Por Esteban Guida

La intervención sobre el Indec que llevó a cabo el gobierno de Mauricio Macri a pocos días de su asunción terminó con el manto de sospechas que cubrían las estadísticas oficiales publicadas por dicho organismo. Aunque ya no hay motivación política para las críticas intencionadas, el Indec sigue haciendo cambios metodológicos que dificultan el análisis de la evolución de los principales indicadores que reflejan la situación económica y social de la Argentina.

En el mes de julio se publicaron los datos relativos a la inflación del mes anterior, que registró una variación del índice inflacionario nacional del 1,2% mensual. Es importante destacar que este guarismo corresponde a un nuevo índice, que tiene una metodología de cálculo diferente al que utilizó el Indec para medir la inflación hasta el momento.

En efecto, el Indec desplazó al histórico Índice de Precios al Consumidor del Gran Buenos Aires como referencia nacional y estrenó otro que amplía la cobertura geográfica del anterior. El Índice de Precios Nacional se calculará a partir de la anexión de los índices de precios regionales; es decir que el dato nacional se obtendrá a partir de un promedio ponderado en función de las proporciones de gasto de las diferentes regiones con respecto al gasto total del país, derivadas de la Encuesta Nacional de Gastos e Ingresos de los Hogares 2004/05.

Tal como se desprende del informe debutante presentado por el Indec, las mayores subas mensuales se dan en las regiones del Gran Buenos Aires y del Noreste (ambas 1,4%). El resto de las zonas registraron variaciones cercanas al 1% (Patagónica 1,1%, Pampeana y Cuyo 1%, y Noroeste 0,9%). Los gastos del hogar y los servicios básicos presentaron subas del 1,8% para el total nacional, con picos de 2,6% y 2,4% para Noreste -Misiones, Corrientes, Formosa y Chaco-  y GBA, respectivamente.

Esta modificación -ampliación de la representatividad del indicador- en el cálculo de la inflación llega después de otros tres cambios introducidos por el Indec, desde diciembre de 2015, cuando el gobierno de Macri nombró a Jorge Todesca como director del Indec. Bajo la opinión de que el organismo se encontraba intervenido desde el año 2007, la primera determinación de Todesca se centró en decretar la emergencia estadística que implicaba la cancelación de todas las publicaciones estadísticas confeccionadas por el instituto hasta que fueran sometidas a una rigurosa revisión técnica. Esta medida alcanzó al Índice de Precios al Consumidor Nacional Urbano (IPCNU) estrenado a principios de 2013. Pero, a diferencia de los demás indicadores, este no fue sujeto a escrutinio sino que directamente fue discontinuado en noviembre de 2015.

El segundo y tercer cambio se introdujeron en junio de 2016, con la reactivación del IPC GBA como referencia nacional de la inflación del país. En esta nueva etapa del emblemático IPC del Gran Buenos Aires se optó por utilizar las ponderaciones del gasto en los hogares que se desprenden de la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares (ENGHO) realizada entre octubre de 2004 y diciembre de 2005, dejando atrás a la misma encuesta ejecutada en 2012/13. En esa oportunidad, su desuso también se manifestó en su supuesta falta de riguridad técnica que no permitía evaluar, entre otros aspectos, los procedimientos de imputación de los gastos de los hogares.

A estos cuatro cambios orquestados en menos de dos años, se sumará prontamente otro, puesto que en dos meses se inicia la recolección de datos para la confección de la ENGHo 2017/18, base para el relevamiento de los precios que forman parte del IPC.

En síntesis, a finales de su tercer año de mandato, el gobierno de Cambiemos acumulará cinco modificaciones (salvo que quiera introducir otras más que al momento se desconocen) en lo que respecta a la medición de la inflación. Cabe preguntarse si normalizar el Indec requería modificar tantas veces la forma de calcular un índice tan sensible al interés general, siendo que ello dificulta la compresión de la evolución del fenómeno, aspecto fundamental que cumplen los indicadores útiles y confiables.

El cambio de metodología no ha sido inocuo. Si se hubiera mantenido el índice que el Indec consideró oficial desde el inicio de la gestión de Cambiemos, la inflación “oficial” acumulada entre diciembre de 2015 y Junio de 2017 ascendería al 67%. Sin embargo, los cambios metodológicos antes mencionados, dan una inflación acumulada del 55% para el mismo periodo; esto es, nada más y nada menos, que un 12% menos de inflación acumulada, producto de “la normalización del Indec”.

La nacionalización del índice de precios ya estaba vigente antes de la asunción de Macri, pero fue eliminada sin que al momento se conozcan los argumentos técnicos de tal medida. Lejos de lograr la normalización, el Indec sigue haciendo cambios que impiden apreciar de manera continua la variación en el nivel general de precios producto de las medidas implementadas por el gobierno de Cambiemos. La posverdad ganó nuevamente su partida.

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