“En el 2001 los funcionarios nos pedían eficiencia a los industriales. Se nos desacreditaba. Lo mismo pasa hoy. ¿No les parece un dramático deja vú?”.

Esa frase pronunciada por Guillermo Moretti, presidente de la Federación de Industrias de Santa Fe (Fisfe), en la fiesta de la institución por el Día de la Industria, ante un numeroso público de (grandes, medianos y pequeños) empresarios, funcionarios y dirigentes políticos y sindicales, trasluce lo que más se palpó durante toda la jornada en el Complejo Industrial de Armstrong: preocupación por el presente y el futuro del país, reclamos urgentes, y críticas al corazón del modelo económico que predica y practica el gobierno nacional.

Nutridas mesas en la “Nave Metalúrgica CELE SRL”. Los comensales degustaron fiambres varios. Hubo carnes asadas, vino y hasta brindis burbujeante, luego de las habituales premiaciones.

“Desde su reunificación en el año 2001, en Fisfe hemos sido consecuentes a la idea de que cuidar la industria, es cuidar a quien agrega valor. Y jamás hemos sido consecuentes de ningún gobierno. Decíamos antes y decimos hoy que los países más desarrollados del mundo son industriales, y que los países desarrollados no adoptan el liberalismo con fanatismo ideológico. Los Estados Unidos, por ejemplo, regulan el ingreso de mercadería importada. Y protegen su mercado interno”, dijo Moretti, ante la atenta mirada de los comensales, entre los que se encontraban el gobernador de la provincia, Miguel Lifschitz, el presidente de la Unión Industrial, Miguel Acevedo, y el secretario de Industria de la Nación, Fernando Grasso (único representante del presidente Macri en el convite).

Moretti apuntó también al corazón del modelo macrista, que aseguró no los “contiene”.

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«Hay medidas que no nos contienen, otras que son malas, malísimas (parafraseando al presidente). Estamos funcionando al 60% por ciento de la capacidad productiva, tenemos tarifas dolarizadas, tasas de interés del 60%, aumento de impuestos y las importaciones de un mundo que hoy es proteccionista y está lleno de saldos exportables. Lo que hay que diseñar es una estrategia de desarrollo. No se puede apostar al sector financiero«, expresó con dureza el titular de Fisfe.

Moretti también se quejó de los discursos que aluden a la eficiencia y la competitividad de las empresas, aludiendo a la teoría darwiniana de las especies. «Si había empresas ineficientes ya se fundieron hace años, los que sobrevivimos hicimos ajustes y nos reconvertimos, y hoy nuevamente tenemos que adaptarnos para sobrevivir con la sensación de que hay que empezar siempre de cero».

Cerró, con optimismo: “Los industriales somos optimistas por naturaleza. Pensamos siempre que hay un camino. Y también somos parte de la solución, como dice el presidente. Y creemos que no hay futuro para el país si no es industrial”.

El titular de la UIA, Miguel Acevedo, por su parte, admitió que estabilizar la macroeconomía es hoy una prioridad (habló de “apagar el incendio) pero pidió que al mismo tiempo el gobierno nacional adopte «medidas específicas» para atender a las empresas afectadas por el corte de la cadena de pagos y la falta de referencia de precios.

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Y refiriéndose directamente a sus pares, dijo: “Hoy competimos en un mundo donde las cadenas de valor se complejizan, hay que comprender demandas de clientes del mundo”.

“Debemos transformar dentro de las fábricas la inserción inteligente, vínculos fruto de la estrategia y no decisiones urgentes” agregó.

Dólar de miedo, era de hielo y slogans

Acevedo, en la previa del almuerzo, reconoció que la última devaluación llevó el tipo de cambio a un “dólar de miedo”, ya que refleja crisis y no competitividad. Y, aunque con menos vehemencia discursiva que Moretti, también criticó el “modelo” que premia la especulación, por lo que pidió “más y mejor política industrial”.

