Por Manuel Parola

Los primeros dos meses del gobierno de Milei tienen como característica los índices inflacionarios más importantes de los que se tenga registro desde antes del estallido social del 2001. Diciembre culminó con 25,5% de aumento generales de los precios, mientras que desde el gobierno nacional auguraron una medición similar para el mes de enero. En este sentido, aún con las paritarias discutiéndose mes a mes, el salario real de los trabajadores formales se redujo 13,7% en el mes de diciembre: el mayor descenso de los ingresos desde 1994.

El coordinador del Observatorio del Derecho Social de la Central de Trabajadores (CTA-A), Luis Campos, explicó en diálogo con Conclusión que este resultado fue producto “de la aceleración de la inflación que en diciembre tuvo el registro mensual más elevado desde las hiperinflaciones de fines de los ‘80 y principios de los ‘90”.

Campos apuntó que si bien el salario nominal tuvo un aumento elevado, producto de los llamados de los sindicatos a paritarias y los acuerdos con las patronales para negociar los aumentos salariales durante el último mes del año, “quedó muy lejos de la inflación mensual”.

“Para los trabajadores esto tiene un impacto directo y lo sentimos a diario” advirtió Campos y añadió que este retroceso en la capacidad adquisitiva de los trabajadores en relación de dependencia implica menos consumo en toda la canasta de bienes y servicios: “Además, dado que la capacidad de ahorro de los sectores de menores recursos es muy baja o nula, un retroceso de esta magnitud se traduce automáticamente en un recorte en los gastos, ya sea dejando de consumir algunos bienes o servicios o sustituyéndolos por otros de menor calidad”, lo cual se vio en el plano de los alimentos.

La Cámara de la Mediana Empresa (Came) dio a conocer en un informe donde los comercios minoristas reportaron una caída del 37,1% en la venta de alimentos y bebidas en todo el país.

Las mayores caídas registradas por el Sistema Integral Previsional Argentino (Sipa) son las de abril del 2002, el peor mes para los salarios posterior a la salida de la convertibilidad (9,4% de retracción), mientras que la siguiente en el podio fue en septiembre del 2003. El retroceso del 13,7% del mes de enero pasado dejó muy atrás esas marcas: “La caída de estos meses llevó el salario real a valores similares a los de septiembre de 2003, pero en ese momento la curva era ascendente. Ahora vamos en dirección contraria”, subrayó Campos.

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La caída del salario real está muy vinculada con el pobre desempeño de la economía de nuestro país desde al menos 2012. En 2022 el PBI per cápita era aproximadamente un 9% menor al de 2011 y la caída se va a incrementar con los datos de 2023 y 2024”, analizó el titular del Observatorio del Derecho Social de la CTA Autónoma. Para el analista, una economía “que no crece no tiene posibilidades de generar un aumento sostenido del salario real. Lo que está en el fondo de la discusión es el modelo productivo de nuestro país y el lugar que tienen los trabajadores y trabajadoras en él. En paralelo, la acumulación de desequilibrios en la macro genera las condiciones de posibilidad para este tipo de situaciones”.

Luis Campos, director del Observatorio del Derecho Social de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA Autónoma).

Desde la perspectiva de Campos, el país transcurre más de una década de problemas acumulados sin que ninguna de las propuestas para solucionarlos hayan sido favorables para los trabajadores: “Durante las gestiones de Cristina Fernández de Kirchner y Alberto Fernández no se hizo nada por normalizar la situación de los salarios, mientras que las gestiones de Mauricio Macri y Javier Milei lo que intentaron es descargar los costos sobre las espaldas de los trabajadores”.

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Al ser consultado por Conclusión sobre las perspectivas de futuro, el investigador y autor del libro “La Fortaleza” sostuvo que “es difícil prever qué puede llegar a pasar. Estamos en medio de un experimento para el cual, en cierto sentido, los trabajadores y las trabajadoras de Argentina somos los conejillos de Indias. Todo indica que en el corto plazo, por las buenas o por las malas, la situación va a empeorar. La pregunta es si en el mientras tanto va a ser posible generar algún tipo de alternativa que, superada esta tormenta, permita sentar las bases de un proceso de crecimiento que sea sustentable en el mediano y largo plazo y que implique la inclusión de los sectores populares dentro de la estrategia productiva. Y, por cierto, la capacidad de resistencia que tenga la clase obrera para defender conquistas amenazadas. En ese sentido, la huelga y las movilizaciones del 24 de enero parecen haber sido una demostración de que esa resistencia todavía goza de buena salud”.