Por Esteban Guida

Más allá del repunte de algunos indicadores macroeconómicos, el esquema económico implementado desde diciembre de 2015 sigue presentando serios inconvenientes en el frente externo. En efecto, el intercambio comercial argentino (exportaciones e importaciones de bienes y servicios) sigue acumulando un déficit de preocupante magnitud.

En el recientemente publicado informe del Indec relativo al intercambio comercial argentino, se puede conocer que el déficit comercial de julio de 2017 ascendió a 798 millones de dólares.El dato más importante que surge del mismo informe es que en los primeros siete meses del año, el rojo comercial acumuló 3.428 millones de dólares, marcando una fuerte caída respecto al superávit de USD 1.020 millones registrado en igual periodo de 2016, producto de la fuerte devaluación de fines de 2015 y de la recesión que acusó la economía durante el año pasado.

En el período comprendido entre enero y julio de 2017, las exportaciones crecieron apenas 1,4% respecto a igual período del año anterior, ubicándose en 33.287 millones de dólares. Las exportaciones de Manufacturas de Origen Industrial (MOI) y las de Combustibles y energía crecieron 12,8% y 10%, respectivamente. Por el contrario, las ventas de productos primarios y de origen agropecuario cayeron 5,7% y 1,7%, respectivamente.

Tal como informó el Indec los mayores aumentos en el acumulado de exportaciones para los siete meses del 2017, en comparación con igual periodo de 2016,se observaron en su mayoría en productos industriales y en aquellos relacionados al combustible. Por ejemplo, los metales comunes y sus manufacturas crecieron 34,4%, los carburantes 39,1%; el material de transporte terrestre creció 16,7% y el gas de petróleo (más otros hidrocarburos gaseosos) 36,8%. No obstante, cabe señalar que las caídas más relevantes del periodo se registraron en productos correspondientes al complejo oleaginoso (el rubro “semillas y frutos oleaginosos” cayó 24,5%, con excepción de las exportaciones de aceite de soja). Resulta que las ventas al exterior de los porotos de soja cayeron fuertemente en los últimos dos años tanto por bajas en los precios en relación a los vigentes en 2013 y 2014 como por disminuciones en las cantidades exportadas.

Mientras que el crecimiento de las ventas al exterior no superó el orden del 2%, las importaciones acumuladas de los siete primeros meses de 2017 en comparación a idéntico periodo de 2016 aumentaron 15,4%, situándose en 36.715 millones de dólares. Los vehículos automotores de pasajeros aumentaron 44,2%, los bienes de capital 22,2% y los bienes de consumo 16,1%. Dentro del último grupo de bienes mencionado, aumentaron un 59%las compras de animales y productos derivados; material de transporte por 65,2%; productos alimenticios, bebidas u tacaco por 31%, materias textiles y sus manufacturas por 24,5% (no olvidarse que las empresas nacionales abocadas a este rubro tuvieron elpeor desempeño en 2017), y productos del reino animal por 23,8%, entre otros.

Por otro lado, la situación económica de Brasil, principal socios comerciales de la Argentina (principal destino del total de exportaciones), contribuye con el deterioro de la posición comercial de nuestro país. El pasado mes de julio, las exportaciones se situaron en 787 millones de dólares, mientras que las importaciones fueron de 1.579 millones de dólares. Esto significa un saldo comercial deficitario del orden de 792 millones de dólares, lo que supera en 142% al registrado en julio de 2016.

Respecto a los primeros siete meses del 2017, las exportaciones de Argentina a Brasil fueron de 5.204 millones de dólares (4,3% más que en igual periodo del año anterior), mientras que las importaciones un total de 9.942 millones de dólares (28,8% más que en igual periodo de 2016). La marcha de la economía brasileña y las medidas implementadas por el gobierno de Temer no auguran un pronto cambio en esta situación.

Como suele ocurrir en proceso de apertura y liberalización comercial, algunos sectores logran mejorar su posición exportadora, mientras que otros se dirigen a la desaparición y el conjunto de la económica consume más divisas de las que genera. Este combo conduce peligrosamente a una situación de estrangulamiento externo que de no revertirse puede tener repercusiones en el mercado cambiario y en la estructura de precios relativos de la economía. El objetivo crecimiento económico y desarrollo social queda muy lejos de ser posible con un recurrente déficit en el balance comercial.

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