Por Cristian Módolo

Las organizaciones, como las personas que las integran, poseen capacidades de adaptación a los cambios que llevan, necesariamente, a moldear comportamientos. Existen algunos producidos por circunstancias eventuales, como una catástrofe natural o sanitaria, y otras, por razones productivas o tecnológicas, tal como la evolución de las telecomunicaciones. No obstante, tanto una como otra, conllevan una reacción adaptativa.

La cuarentena producida por la pandemia del COVID -19, sin dudas, fue el acontecimiento de mayor impacto global –y local- del presente siglo, que produjo cambios de conductas que alteraron ciclos de corto y largo plazo. En otras palabras, cambios que venían produciéndose en forma paulatina, adquirieron una velocidad que aceleraron procesos en forma imprevista.

En el ámbito local, estos fenómenos comenzaron a advertirse durante el 2020 y 2021 en dos servicios muy importantes: el financiero y el comercio minorista.

Para advertir la magnitud de tales cambios, que ejemplifican lo expresado, puede observarse el recorrido producido por dos indicadores de la realidad: la cantidad de sucursales bancarias, y el porcentaje de participación de las ventas on line en el total de facturación de los supermercados.

En los siguientes gráficos se presentan la evolución de la cantidad de sucursales bancarias abiertas al público en Argentina y en Santa Fe durante la pandemia, dónde puede observarse la tendencia constante al cierre de las mismas, tanto en el orden nacional como regional.

 

En cuanto a la evolución de las ventas online –medidas en facturación- en el canal de supermercado en la provincia de Santa Fe, se puede apreciar que, si bien la participación de las ventas online es reducida en términos globales –sólo el 1,5% en enero de 2020-, se advierten tres movimientos muy bien definidos: 1) en los primeros meses de aislamiento obligatorio (ASPO), las ventas digitales llegaron a cuadruplicar su participación; 2) en la medida en la que las restricciones a la circulación de personas se atenuaron, perdieron parte de la ganancia de participación de los primeros meses de pandemia; y 3) en la medida que se volvió a agravar la situación sanitaria (2° trimestre de 2021) nuevamente se registró un “corrimiento” hacia el canal online.

 

 

Ambos ejemplos plantean cambios que, sin dudas, difícilmente encuentren un camino de retorno. En Santa Fe, al menos, el divorcio del tiempo y el espacio, que la tecnología supone, cavaron hondo en el comportamiento y hábitos de los consumidores. Hacer compras online y operaciones financieras a través de dispositivos digitales son cuestiones a asimilar de cara a la post pandemia. Por ende, la distancia dejará de ser una barrera que impida actuar, y en esas circunstancias, los precios serán la clave para acomodarse y competir en el nuevo escenario.