Un 16 de febrero de 1935, un grupo de empresarios minoristas con una visión de logro y compromiso, se reunía y aprobaba en la sede del Club Español sus estatutos sociales y algo más de un mes después elegía la primera comisión directiva de la Asociación Empresaria de Rosario (AER).

En ese momento la Argentina no pasaba su mejor momento. El país trataba de superar las secuelas de la crisis del ’30 -que había dejado a la sociedad en una profunda y grave situación económica-, y debía afrontar los intereses foráneos que atacaban los recursos nacionales y los grandes capitales que velaban por el endeudamiento de la nación.

Aquella problemática que los encontró dispuestos a cuidar sus inversiones en tiempo y dinero, es bastante similar a la realidad que vive la ciudadanía argentina en la actualidad.

Es por eso que Conclusión dialogó con uno de los históricos representantes de la Asociación Empresaria de Rosario, Elías Soso, quien puso en contexto los conceptos que deben tener en cuenta quienes llevan adelante la organización empresarial para obtener los resultados que el país necesita.

Elías soso, representante de la Asociación Empresaria de Rosario.

 

Yo estuve 47 años en la Asociación Empresaria y fui presidente por 30 años. A mí me parece que el gremialismo empresario argentino está atravesando una situación crítica de debilidad estructural. Lógicamente, en su momento hubo un desgano y un desinterés que desequilibró las fuerzas”, comenzó Soso.

Para el ex directivo de la AER, en la actualidad las entidades empresarias tienen que entender que no es solo defender sus intereses, esa es una mediocridad que no se compadece con las necesidades humanas de este siglo”.

En ese sentido, el empresario explicó: Las entidades PYMES no son solo unidades de trabajo únicamente económicas. Son económicas sociales, somos parte de la sociedad. En buen romance, somos la clase media. En esas condiciones, ya trabajamos en función de los intereses sociales y vamos equilibrando las cargas. Por un lado defendemos los intereses y por otro lado no nos olvidamos que vivimos en una sociedad”.

Soso es un optimista de la realidad política y económica del país, pero no por eso deja de ser crítico. “Argentina está hoy sumergida en una incertidumbre notable sobre su futuro. En mi caso particular confío plenamente de que Argentina va a zafar sin ninguna duda. Algunos piensan ‘de esta no salimos’, y si no salimos es porque no se explotan las riquezas naturales, no salimos porque priorizan la lucha interna, no salimos porque están mirando hacia atrás para ver qué hiciste vos de malo para ganar la próxima elección”, esgrimió el comerciante.

 

Al ser consultado sobre qué temas deberían estar en la agenda política de hoy en la Argentina, el vendedor de telas fue muy claro: “Nosotros tenemos que pensar en la elaboración de políticas que haga que la Argentina acumule capital suficiente para generar una política de distribución equitativo del ingreso”.

Y especificó: El salario es la columna vertebral del consumo interno y, además, es producción. Simultáneamente crea una cadena magnífica en los procesos de crecimiento en la sociedad. Ahora, el crecimiento solo no existe, tiene que haber desarrollo. Crecimiento más justicia social es igual a desarrollo”.

CULTURA DEL TRABAJO

El empresario, que fue presidente durante tres décadas de AER, es reconocido como un gran trabajador, como un comerciante que levantaba la persiana apenas el sol asomaba y las bajaba cuando se los últimos rayos iluminaban la vereda.

Soso es un gran cultor del trabajo y del esfuerzo, a sus 83 años se lo encuentra en su local realizando las tareas de la rutina laboral.

Sobre la pérdida de la cultura del trabajo en las nuevas generaciones, el empresario mencionó de manera preocupante que “esta es la segunda o la tercera que no vio trabajar ni al padre ni al abuelo. Ha ido in-crescendo la decadencia del sector productivo, aun estando en el poder políticos del movimiento nacional, los que generaron perfiles de patria contratista y financiera. Cuando se prioriza esto hay un corrimiento de grandes capitales y la solvencia pasa a otro lado. Si vos te dedicas a la producción abrís la cancha, entonces tenés trabajo para todo el mundo”.

Pero a esta problemática, el empresario rosarino le suma una reflexión que es la base del crecimiento social y familiar en la realidad argentina: Los empresarios tenemos que hacer un esfuerzo y pagarle lo que más podamos a nuestros empleados porque esa es la columna vertebral del desarrollo económico. Eso revierte en compras, en suministrar a su hogar lo que necesita y eso genera mano de obra”.