Por Candelaria de la Cruz

Una de las premisas principales en la defensa de los derechos de la mujer tiene que ver con la igualdad y la lucha por alcanzarla. Pero ese camino comienza a volverse sinuoso cuando su protagonista es la mujer trabajadora.

Históricamente la brecha salarial en Argentina y el mundo superó la media nacional haciendo que esa igualdad tenga un final desfavorable.

Tal es así que en diferentes lugares del planeta se fijó el «Día del salario igualitario» con el objetivo de visibilizar la cantidad de días extras que tiene que trabajar una mujer para ganar lo mismo que un hombre.

En toda la Unión Europa se «conmemora» el 28 de febrero, en Estados Unidos el 4 de abril y en Chile el 27 de marzo, mientras que en Argentina un grupo de mujeres propuso que la fecha sea el 9 de abril ya que en lo últimos años, la brecha salarial entre ambos sexos trepó al 27 por ciento. Superando por dos puntos a los números de la década del ’90.

La brecha no solo se planta en el salario sino que, según el Informe Técnico de la Evolución de la distribución del ingreso EPH-INDEC del 3º trimestre del 2017, la desigualdad en la inserción laboral entre varones y mujeres se manifiesta muy claramente al observar los principales indicadores de la composición del Mercado de Trabajo: las tasas de Actividad y Empleo son menores para las mujeres que para los varones -las diferencias superan los 20 puntos-, mientras que las tasas de desocupación y subocupación son más elevadas para la población femenina.

A su vez, la precarización en las trabajadoras es mayor, dado que, el empleo no en mujeres es del 36,2 % sobre el 31,8% en el caso de los varones. En el caso de las probabilidades de alcanzar cargos jerárquicos, los hombres llevan la delantera con el 8%, mientras que sólo el 5% de las mujeres ejercen trabajos de esas características.

La inserción de las mujeres en el mercado laboral ha generado una considerable extensión del tiempo de trabajo puesto que muchas mujeres mantienen las responsabilidades familiares. Es decir, del total de Jefas de hogar mujeres que son ocupadas, un 85% realiza la mayor parte de las tareas de la casa, mientras que para el total de Jefes de hogar varones ocupados, esta tasa es del 27%.

«Vivimos en una sociedad capitalista, donde existen profundas inequidades y desigualdades. El modelo patriarcal establece vínculos de poder desigual entre mujeres y varones que se imprimen en las relaciones interpersonales, familiares, laborales, económicas, culturales y comunicacionales. Este sistema ha reservado prioritariamente al hombre a la esfera pública y de producción, mientras que a las mujeres a la esfera privada, de reproducción y cuidado de otros/as», expresó en diálogo con Conclusión la secretaria adjunta de ATE, Lorena Almirón.

En este contexto, se evidencia que 1 de cada 5 trabajadoras está sobreocupada -trabaja más de 45 horas semanales-.

Con respecto a ello, Almirón explicó que «en 1990, la desocupación golpeó duramente las jefaturas masculinas, esto motivó que las parejas e hijas mayores salieran a buscar empleo. Entre la década del 80-90 se notó gran presencia de la mujeres en la actividad económica como fuerza de trabajo sin calificación, absorbida por el sector del servicio doméstico, con salarios inferiores al 25% en relación a los varones».

En la actualidad, esa brecha se amplió y las mujeres ganan en promedio un 27% menos que los varones -$10.382 vs. $14.190-. Esta brecha se genera incluso a iguales niveles de calificación del puesto de trabajo.

A modo de ejemplo vale destacar que, «los varones que trabajan en ocupaciones profesionales tienen un ingreso medio de 24.832 pesos y las mujeres ocupadas en ese mismo segmento perciben un ingreso medio de 18.740 pesos -un 24,5% menos que los varones-. En los puestos no calificados, los varones ganan 8.999 pesos en promedio, al tiempo que las mujeres alrededor de 5.793 pesos-.

Si bien la gran mayoría de las mujeres están en promedio más formadas que los varones -hay una mayor proporción de mujeres con niveles educativos más altos-, los ingresos laborales de las mujeres trabajadoras son inferiores a los de los varones. Esta diferencia de ingresos oscila entre el 30.7% (para los que tienen el secundario completo), y el 48,9% (para los que no tienen instrucción). Las mujeres que poseen un nivel universitario completo cobran en promedio un 33.9% menos que los varones con este mismo nivel educativo.

Por otro lado, en los hogares monoparentales, predomina la jefatura femenina (madre sin cónyuge) y tienen una incidencia mayor de la pobreza que el promedio de los hogares -31% vs. 20%, respectivamente-, mientras que el el promedio de los hogares monoparentales con jefatura masculina es del 31% vs. 27%.

«Para nosotras desde ATE y CTA consideramos que en nuestro país el trabajo continua con altos niveles de precarización, con sueldos que no alcanzan a cubrir la canasta familiar, hoy calculada por arriba de los 27.000 pesos. Por ello, nos organizamos, nos formamos, debatimos, informamos, empoderarnos en nuestras vidas y en nuestro sindicato y en nuestra Central y así poder lograr la equidad y la paridad. También para luchar por la eliminación de toda forma de violencia hacia las mujeres, contra el acoso laboral y sexual», concluyó.

La opinión de mujeres rosarinas