le dieron la concesión del comedor a un conservador de apellido Solari Ballesteros, junto con el Rector Walker, otro conservador. Hicieron que el comedor de 27 pase a 172,5 el ticket. Se empezó la resistencia y el estudiantado comenzó a moverse. Este rector trajo a la Infantería de la Policía Federal para dar biaba en el comedor. Aquel que no tuviera el ticket no comía», se quejó.

Surgieron manifestaciones de 15.000 personas, apoyado por las dos CGT. El rector los elude y habla con el gobernador y el jefe de la policía tramando una represión gigantesca. Se hirió a un chico, un formoseño de apellido Monzón cuando le negaban a los estudiantes el ingreso al comedor. Se hace esta manifestación impresionante y la policía local mas la policía federal dio biaba y represión desmedida. Tres muertos. Oficialmente dan un muerto Juan Jose Cabral, estudiante de medicina.

En seguida repercusión entre los centros de estudiantes. En la Plata, en Córdoba, en Tucumán y en Rosario. «En Rosario nos reunimos en la calle Lavalle 817, porque no se podía hacer en las universidad por que andaban los servicios de información. Entonces nos reunimos en ese lugar. El dueño era Ernesto Haimovich que fue el presidente del centro de estudiantes de Medicina. Participaron el presidente de Ingeniería, el centro de Arquitectura, el centro de Derecho y organizamos el Intercentro. Tomamos la decisión de tomar las facultades en repudio de este estudiante asesinado.

Nosotros estábamos infiltrados por los servicios de inteligencia y a todos los que hablábamos nos sacaban fotos. Nosotros tomamos la resolución de hacer asambleas en todas las facultades y nos enteramos que hubo una reunión de Cantini con la policía y lunes aparecieron todas las facultades cerradas», rememoró Beban.

Se meten con las universidades porque le tienen miedo a la inteligencia, «le tienen miedo a la juventud con ideario, con debate, con posiciones progresistas, y en ese momento había mucha cercanía con los trabajadores. Automáticamente los estudiantes logran la solidaridad de los trabajadores que estaban nucleados en dos CGT; Azopardo y la CGT de los Argentinos recientemente. Entonces nosotros los estudiantes estábamos estrechamente ligados con los sindicatos. La dictadura tenía miedo».

Los sucesos que dispararon el Rosariazo

Sobre lo ocurrido en Rosario en función de la organización estudiantil a nivel nacional, Beban contó: «Hacemos la reunión en el comedor y nosotros casi nos caemos de espalda. Multitudinaria, había gente que se agolpaba en el comedor de calle Corrientes. Íbamos a marchar por calle Córdoba como manifestación con todos los carteles y consignas, y justo antes de salir, y los centros de estudiantes tenían mayoría de expresiones democráticas. Había comunismo, troskismo, movimientos maoistas. Estos grupos planteaban que había que tirar bombas molotov a los bancos y al diario capital».

Y continuó: «Nosotros le arrancamos los bolsos y no hubo eso en la marcha para no dar pie. Nosotros conducíamos los centros con mayoría democrática. La manifestación era terriblemente grande y cuando comienza a marchar, los dirigentes adelante con los dirigentes de la CGT al frente. La policía tenía planificado y pusieron todo su poderío en la Bolsa de Comercio. Dejan pasar la cabecera y la parten. Descargan palos sobre la gente que quedó. La otra parte, o sea la cabecera, fueron atacados a mansalva. Y gracias a los empleados de comercio que los escondieron en los negocios y se salvaron. Pero otro grupo se metió en la galería Melipal y yo pude ver como agarraron a los primeros. En la galería entró un grupo grande y en un momento determinado ingresa un comisario Bagli y iban dos oficiales, entre ellos, el sargento Juan Lezcano, que con una 45mm mata a Rodolfo Bello, estudiante de 22 años. La ambulancia no podía ingresar entonces los estudiantes cargaron a Bello y lo llevaron a Asistencia Pública».

«Después de 7 horas fallece. Después de la angustia, al día siguiente se decide que el movimiento estudiantil, el movimiento de trabajadores va a ir hacia Las Rosas a despedirlos al cementerio. La policía nos para en Carcaraña en Cañada de Gómez y tuvimos que evadir un vallado. Llegamos y despedimos los restos de Bello. Al otro día se habló con todo el mundo para convocar. Gente de las cooperativas, sindicatos, a la Iglesia. Se armó el comité de Lucha. En aquel momento los medios comunicaron a favor. Se armó una expectación importante. Era el primer mártir de Rosario y el tercero de la Argentina. Era la primera vez que moría un chico en una marcha. La marcha se llamó Marcha del silencio. La consigna era evitar el choque con la policía. Nunca de los años que tengo vi una convocatoria tan impresionante. Había monjas. Madres con chicos en brazos, estudiantes, todos en silencio. La policía quiso reprimir y fue desbordada. Ya estaba el hecho consumado. Después de la marcha la policía atacó con ferocidad, con hidrantes, con ferocidad, con balas de plomo. La gente de lo barrios hacia barricadas. Se desvirtuó el objetivo», recordó.

Cuando la historia necesita ser recordada

Como analogía de lo ocurrido en ese contexto histórico, el doctor que participó en la organización del Rosariazo, reflexionó: «Sería muy importante que los estudiantes se organizaran con los trabajadores. El problema es que las élites dominantes lograron convencer que las clases mas bajas tienen que aceptar sus planes de ajustes y esta desunida la clase media con la clase trabajadora. Los sindicatos expresan a los trabajadores, y la clase media estudiantes docentes y pequeños empresarios. La enseñanza que deja el Rosariazo es la resistencia. En la calle con movilización hizo posible de que lo que perseguíamos los dirigentes estudiantiles y dirigentes sindicales era que eso terminara, porque significaba menos detenciones menos muerte. Hoy pienso con humildad que todos debemos creer que cuanto antes termine este sueño malo de falta de trabajo, falta de dinero y represión, cuanto antes termine mejor».