La pérdida de poder adquisitivo, provocada por la inflación y el retraso de los ingresos salariales, generó un aumento del endeudamiento en las familias, sobre todo con las alternativas más ágiles, como las tarjetas de crédito.

Según detalló un informe realizado por el diario La Voz de Córdoba, pese a que las tasas de interés encarecieron este tipo de estrategias, el 62,7 por ciento de las familias del Gran Córdoba compran en cuotas con tarjeta o al fiado con libreta, según surge de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).

Los datos corresponden al tercer trimestre de 2018 y muestran un aumento de tres puntos respecto a igual período de 2017 y de cinco con relación a 2016.

Si bien el relevamiento oficial unifica el dato de compras con tarjeta de crédito o al fiado, prevalece la primera opción, sobre todo en los niveles de mayor poder adquisitivo.

Según los últimos datos del Banco Central, en septiembre de 2018 había en el país 42,5 millones de plásticos (2,2 millones más que a finales de 2017) y 25,6 millones de titulares de tarjetas de crédito (si bien esa cifra equivale a casi todos los argentinos en edad adulta, la bancarización es del 50 por ciento).

La encuesta también refleja otras conductas surgidas en medio de la crisis, como la de gastar dinero que se había ahorrado o la de vender pertenencias.

Uno de los puntos tiene que ver con los ingresos. Es decir, si se analiza a los hogares por nivel de ingreso total, entre el 20 por ciento más pobre (quintil 1), sólo el 40 por ciento utiliza las cuotas o el fiado. Mientras que entre el 20 por ciento más rico (quintil 5), la cantidad de familias se eleva al 84 por ciento.

Sin embargo, en todos los quintiles (una medida que surge al dividir a la población en cinco partes iguales) se evidencia un incremento del uso de las cuotas en los últimos dos años, lo que manifiesta la necesidad de postergar pagos para llegar a fin de mes.

La información del Indec también muestra un incremento de otras modalidades de financiamiento y refleja la dificultad de los sectores de ingresos más bajos para acceder a la economía formal.

En la comparación de los tres años, se revela un aumento de la proporción de familias que pidieron un préstamo, tanto a familiares y a amigos (del 21,6 por ciento en 2016 al 23 por ciento en 2018) como a bancos o a financieras (del 13 al 17 por ciento).

Pero mientras en el 20 por ciento de los hogares más pobres predomina la fuente informal de financiamiento (más de 32 por ciento pidió un préstamo a conocidos en 2018, frente al 11 por ciento que recurrió al sector financiero) entre el segmento de mayores ingresos el financiamiento bancario es más elevado (la relación se invierte a 9,5 y a 19 por ciento, respectivamente).

Esta disminución del poder de compra, además de generar más endeudamiento, lleva a otras situaciones, como a la dificultad para ahorrar e, incluso, a gastar recursos que se habían atesorado antes con otros fines.

De hecho, entre los datos que arroja la EPH surge que, en el tercer trimestre del año pasado, el 38 por ciento de las familias cordobesas declararon que gastaron dinero que habían ahorrado, en tanto que casi 10 por ciento señaló que vendió sus pertenencias para poder generar ingresos.

En el relevamiento del Indec, el porcentaje de familias que recibieron ayuda de alimentos o mercadería de instituciones o de organismos gubernamentales fue de 5,4 por ciento (dos puntos más que en 2016), concentrado en el 40 por ciento con ingresos más bajos.

Además, casi 10 por ciento de los hogares cordobeses (más del 23 por ciento en el quintil más bajo) también obtuvo este tipo de ayuda por parte de familiares o de vecinos.