Por Alejandro Maidana

Si bien la Mesa de Enlace levantó el lockout patronal que utilizó como herramienta de batalla en la disputa con el gobierno nacional, el conflicto con el sector sigue vigente y no se avizora un horizonte que pueda generar el beneficio colectivo que se propugna, al menos desde el sector político. La suspensión de exportaciones de carne por 30 días, consolidó una disputa de larga data que tiene su anclaje en la suba indiscriminada de precios, y en el monopolio ganadero.

El acceso a la carne para la mayoría de las y los argentinos se ha convertido en algo excepcional, el aumento de un 65% en el último año, la coloca como un privilegio para pocos en el país de “los vientres”. El conflicto suscitado entre el gobierno nacional y el sector ganadero, empujó un cese de abastecimiento al mercado de Liniers por espacio de 14 días, acción que derivó en que lo poco que se conseguía en “góndola”, mostrase un nuevo salto en torno a precios.

La figura de Nicolás Pino como nuevo presidente de La Sociedad Rural Argentina, puede explicar que, en la designación de este reconocido matarife, se busca allanar el camino que ha trazado esta disputa. Según Ciccra (Cámara de la Industria y Comercio de Carnes), tomando como referencia el mes de abril, el consumo aparente por habitante habría llegado a 44,7 kg/año, nivel que resultó 13,1% inferior al de un año atrás.

Ciccra destacó que el promedio móvil de los últimos doce meses del consumo (aparente) de carne vacuna por habitante, habría quedado en 48,2 kg/año en el cuarto mes de 2021. En relación a un año atrás, la disminución habría sido de 5,3% (-2,67 kg/hab/año). Números y más números que buscan poner en relieve un debate que necesariamente debe complejizarse, ya que resulta inadmisible que un país que puede alimentar diez veces a su población, hoy se encuentre refugiado en los commodities sin poder garantizar un plato de comida a más de 20 millones de argentinos.

Cuando el conflicto con aquellos que concentran la producción, afecta a quienes solo sobreviven

A los pequeños productores el costo de alimentar un animal, no encuentra diferencia alguna con los de los feedlot, destacando que estos gozan de otra escala de producción (que ahorra los 2 años y medio de cría). Este es uno de los puntos de discusión que plantean las mujeres ganaderas nucleadas en Amraf (Asociación de Mujeres Rurales Argentina Federal), ya que el costo del maíz o balanceado, es el mismo tanto para grandes monopolios, como para pequeños productores.

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“La vaca no es como el pollo, que en 90 días está preparado para ser comercializado, el ternero lleva 9 meses de gestación, un año y medio de recría, y un año y medio más para engordarlo. Como se verá, no es un proceso rápido como el pollo o chancho, y hoy a un animal adulto para engordarlo hay que darle 12 kilos diarios de alimento $28 +IVA el kg. Es necesario aumentar el stock de cabezas en el país de vientres, no se debe dar el mismo tratamiento a los que somos distintos, centenares de veces hemos manifestado que necesitamos políticas públicas distintas, para aquellos que producimos distinto”, sostuvieron desde Amraf.

Acompañar a aquellas y aquellos que resisten estoicamente los embates de un modelo productivo concentrador y monopólico, debería ser prioritario a la hora de empujar un nuevo paradigma. “Necesitamos madres para aumentar el stock, materia seca, infraestructura y otros gastos, un plan Nacional ganadero para retención de vientres y capital operativo para generar buenas pasturas. Para citar un ejemplo, un royo de pasto por día para las madres, cuesta $3500, una opción más económica, es aunar esfuerzos con vecinos para realizar un trabajo en conjunto en el cuidado, que es lo que hacemos en estos momentos”.

La situación es mucho más complicada para quienes pagan alquileres en la cría de ganado, sumado a lo inalcanzable del precio del maíz. “Esto es lo que nos cuesta hoy hacer el <consumo interno>, que es lo que comen los y las argentinas. Estamos muy preocupadas por esta situación, si no se implementa de manera urgente un plan de asistencia a quienes producimos en pequeña escala, corremos el riesgo de que nuestros alimentos queden en manos de los concentradores de la tierra y la producción. Caso contrario, tendemos a desaparecer”, enfatizaron desde la Asociación de Mujeres Rurales.

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Todo lo expuesto se extiende también en carnes de pollo, cerdos y cabras. “Necesitamos un programa ganadero con perspectiva de género. Las Mujeres Ganaderas nos hemos empoderado y con mucho sacrificio no le hemos vendido o alquilado el campo a nuestros hermanos, vecinos o terratenientes. Los costos son en dólares, y a los terneros nos los pagan en pesos. Y, si a todo esto le sumamos el tema del clima, que también hay que tenerlo en cuenta en el momento de los costos, la subsistencia se hace mucho más compleja. Necesitamos pequeñas máquinas con perspectiva de género, de fácil uso para mujeres. Muchas de nosotras no tenemos tractor, se pueden imaginar el sacrificio para darles agua y alimentos a los animales. Así trabajamos las mujeres rurales ganaderas que producimos en pequeña escala. Exigimos un Plan Ganadero que contemple, entre otras cosas, carros para distribuir entre compañeras, para de esa manera también tenderles una mano a las pymes argentinas”.

