La provincia de Buenos Aires es la zona más poblada del país con más de 16 millones de habitantes y casi doce millones de votantes. Por eso no suena ilógico pensar que quien ha sido elegido para gobernar aquel territorio, puede luego, convertirse en presidente de los argentinos. Sin embargo, la historia muestra exactamente todo lo contrario. Nunca un gobernador de Buenos Aires se pudo transformar en primer mandatario del país por el voto popular. Y ayer, no fue la excepción a la regla.

Sólo se pueden establecer dos salvedades . Los casos de Mitre y Duhalde. El primero pasó de gobernador de Buenos Aires a presidente en 1862 y Eduardo Duhalde, fue gobernador de la provincia de Buenos Aires durante el período 1991-1999 y presidente en 2002. Ambos, sin embargo, fueron elegidos por un tribunal y no por el voto de la gente.

Eduardo Duhalde fue candidato a la presidencia en 1999, pero De la Rúa lo venció en las urnas. Luego se convirtió en presidente entre 2002 y 2003, pero sin ser elegido por el voto de los ciudadanos, sino por una asamblea legislativa. Después de la renuncia del entonces presidente Fernando De la Rúa y el paso por el cargo mayor de Ramón Puerta, Adolfo Rodríguez Saá y Eduardo Camaño fue designado Duhalde como primer mandatario. El caso de Daniel Scioli tiene varias coincidencias, como Duhalde, fue vicepresidente y luego gobernador de la provincia de Buenos Aires en dos oportunidades. Y ambos se postularon para conducir los destinos de la Nación, pero fueron derrotados en las urnas.

El triunfo de Mauricio Macri comprueba nuevamente la máxima, tan particular como cierta. Pero no han sido pocos los que han intentado sin éxito hacerse con la presidencia de la Argentina luego de comandar los destinos de la provincia más extensa y con mayor densidad poblacional del país.

La historia habla de Carlos Tejedor, quien fue derrotado por Roca en 1980, Bernardo de Irigoyen, vencido en las elecciones presidenciales en dos oportunidades (1886 y 1892). También se podría mencionar a Oscar Alende, gobernador de Frondizi y candidato en las presidenciales de 1963, 1973 y 1983 por Illia, Cámpora y Alfonsín.

Algunos gobernadores de Buenos Aires ni siquiera llegaron a poder presentarse a las elecciones presidenciales. Desde el roquista Dardo Rocha en 1886 hasta funcionarios como Cafiero, Felipe Solá y Ruckauf más acá en el tiempo, muchos no pudieron cumplir su sueño de ser presidente. Por perder en las internas de sus partidos, decisiones de los jefes políticos de la época o diversas situaciones coyunturales no llegaron siquiera a aspirar a sentarse en el sillón de Rivadavia.

Daniel Scioli, por su parte, ganó en Buenos Aires por 51,1% contra 48,9% del ahora presidente electo, pero no le alcanzó, ya que en el resto de los principales distritos se impuso Mauricio Macri. Tal vez por el desgaste de gobernar la provincia más habitada y compleja del país por dos mandatos consecutivos, la extraña regla aún no puede quebrarse. Lo cierto es que el histórico balotaje ya pasó y, entre otras cosas, dejó una certeza, el “maleficio” de Buenos Aires, continúa.