El pasado martes el Indec publicó los últimos datos sobre el mercado de trabajo, correspondientes al tercer trimestre de 2018. Una primera revisión arrojó que al comparar la información en términos interanuales, es decir, entre el tercer trimestre de 2018 y el mismo período de 2017, los indicadores evidenciaron un leve aumento de la desocupación.

El rigor de la crisis que se va confirmando con los datos que surgen de la realidad económica, parecía augurar un desempleo aun mayor al registrado; de hecho, era la previsión de algunas consultoras privadas que se anticiparon a la publicación del Indec estimando una tasa de desempleo de dos dígitos.

Antes de avanzar con los datos, vale recordar que la tasa de desocupación recientemente publicada, refiere a los meses de julio, agosto y setiembre del corriente año, cuyo relevamiento se produjo antes de la plena vigencia de las medidas recesivas instruidas por el Fondo Monetario e implementadas por el gobierno de Macri. Los datos relativos al último trimestre del año, estarán disponibles recién entrado el 2019.

Según la información expuesta por el Instituto Nacional de Estadísticas, en el tercer trimestre del corriente año, la tasa de desempleo (relación entre los desocupados y la población económicamente activa –que trabaja o busca trabajo-) se ubicó en 9%, la tasa de empleo en 42,5% y el nivel de actividad en 46,7%.

Dadas las fluctuaciones estacionales conviene comparar estos datos con los resultados registrados en el mismo periodo del año anterior. Desde esta perspectiva, el desempleo aumentó en 0,7 puntos porcentuales en los últimos doce meses, pasando del 8,3% en el 3er. trimestre de 2017 al 9% en el 3er. trimestre de 2018.

Por su parte, la tasa de empleo (relación entre la población empleada y la población total) no actuó de forma inversa ya que se mantuvo estable en 42,4% y 42,5% entre los dos trimestres bajo comparación. Entonces, ¿por qué aumentó el desempleo si el nivel de trabajo se conservó invariable? Esta situación tuvo lugar gracias al aumento de la población económicamente activa, que está integrada por las personas que trabajan o que sin tenerlo lo están buscando activamente. Particularmente, entre el 3° trimestre de 2017 y el 3° trimestre de 2018, la tasa de actividad subió de 46,3% a 46,7%.

Una lectura sobre esta dinámica se enfoca en la oferta de trabajo. Ante un contexto de crisis, se sumaron a la población activa personas que anteriormente se encontraban fuera del mercado laboral, sin intención de formar parte del mismo. Cuando esa oferta de horas de trabajo no encuentra su demanda, es persona pasa a ser desempleados.

El contexto también influye, puesto que la necesidad o la caída en el poder adquisitivo podrían impulsar a que otros miembros del hogar se sumerjan en la búsqueda de un empleo que les permita aportar a la economía familiar. Al observar en detalle, la dinámica interna del crecimiento de la tasa de actividad (es decir, la relación entre la población económicamente activa y el total) reveló que el aumento en el indicador se explicó en mayor medida por la entrada de mujeres al mercado laboral. Entre los dos trimestres en cuestión, la tasa de actividad de las mujeres trepó de 47,9% a 49,1% con énfasis en el estrato de mujeres de 30 a 64 años.

Adicionalmente, al apreciar la composición de la tasa de desempleo según la rama de la economía de la última actividad se observó que los nuevos desempleados (es decir, aquellos desocupados que no formaban parte de la población económicamente activa más aquellos desocupados cuyo último trabajo/changa terminó hace más de tres años) explican la mayor parte del crecimiento. Lo siguieron construcción, comercio, servicio doméstico, industria y demás (en orden de importancia).

Otro aspecto a tener en cuenta es la variación inter-trimestral de los subocupados y ocupados demandantes de empleo, dado que aportan indicios sobre la presión de oferta que se observa en el mercado de trabajo. La población subocupada hace referencias a aquellas personas que trabajan de forma involuntaria menos de 35 horas semanales pero quisieron hacerlo por más horas. La población ocupada demandante de empleo se refiere a la población que posee un trabajo pero busca otro activamente. En efecto, la tasa de subocupación pasó de 10,8% a 11,8% y la tasa de ocupados demandantes de empleo saltó de 15,4% a 16,7%. Estos resultados revelan una mayor cantidad de personas quieren o necesitan trabajar más.

Las perspectivas de la desocupación en Argentina no son buenas. El Indec confirmó la recesión económica en el último informe del Producto Bruto Interno (PBI) donde se plasmó que, en el tercer trimestre de 2018, el Producto se redujo 3,5% con respecto a igual periodo del año anterior. Por su parte, las actividades que más mano de obra demandan, siguen una tendencia de preocupante caía.

Esto indica que el empleo ha dejado de ser un objetivo político y que, por lo tanto, el trabajo ha pasado a ser una variable de ajuste. Esto no es una novedad para los argentinos que, al momento de optar por la alternativa de Cambiemos, preveían un cambio en la orientación de las medidas y en la filosofía del accionar del Estado en la economía.

A poco del recambio presidencial, la pregunta que cabe es si seguirá siendo ésta la voluntad política de un electorado, al cual no será tan fácil volver a engañar.

 

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