Este 25 de mayo los argentinos celebramos el 208 aniversario de la Gesta de Mayo. Se recuerda el ánimo valiente de un pueblo que tomó partido por la situación y decidió luchar por su autodeterminación. El escenario no era fácil, pero la esperanza de una Patria soberana se impuso sobre la continuidad de una dependencia que ya no canalizaba las expectativas de desarrollo y realización de un pueblo joven y vigoroso.

La realidad de los hechos demuestra con claridad que la lucha libertadora no ha cesado, sino que requiere cada vez más esfuerzo, compromiso y abnegación. Las fuerzas opresoras cambiaron de rostro y prescinden de banderas, pero conservan el deseo de poner bajo servidumbre a todo un pueblo y explotar sus recursos por su sólo deseo de dominación. Aunque el marco presenta grande similitudes, bien podría decirse que, a diferencia de entonces, ya no hacen falta las personas, puesto que representan un gasto y obstaculizan las pretensiones del poder subordinante.

Un breve repaso de los acontecimientos que está atravesando la Argentina de hoy refleja con crudeza esta realidad. La presencia de un gobierno que ha dejado de priorizar los intereses nacionales, favoreciendo a una minoría foránea, a costa de aumentar el sacrificio de los sectores más vulnerables del país; el crecimiento de corporaciones que especulan con el trabajo y monopolizan la producción nacional, de elites que aspiran a concentrar cada vez más poder; y la tendencia a descartar a miles de personas que quedan fuera del sistema por ser pasivos, marginales o excluidos.

Si a más de dos Siglos de aquella gesta los argentinos siguen luchando por liberarse de todo aquello que lo oprime, por su soberanía política y por su independencia económica, es porque la llama que impulsó aquella revolución sigue todavía humeante.

Luchar por la independencia económica argentina significa priorizar los intereses del su pueblo por sobre cualquier otro que obstruya, impida o comprometa su vida, su dignidad y su realización. Implica lograr mayor eficiencia en la utilización de los recursos nacionales, poniendo en primer lugar a la persona humana, factor estratégico, fundamental y más valioso que tiene la Nación; esto requiere además, priorizar la inclusión digna de los más necesitados y atendiendo a las necesidades de los más humildes, por encima de cualquier pretensión de ganancias extraordinaria. Implica aprovechar de manera sostenible los recursos naturales (porque también debe contemplarse a las generaciones futuras, que tienen el mismo derecho que las actuales a gozar de los beneficios y las riqueza naturales que tiene el país), como así también los tecnológicos, culturales y espirituales, puestos en orden para satisfacer primeramente las necesidades del pueblo argentino, y siendo solidarios con aquellos pueblos que por algún motivo resultan desprovistos de lo indispensable.

Bajo ningún punto de vista, la pretendida independencia económica argentina significa aislarse del mundo, cuestión que esgrimen como crítica reaccionaria los defensores del liberalismo cuando se plantea la necesidad de encarar una política autónoma y de carácter nacional. Muy por contrario, la independencia económica significa lograr un alto grado de integración con otros países, no sólo económica, sino también política y de desarrollo estratégico, principalmente con aquellos países con quienes se comparten el espacio geográfico, la cultura y una historia común. Tal integración, desde luego, no puede hacerse a costa del trabajo nacional, ni de un proceso (aunque incipiente y costoso) de industrialización que incorpore valor a los factores locales, ni poniendo en riesgo el nivel socio económico que se aspire para las futuras generaciones.

Por eso, luchar por la independencia económica ha tenido y tiene costos, riesgos y desafíos. Los tuvo para quienes perdieron la vida en las luchas por la independencia; para quienes padecieron las consecuencias del bloqueo económico que ejercieron las grandes potencias sobre la Argentina a mediados del siglo pasado; y la tiene para los argentinos de hoy si se deciden a enfrentar al poder real que opera sigilosamente en todo el mundo a través de las finanzas.

La Gesta de Mayo no está tan lejos porque todavía no terminó. Una colonia sumisa no será fácil de conseguir en Argentina porque en su ADN está la dignidad de un pueblo que lucha por su liberación.

*fundacion@pueblosdelsur.org

Foto NA: Pablo Senarega