El militante de izquierda Sebastián Romero, conocido como «el gordo mortero» por su participación en los incidentes en las afueras del Congreso en diciembre de 2017, buscará llegar al Senado y afirmó que es «el único candidato preso político que hay en la Argentina».

El dirigente opositor se encuentra cumpliendo prisión domiciliaria tras haber sido extraditado desde Uruguay, donde había pasado dos años y medio prófugo de la Justicia.

>> Te puede interesar: El «gordo mortero» rompe el silencio: “Violenta era la política del gobierno”

Ahora apuesta a ocupar una banca en el Congreso de la Nación en representación de la provincia de Santa Fe: integra la lista del Partido Socialista de los Trabajadores Unificado (PSTU), dentro de la interna del Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT). De todos modos, ocupa el último lugar de la lista de suplentes.

En el marco de su postulación, Romero encabezó una reunión virtual con militantes del PSTU, en la que remarcó: «Hoy soy el único candidato preso político que hay en Argentina, pero no soy el único preso político, teniendo en cuenta que tenemos a Milagro Sala y Luis D Elía».

En ese sentido, el postulante a senador nacional comparó a la gestión de Mauricio Macri al frente de la Casa Rosada con la de Alberto Fernández.

«Todos fuimos perseguidos por el gobierno anterior, que nos persiguió, nos empobreció y nos dejó sin trabajo, pero este Gobierno no está siendo distinto y hasta sigue teniendo presos a compañeros mismos de sus organizaciones», se quejó.

>> Te puede interesar: «Gordo Mortero», el camino de un trabajador que fue demonizado

Sebastián Romero, quien se desempeñaba como delegado de la automotriz General Motors, fue uno de los emblemas de los incidentes que se produjeron en diciembre de 2017 en las inmediaciones del Congreso de la Nación mientras se debatía la reforma previsional.

Mientras utilizaba un palo para sostener un elemento pirotécnico y lo apuntaba hacia los efectivos de la Policía, el militante de izquierda fue retratado y allí se hizo popularmente conocido como «el Gordo Mortero».

Por su rol en aquellos incidentes, Romero fue buscado por la Justicia y se dio a la fuga: estuvo dos años y medio prófugo, hasta que fue capturado en Uruguay, cerca de la frontera con Brasil, y fue extraditado.