Tras la asunción de Silvina Batakis al Ministerio de Economía, quien juró este lunes en reemplazo del renunciante Martín Guzmán, el economista rosarino Esteban Guida dialogó con Conclusión y adelantó que un cambio en la cartera no es significativo si no se modifica el rumbo económico del Gobierno. Además, indicó que para comenzar a solucionar los problemas de Argentina deben plantearse cuestiones estructurales, como la inserción internacional del país, o sea, si se apuesta por un modelo agroexportador o por uno industrializado.

Consultado sobre el impacto económico que puede tener la entrada de Batakis, el director del Grupo Guida apuntó: “Es importante señalar que un cambio de ministro no implica necesariamente un cambio de rumbo económico. El ministro vendría a ser el asistente del presidente en materia económica, y al momento no tenemos ningún elemento para decir que la asunción de Batakis implique un cambio, porque el presidente se ha esforzado en ratificar el rumbo económico”.

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Y observó: “Si uno empieza a especular con que Silvina Batakis proviene de un sector ideológico y político distinto al de Guzmán, podría aventurarse a pensar que va a haber algún ajuste o modificación en la forma de llevar adelante la política económica, pero no veo que eso sea una cuestión estructural”.

En esta línea, también destacó el hecho de que el área económica en Argentina tenga “a los principales resortes” en manos de otras entidades, como son el Banco Central, la AFIP y otros entes reguladores.

Inserción internacional: el principal problema de la economía argentina

En relación a los principales problemas que sufre la economía argentina, Guida fue disruptivo y ofreció un planteo distinto al que se suele escuchar por parte de referentes políticos -tanto del oficialísimo como de la oposición- y económicos. El economista puso el foco en la relación comercial de Argentina con el resto del mundo, y analizó cómo estos vínculos repercuten en la administración interna.

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“La inserción internacional de la economía argentina determina su capacidad de generar riqueza con respecto al resto del mundo, y esa capacidad es la que también se puede distribuir a partir de los mecanismos directos o indirectos. A partir de la vigencia de un modelo agroexportador abierto, que tiende a la concentración económica, esa inserción internacional es permanente y recurrentemente deficitaria. Sistemáticamente tenemos una balanza negativa en términos de servicios y en términos financieros, entonces ese permanente déficit interno genera que la creación de riqueza nacional no sea suficiente y genere problemas hacia adentro de la economía, como el déficit fiscal, dependencia de los precios a la cotización de la moneda extranjera, ataques especulativos o vulnerabilidad a los movimientos internacionales de capital”, opinó el especialista.

Y completó: “Es una cuestión estructural e histórica en la economía argentina, tiene más de 200 años esta puja por tener un modelo económico agroexportador versus un modelo industrial de economía mas libre y soberana. En estos últimos 40 años viene primando el primero, un modelo donde la especulación financiera, la renta y las exportaciones de materias primas tienen más tendencia e importancia que la producción y la industria nacional. Esto se ve reflejado en la balanza comercial; exportamos principalmente materias primas y manufacturas de origen agropecuario e importamos bienes de capital, insumos intermedios, bienes de consumo y automotores”.

A su vez, la relación comercial de Argentina con el resto del mundo impacta en la economía interna del país. Al primar un modelo basado en las exportaciones, aparecen hacia adentro problemas en la generación de empleo y en la distribución de ingresos, como así también pobreza y déficits fiscales en el sector público, cuando –según explicó Guida– este espacio intenta subsanar los problemas propios del modelo, aumentando la emisión monetaria y generando más inflación.

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“En este momento no se está discutiendo el problema de fondo, que es estructural, y permanentemente estamos frustrando intentos de estabilización en una economía que en sus bases no es sólida. Estamos presos de una disputa ideológica entre oficialismo y oposición, pero no estamos en presencia de un sector que discuta la industrialización del país, la protección nacional, la provisión de bienes y servicios para el conjunto de los argentinos versus el modelo libertario. Vemos cómo corregimos los defectos de un modelo insolvente: algunos piensan que es con total apego al mercado y otros que es corrigiendo de manera más gráfica e incisiva desde el Estado los defectos indeseados del modelo, y eso no prospera”, explicó el economista.

Batakis: ¿la salvadora?

Tras indicar que sería “desprolijo” que Batakis y Alberto Fernández no estén alineados en materia de política económica, Guida fue consultado sobre las posibilidades de crecimiento a pesar de que el rumbo económico sea el mismo, y observó: “Sería raro que ella plantee un modelo divergente del que está llevando a cabo Alberto Fernández en el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional,. En ese caso o tiene que renunciar Batakis o tiene que renunciar Alberto Fernández”.

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Y advirtió: “Veo muy dificultoso que en este rumbo el país logre llegar airoso, con estabilidad y sin agravar los desequilibrios, a las elecciones del 2023. Al ser un modelo que se percibe insolvente, al ser una economía que entendemos que no va a generar las soluciones, y sin una decisión sostenida respecto a un cambio de rumbo, lo más probable es que el desenlace se precipite”.

Aumento salarial: se sabe el qué pero no el cómo

Luego de conocerse que Silvina Batakis es la nueva titular del Palacio de Hacienda, varios gremios pidieron una urgente recomposición salarial ante la aceleración inflacionaria, la cual perjudica el poder adquisitivo de los trabajadores mes a mes. Ahora bien, ¿es este reclamo viable en la situación económica del país?

“Lo menos que puede hacer el sector sindical es pedir aumentos, pero yo le agregaría que hay que decir cómo, porque hay un grave error en la nueva política, que es como si tercerizáramos la decisión del país que queremos. Parecería que, si ganó las elecciones, un Gobierno hace lo que quiere respecto a la economía, y eso es un error garrafal, propio de la democracia liberal que tenemos. Los que tienen que decir qué país quieren no es el gabinete económico, son los argentinos”, aclaró Guida.

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Y aseguró: “En este rol, los sindicatos que otrora tuvieron una participación muy importante en la definición del tipo de país, hoy lamentablemente están reservados en la puja salarial, que no está mal porque es su primer sentido, pero si solamente se ocupan de eso y no pelean por un país que genere mano de obra de calidad, valor agregado e industrialización, entonces no lo van a poder lograr nunca. Lo que falta es trabajo conjunto, en donde los sectores productivos se reúnan a definir qué país queremos, porque noto que cuando se habla de planificación se habla de cuántos puntos del PBI vamos a aceptar de déficit o cuánta inflación vamos a tener en un año, y esa no es la planificación. La planificación es qué vamos a producir y qué necesidades vamos a satisfacer, qué sectores promocionar, cómo nos vamos a ubicar internacionalmente, qué vínculo vamos a tener con el capital internacional”.

Para finalizar, el economista ejemplificó esta afirmación con el Plan Trienal que se llevó adelante en el último gobierno de Juan Domingo Perón. “Este plan tenía como antecedente el acuerdo que se firmó en 1972 entre Perón y Ricardo Balbín, pero reunía a todas las fuerzas políticas mayoritarias, salvo la extrema derecha y la extrema izquierda, que se habían puesto de acuerdo un año antes de las elecciones en cuáles eran las cuestiones básicas que había que resolver en Argentina”, repasó Guida.