La apertura de importaciones de alimentos y otros productos que integran la canasta básica de los argentinos encendió alarmas respecto a quiénes serán los ganadores del modelo. La industria local de pequeña y mediana escala entraría en jaque frente a la competencia, mientras que algunas multinacionales divisan un posible puente para seguir incrementando beneficios.

Al poner a competir directamente en la góndola a firmas que tienen condiciones de producción dispares, se generará un escenario en el que primará la ley del más fuerte. Algunos actores podrán dar la tan mentada competencia por la porción del mercado que tienen acaparada, pero otros verán cómo los productos de origen internacional les ganan la disputa y los desplazan.

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En este marco, cabe tener en cuenta el grado de concentración que rige en la economía argentina, algo que quedó plasmado en un relevamiento realizado por el Centro de Economía Política (CEPA) a inicios de año.

Según indicó en ese informe, en la Argentina el 74% de la góndola es «manejado» sólo por 20 empresas oligopólicas: «Unilever (9%), Mastellone Hnos. S.A. (8%), la marca del supermercado o ‘Empresa del Distribuidor’ (8%), Coca Cola Company (5%), Sancor Coop. Unidas Ltda. (5%), Danone (5%) Molinos Rio de La Plata (4%), Procter & Gamble (3%), Papelera del Plata (3%), Cervecería Quilmes S A. (3%), Aguas Danone Argentina (2%), Pepsico Co (2%), Arcor S.A. (2%), Mondelez (2%), Nestle (2%), Bagley S.A. (2%), Molino Cañuelas (2%), Kimberly-Clark (2%), Brf (2%), Establecimiento Las Marías (1%)».

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Esta concentración no solo es llamativa por las dificultades que tienen los pequeños productores locales a la hora de competir con las empresas de mayor porte; también enciende un alerta respecto al impacto que tendrá en combinación con la apertura de importaciones debido a que varios actores son multinacionales que podrían sacar provecho de esta política.

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El Centro de Economía Política advirtió en distintos medios que hay muchas empresas alimenticias argentinas que tienen sus casas matrices en el exterior y que fácilmente pueden generar un esquema de importación de productos. «Veinte empresas son las que controlan el 75% de la góndola de los supermercados y esto queda evidenciado cuando (el ministro de Economía, Luis) Caputo se termina juntando con supermercadistas y empresas alimentarias», detalló Guido Bambini, integrante del Cepa, en declaraciones a AM 750.

El director del Instituto de Consenso Federal, Alejandro «Topo» Rodríguez fue aun más específico. «La vieja receta -dijo- de agilizar y desgravar el ingreso de alimentos importados, con la ilusión de bajar su precio, es un instrumento fracasado en la historia económica argentina».

«Las grandes compañías alimenticias terminan siendo las grandes importadoras, reducen costos operativos, despiden personal y mantienen precios altos. Se perjudican los consumidores, los trabajadores y el entramado federal de pequeños productores en todo el país», añadió, en una publicación que hizo en sus redes sociales.

Y concluyó: «El camino es mejorar la oferta con más incentivos a la inversión productiva, aumentar la capacidad de compra de los ingresos y aplicar una moderna política de defensa de la competencia, que no es control de precios».