El Ministerio de Economía advirtió en la noche de este miércoles que la Argentina «no puede comprometerse de manera razonable» a hacer frente a las últimas exigencias de grupos de acreedores y cuestionó algunos reclamos por ser «ampliamente inconsistentes con el marco de sostenibilidad de la deuda».

Al difundir las propuestas de pago formuladas por el Gobierno y las contrapropuestas de los acreedores, la cartera que conduce Martín Guzmán consideró que «las demandas de los inversores a menudo divergen y no se pueden conciliar fácilmente».

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Además de existir diferencias en el monto de los pagos, diversos grupos de acreedores quieren que la Argentina empiece a abonar intereses a partir del año próximo.

«La República evaluará todas las opciones disponibles como parte de un proceso integral para restaurar la estabilidad macroeconómica», sostuvo el Palacio de Hacienda.

Este miércoles, el Ejecutivo acordó con los bonistas levantar los acuerdos de confidencialidad y buscará extender el plazo de negociación que vence este viernes.

Según confirmaron fuentes oficiales, «todo apunta a que las negociaciones continuarán después del viernes» para alcanzar un acuerdo en las negociaciones para reestructurar deuda por u$s 66.3000 millones.

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Desde el Palacio de Hacienda reconocieron que continúa existiendo una diferencia «entre lo que quiere pagar el Gobierno y lo que pretenden los acreedores», y que el poderoso grupo Black Rock es el más renuente a llegar a un entendimiento.

Este fondo, que integra el denominado Grupo Argentino Ad Hoc, que componen también los inversores nucleados en Fidelity y Ashmore, mantiene su reclamo de u$s 55, lejos de lo que propone la cartera que conduce Martín Guzmán (menos de 50, hasta ahora).

Recuerdos del futuro

Por su parte, el presidente Alberto Fernández admitió un rato después que hay «diferencias» con los acreedores durante las negociaciones por la deuda y criticó que «algunos acreedores tomaron una actitud de dureza que no se entiende».

El jefe de Estado consideró además que si el país no llega a un entendimiento, «en términos reales, no hay mucha diferencia».

En ese sentido, el mandatario aclaró que al momento de asumir el gobierno en diciembre de 2019, el país «ya estaba en default». 

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«Va a haber problemas para que las empresas tengan acceso al crédito, pero ya los tienen», argumentó en declaraciones a un canal de televisión.

Sin embargo, evaluó que «siempre es mejor acordar» e insistió: «Es mejor pagar la deuda que no pagarla, claramente. Hoy a la Argentina nadie le presta plata».

«Hemos hecho nuestro mejor esfuerzo», destacó y remarcó que la Argentina hizo «una segunda oferta, que no termina de ser aceptada plenamente por los fondos».

Además, apuntó: «No entiendo muy bien el apuro para ver cuándo salimos del default o nos ponemos de acuerdo con los acreedores».

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En esa línea, Fernández recordó la negociación del año 2005, cuando «junto a Roberto Lavagna (ministro de Economía 2002-2005)» y el como Jefe de Gabinete, participaron de negociaciones por la cesación de pagos declarada en 2002, y «duraron desde enero hasta diciembre, un año entero». 

El mandatario también se refirió al Fondo Monetario Internacional y alertó: «El Fondo dejó de cumplir su préstamo otorgado porque dejó de confiar en la Argentina».