Las condiciones climáticas adversas provocarán caídas del 37% en la producción de trigo y del 32% en la cebada, que representa una pérdida de alrededor de US$3.300 millones en exportaciones de esos cultivos, según indicó un estudio privado.

Por otra parte, más de la mitad de los productores agropecuarios consideró que no es un buen momento para realizar inversiones a partir de la situación climática y las condiciones macroeconómicas e institucionales.

El escepticismo que mostró la encuesta sobre el futuro del sector coincide con el que exhibió un estudio similar realizado la semana pasada, por parte de la Universidad Austral.

Con relación a la próxima campaña, la entidad indicó que a la fecha se encuentra sembrada el 37,1% de la superficie para soja, contra un promedio del 61,4% del período 2017-2022.

En tanto, en el caso del maíz se sembró el 32,7% frente a un promedio del 46,7% para el mismo período.

En ambos casos, la demora responde a la falta de humedad para avanzar en los trabajos.

Con este escenario, “el Gobierno tendría incentivos para implementar un ´dólar soja 3´ durante 2023, incluso si los stocks remanentes de campañas pasadas son bajos», porque consideró que «con una reapertura del programa puede incentivar la rápida comercialización de la cosecha 22/23, poniendo menos presión sobre la necesidad de restringir las importaciones para mantener equilibrado el mercado cambiario oficial sin corregir el tipo de cambio».

A su vez, sostuvo que «el dólar soja pone más recursos en manos del Ejecutivo Nacional, en forma de derechos de exportación (DD.EE.), para tener una política fiscal más expansiva en un año electoral, sin incumplir con las metas con el FMI (déficit primario del 1,9% del PBI)”.

En contrapartida, alertó que este programa trae aparejado «una mayor emisión del BCRA, para cubrir diferencial otorgado a los exportadores de la cadena de la soja, calculada en $174 mil millones, que se añade a un panorama complejo para una política monetaria que debe lidiar con la alta inflación y la necesidad de financiar al Tesoro».

«Así, el contexto climático adverso, más las condiciones macro e institucionales imperantes, incidirían negativamente en la intención de invertir», entendió CREA.