Según un estudio realizado por Unicef que tiene por objeto establecer y visibilizar el impacto de la crisis en las familias más desprotegidas la cantidad de niños que no se alimentan como corresponde, viven hacinados y sufren violencia en sus casas, ya trepó a cinco millones.

El trabajo de investigación se llevo a cabo en cuatro grandes centros urbanos, en los que se pudo precisar que la base alimentaria de los menores es la harina y el azúcar.

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Además, producto de estas carencias las consecuencias en la salud se advierten en el tipo de afecciones como gastroenteritis y diarreas. Aparejado a esto, el organismo internacional advirtió que existe la imposibilidad seguir tratamientos por no acceder a centros de salud.

Otro de los aspectos que destaca el estudio alude que hay familias que saltean comidas, se cocina una vez por día, los adultos a veces no comen para darle a sus hijos.

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Los síntomas que registró la Unicef, como gastroenteritis se debe a la ingesta de alimentos en mal estado, también hay casos de alergias respiratorias, afecciones dermatológicas y migrañas.

Los sectores más vulnerables están impedidos además de pagar sus medicamentos para curar estos males, a esto se le suma el incremento de casos de malnutrición y desnutrición.

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En la misma línea del despojo, el factor educativo no está al margen, el abandono escolar por falta de recursos o porque “los adolescentes asumen responsabilidades de cuidado de hermanos e hijos, acompañamiento a adultos mayores e incorporación al mercado de trabajo» es otra de las penurias.

En relacion a las condiciones de hábitat, se observan de “condiciones de hacinamiento reciente”, por “el aumento del precio de alquiler y la imposibilidad de costear los servicios públicos”.