Fernando Grasso fue el funcionario macrista que tuvo que hacer frente a toda esa oleada de críticas como enviado del presidente. En diálogo con Conclusión, reconoció que se viene una era de hielo en la economía, con por lo menos números negativos hasta abril, por lo que la recesión podría durar más de lo esperado, uno de los temores en Casa Rosada.

Asimismo, el secretario de Industria nacional se mostró esperanzado en que tanto la negociación con gobernadores por el Presupuesto, como con los directivos del FMI permitan llevar tranquilidad al mercado y “comenzar a estabilizar la macroeconomía”.

«Si logramos atravesar esta crisis vamos a salir fortalecidos, porque el tipo de cambio será más competitivo», ponderó.

También dijo presente Antonio Bonfatti, presidente de la Cámara de Diputados de Santa Fe, quien entrevistado por Conclusión en la previa del almuerzo, castigó al gobierno por “premiar la usura y la especulación” y tener una “mirada porteña”.

“Con slogans y Durán Barba no se sale hacia adelante”, fustigó. Además, pidió encarar la discusión pendiente sobre qué tipo de país y economía se pretende para abandonar las marchas y contramarchas constantes.

La ministra de Producción de Santa Fe, Alicia Ciciliani, matizó el complejo panorama de las industrias santafesinas y enumeró las medidas y discusiones que se llevan adelante para “mitigar” el impacto de la crisis.

Ricardo Diab, titular de la Cámara Argentina de la Pequeña y Mediana Empresa (Came) se mostró con optimismo aunque señaló que el panorama es díficil, criticó la imposibilidad de acceso a financiamiento porn las altas tasas y advirtió por la perdida de puestos de trabajo en el corto y mediano plazo.

El cuatrilema de Lifschitz

El gobernador de Santa Fe, en tanto, recorrió varios frentes en su discurso. En primer lugar elevó a los industriales, que “se desarrollaron a contramano de las políticas, lo que les ha dado capacidad de supervivencia”.

También elogió a la ciudad de Armstrong, como polo productivo, de máquinaria agrícola, metalmecánica principalmente, y dijo que “si todo el país fuera como Armstrong, por la mixtura de lo rural y lo urbano, el agro y la industria, el país sería fantástico”.

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Puntualmente, Lifschitz instó al gobierno nacional al “congelamiento por un tiempo de tarifas y combustibles» y reclamó que «no pare la obra pública» por su papel dinamizador en este tiempo de crisis.

La mesa central del almuerzo en Armstrong. El gobernador, Miguel Lifschitz, junto el secretario Fernando Grasso, Miguel Acevedo, de la UIA, Gustavo Crucianelli, presidente del centro industrial de Armstrong y Pablo Verdecchia, intendente de Armstrong, entre otros.

Y también trazó un análisis de fondo del país, su desarrollo trunco y las causas.

“Se advierte cierta decadencia, después de 40 o 50 años de pobreza estructural, que se retroalimenta. El ‘stop and go’ de la economía del que hablan los expertos, primero crecemos y después vienen los ajustes, con el costo social. Ya no se ve ese ciclo virtuoso de ascenso social a través del trabajo, financiamiento de vivienda, herramientas que permitían tener  expectativas de progreso”, graficó el mandatario.

Y añadió: “Adhiero a la teoría de un economista, José M. Fanelli, que sintetiza en un ‘trilema’, tres ejes problemáticos de la economía argentina: déficit fiscal acumulado que no se ha resuelto, hay un gasto alto y mal aplicado; una restricción externa, falta crónica de dólares, y luego la pobreza y exclusión social. A esto yo le agrego el problema ético, la corrupción, que atraviesa a toda la política, empresarios, financistas, servicios de inteligencia, dirigentes gremiales, y tiene alto impacto social. Hay que reconocer estos problemas, y no dejar de abordarlos, para salir de la crisis”.