Este miércoles, gremialistas, empresarios y funcionarios del Gobierno Nacional se reunirán para analizar un incremento en el salario mínimo, vital y móvil, el cual podría rondar el 40% y aumentar a $46.200. Sin embargo, al analizar la relación entre sueldos e inflación, se advierte una fuerte desventaja para los trabajadores, que ven caer su poder adquisitivo mes tras mes.

El último aumento en el salario mínimo se produjo en febrero de este año, cuando pasó de $32.000 a $33.000, con una suba del 3% en relación a octubre pasado. En tanto, la inflación entre octubre y febrero fue del 18,4%, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).

Inflación entre octubre de 2021 y febrero de 2022: 18,4%.

Pero cinco meses bastan para mostrar cómo, desde hace al menos una década, los salarios mínimos vienen perdiendo contra la inflación en Argentina. A pesar de esta situación, estos montos sí permiten cubrir las Canastas Básicas y Alimentarias, las cuales definen el nivel de pobreza e indigencia, respectivamente.

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Al respecto, y según datos del Indec, al finalizar el 2021 una persona adulta necesitó $24.643 para no ser pobre y $7.340 para no caer en la indigencia, mientras que el salario mínimo cerró el año pasado en $32.000, permitiendo que una persona cubra sus necesidades básicas.

Sin embargo, no ocurrió lo mismo con la inflación: mientras que el año pasado los precios aumentaron un 50,9%, el salario mínimo creció un 46%, según información publicada por el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación (MTEySS).

En relación a la reunión que las partes mantendrán este miércoles a las 14 en el Ministerio de Trabajo, trascendió que la CTA -una de las centrales obreras que participará del encuentro- pedirá un incremento salarial del 45%, a aplicarse en diferentes tramos durante los meses venideros.

En este sentido se deben hacer dos consideraciones: en febrero el aumento salarial fue del 3%, mientras que en los dos primeros meses del año la inflación acumuló una suba del 8,8%, casi triplicando el porcentaje de sueldos.

En segundo término, la falta de Presupuesto Nacional para la gestión 2022 -donde el Gobierno no pudo dejar sentada las previsiones de inflación- impide que esta variable futura sea tenida en cuenta en la negociación paritaria. Sin embargo, en los últimos cuatro años -con excepción del 2020, donde hubo intensos programas de control de precios en medio de la pandemia- la inflación superó el 40%, por lo que se avizora otro año en donde el bolsillo de los trabajadores se verá perjudicado.

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Al observar el comportamiento de salarios mínimos y precios en la última década, se advierte que no es novedad que la inflación se lleve puesto a los salarios.

A lo largo de 2020, los salarios mínimos aumentaron un 21%, mientras que la inflación fue de 36,1% y aventajó al poder adquisitivo por más de quince puntos. En diciembre de 2020, un trabajador que percibía la mínima ganó $20.587, mientras que en el mismo mes un adulto necesitó $17.543 para no ser pobre y $7.340 para cubrir sus necesidades alimentarias básicas.

En 2019, último año de gestión del ex presidente Mauricio Macri, el salario mínimo aumentó un 43%, mientras que los precios cerraron el año con una suba del 53,8%, impulsadas en gran medida por el aumento en el tipo cambiario.

En el último mes del 2019, el salario mínimo era de $16.875, suficiente para que una persona adulta pueda cubrir la Canasta Básica Total (CBT), que fue de $12.608,52, y la Canasta Básica Alimentaria (CBA), que rondó los $5.043,41.

En 2018 se repitió el mismo panorama: con una inflación anual del 47,6%, los salarios mínimos aumentaron a lo largo de este año un 25%. Mientras que en diciembre el sueldo era de $11.300, fueron necesarios $8.250,42 para que una persona adulta no caiga en la pobreza, y $3.300,17 para que no sea indigente.

En 2017 se observó uno de los menores aumentos salariales e inflacionarios en la última década: mientras que los sueldos mínimos subieron 17%, la inflación cerró en 24,8%. En diciembre de este año un adulto necesitó $5.397,23 para no ser pobre y $2.150,29 para no ser indigente, mientras que el salario mínimo cerró el año en $8.860.

De aquí en adelante, no se cuentan con cifras oficiales de la inflación y de las Canastas Básicas y Alimentarias, por lo que la suba salarial se contrastará con el Índice de Precios al Consumidor informados por el Congreso (IPC-Congreso).

En 2016, la inflación rondó el 40,7%, mientras que los salarios mínimos aumentaron un 31% a lo largo del año, y cerraron diciembre en $7.560. En tanto, en 2015 -último año de presidencia de Cristina Fernández de Kirchner y uno de los más desiguales en la relación inflación/sueldos- los precios aumentaron un 57,8%, y los salarios un 25%, llegando en diciembre a $5.588.

En los primeros tres años de esta década, se observan brechas más reducidas entre precios y salarios: en 2014 la inflación fue del 38,5%, mientras que los sueldos subieron un 31% y cerraron el año en $4.400; en 2013 estos valores fueron de 27,9% y 23%, respectivamente, y el SMVyM fue de $3.300 en diciembre; mientras que en 2012 los precios aumentaron un 25,2%, y los sueldos mínimos un 16%, cerrando el año en $2.670.