Desde Amraf decidieron solicitar una audiencia con el Ministerio de la Mujer, ya que consideran que el mismo está en condiciones de proyectar un programa «Producir para Mujeres Rurales de Producción en pequeña Escala», para de esa manera poder contar con pequeñas máquinas y herramientas que faciliten la labor. “Si nos subsidian el 50%, nosotras podemos mostrar producción concreta con cabezas de ganado, para de esa manera poder aumentar nuestra producción. Los números dan, pero para producir carne, primero tenemos que tener pasturas y madres, a las mujeres nos conviene el ternero al destete, porque tenemos poco campo para engordar novillos para carne, así como somos las cuidadoras de las semillas, las mujeres tenemos que ser las generadoras de hembras para aumentar el número de cabezas en el país”.

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Complejizando el debate, mostrando la realidad que atraviesan aquellas mujeres que buscan sobrevivir a la concentración incesante de la producción, quiénes nunca abandonaron el mercado interno, insisten en visibilizar su camino. “Somos generadoras de producción primaria y de la buena, pastura natural, en buena hora que se pregone el consumo orgánico. El Ministerio de Producción, su ministro Luis Basterra, tiene la oportunidad de reivindicar nuestro trabajo y producción con decisiones políticas que muestren la intervención del Estado para fortalecer un espacio fundamental en la alimentación de nuestro país. Necesitamos la intervención del Estado para evitar la concentración y el Monopolio”.

Desde el norte profundo de Santa Fe emerge la voz de una resiliente mujer 

Paola Zapata es una pequeña productora del norte profundo de Santa Fe, en Colonia Montefiore, departamento 9 de Julio, resiste los embates de un modelo que aletarga y empuja hacia los márgenes de la historia productiva de este país, a quiénes arrendan y sobreviven a duras penas. “Se nos hace prácticamente imposible sostenernos, ya que, hablando de ganadería, los más grandes se van devorando a los más chicos. Conozco a compañeras que han tenido que vender sus animales, o el campito de 50 o 100 hectáreas producto de los costos y los impactos del clima, ya que aquí a las sequias se le suman grandes inundaciones. Es imposible el sostenimiento de los pequeños productores bajo este contexto, lamentablemente desde el gobierno no recibimos ningún tipo de ayuda, situación que nos ayudaría a abastecer de alimentos a todos los argentinos”.

El camino de las y los pequeños productores es tan espinoso como solitario, un grito que busca amplificarse hasta estallar en los impávidos oídos de un estado que debe cobijarlos para evitar su desaparición. “Aquí hacemos dulce de leche, quesos, sacamos al ternero de invernada que es el futuro novillo para el consumo de carne, lamentablemente no podemos participar de este proceso ya que nos falta rentabilidad. Es allí donde aparecen los monopolios ganaderos que son quienes compran los terneros para luego convertirlos en novillos de 380 o 400 kilos para una carnicería o para exportación. Para nosotras es imposible poder alimentar al animal y brindarle la atención sanitaria que corresponde y exige el Senasa. La mitad del costo de un ternero se nos va en el alquiler del campo y medicación, por ello los y las pequeñas productoras no podemos sostener la crianza de un novillo. Es por ello que necesitamos que el gobierno nos de un crédito a tasas subsidiadas para que finalmente seamos nosotras quiénes salgamos a vender ese novillo que llega a las mesas de los argentinos”.

Quiénes concentran la tierra, concentran la producción, y por ende se convierten en prestidigitadores del destino de un país rico, pero sumamente inequitativo. Esa debería ser la piedra basal de todo debate sincero que tenga en su matriz, la idea de un cambio necesario de paradigma. “Debemos terminar con el monopolio de la carne, ya que quienes concentran la producción, son los mismos que fijan los precios que hoy son esquivos para la mayoría de los que habitan este país. Siempre quedamos en el medio de estas disputas entre estado y monopolios, aquellas y aquellos que ponemos el lomo en el campo, haya inundaciones o sequias, batallamos en una absoluta soledad. Me crie bajo las patas de las vacas, por eso conozco el significado del sacrificio. Quiero aprovechar esta charla para visibilizar el trabajo y la resistencia de una compañera de San Cristóbal, ella es docente, y debe pagarle a un chico para que dos o tres veces por semana le cuide a los animales y la ayude con el ordeñe, pero en muchas oportunidades debe doblegar su esfuerzo, ya que no cuenta al igual que la mayoría de nosotras, con la espalda económica que nos permita contratar a personas que nos puedan ayudar en la producción. Necesitamos de políticas públicas para nuestro sector, como por ejemplo un seguro ganadero que pueda cobijar a quiénes empleemos, hoy se hace imposible y todo lo hacemos nosotras. Tenemos producción, por ejemplo, desde Ceres al norte de Santa Fe, incluyendo Tostado, Villa Minetti y el Gato Colorado, hay compañeras que se encuentran trabajando el campo, pero nos falta rentabilidad, ese costo que hoy por hoy no nos permite desarrollarnos. Por último, es preciso destacar que también necesitamos tierras, discutir las mismas es imprescindible, ya que existe mucho suelo fiscal, y el mismo es tomado por los grandes ganaderos, por las empresas monopólicas, mientras que nosotras tenemos que alquilar aquella en donde producimos. Esas tierras tienen que ser puestas en discusión, ya que tampoco les pertenece a los grandes estancieros ni a la Sociedad Rural, éstos son intrusos protegidos que incluso impulsan desalojos de pequeños productores para seguir concentrando”, concluyó Paola Zapata.