Por Facundo Díaz D’Alessandro

La inviabilidad presupuestaria que afrontan las familias argentinas a la hora de alimentarse es una situación de esas en las que vale decir que “no da para más”. El precio de la comida no para de aumentar hace años, poco que ver con los bombazos en cualquier parte del mundo, aunque por supuesto que todo parece que puede empeorar.

Las políticas anti inflacionarias del gobierno nacional, por ahora, se han agotado en el reunionismo y el refritado de planes que no se entiende se sigan aplicando. Precios Cuidados es un programa intenta “fijar referencia” desde 2014 (devaluación) y cada año se está peor. Y encima son planes siempre pensados para supermercado, lo que evidencia el desconocimiento del mercado, el real, la calle, dónde compran los papás y mamás argentinos.

Las retenciones, esa única herramienta de política económica útil para desacoplar el precio internacional del local, se aplica en cuentagotas entre el temor y la ideologización de las decisiones.

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No solo el Estado hace su parte, con entidades rurales en pie de guerra ante cada intento de, por ejemplo, elevar algún puntito los derechos de exportación. Se suele homogeneizar a toda esa dirigencia con un verbo llano: campo. Un gesto maniqueo que ha calado en la opinión pública para englobar a actores disímiles.

Pedro Humberto Salas es una rara avis entre la dirigencia agraria, y no porque sea “el ruralista k”, como les gusta etiquetar rápido a los medios porteños (y él se desmarca). El presidente de la Sociedad Rural de Córdoba, de movida, no tiene siempre cara de enojado, lo que ya lo diferencia de la mayoría de sus pares. Pero también se permite observar la economía desde algo más que su «quintita».

Eso no le impide decir, a poco de iniciada la entrevista con Conclusión, ante el aumento del precio de los commodities, que lo pone “contento” que se gane plata en el campo, algo merecido “en virtud de lo trabajado e invertido”.

No obstante, aclara: “Nosotros creemos que la patria es el pan nuestro de cada día en la mesa de los argentinos. Quien discuta la patria, sentémonos y hablemos, quizás es lo que falta terminar de discutir”.

En ese sentido, descartó de plano cualquier mención a la dolarización como salida posible y esperable, como se planteó en la última semana desde sectores económicos y políticos, incluso se llegó a presentar un proyecto en la Cámara de Diputados.

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“Tenemos que avanzar en acuerdos, mágicamente la inflación no va a bajar a 0. Plantear dolarizar la economía es de un estado casi psiquiátrico. Bajan precios internacionales de soja, trigo y maíz a valores históricos, dejan de ingresar dólares y la industria tiene que producir insumos en dólares y consumir petróleo en dólares, ¿qué vamos a tener un semi país? Un 80 por ciento que va a vivir con 100, 200 dólares y los otros que van a vivir bien, ¿un país para el 20% o para todos? Esa es la demencia de plantear estas cosas”, dijo.

Retenciones y arrendamiento

Al referirse al contexto económico actual, Salas consideró que la “situación difícil” global no ayuda. En ese sentido, precisó que lo establecido en el decreto del gobierno que elevó las retenciones a la harina y aceite de soja en dos puntos porcentuales fue una “equiparación entre grandes exportadores, que son 8 empresas que llevan más del 95% – Argentina es el primer exportador mundial de aceite de soja, con el 50% del mercado internacional- y el resto”.

“Hay una condicionalidad de precios por posición importante dentro del mercado; ese sector de privilegio y alta rentabilidad estaba pagando menos de retención que el productor promedio, que ronda entre las 300 y 400 hectáreas, sumado a los pooles. A ningún productor lo afecta porque mantiene el mismo nivel ¿Cuál es la razón? De acuerdo a los considerandos del decreto, vemos la creación de un fondo fiduciario con objeto de que la harina no falte en el proceso de panificación o de fabricación de pastas. Es básicamente la dieta que forma parte del pan casi de consumo diario ¿Tiene que tener alcance para todos? Sí. Aquellos que consideren que no, quisiera que se expresen y lo manifiesten”, apuntó.

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Consultado sobre la viabilidad rentable de un aumento de retenciones, pero compensando al productor a través de la baja de costos de alquiler de la tierra vía sanción de una nueva ley de arrendamiento, como proponen algunos economistas como Guillermo Moreno y han recogido empresarios como Gustavo Grobocopatel, el titular de la Sociedad Rural cordobesa planteó sus dudas acerca de “¿entre quiénes van a discutir eso?”.

“En este momento hay un acuerdo casi de facto donde se establecen las condiciones entre propietario y pool de siembra. En Córdoba, por ejemplo, el 70 por ciento son por pooles, el 30 por productores. Ahí tenemos cuestión. La cuestión más contingente dentro de este proceso inflacionario que es la discusión, que siempre planteamos, entre quienes estamos con un modelo de capitalismo de producción, trabajo y desarrollo, y capitalismo de producción, fuga y primarización”, profundizó.

El dirigente rural puso énfasis en la ausencia de una política de cálculo de costos por parte del Estado, algo que impide conocer realmente cuando se lleva cada parte, donde está el margen desfasado y habilitar injusticias que no ocurren en los tan mentados “países desarrollados”.

“Partamos de esta base. ¿Tenemos problemas de cadena? ¿Tenemos medidos costos sector por sector? No. Cosas que están faltando. ¿Es lo mismo producir en el norte de Córdoba que en el sur? No ¿Es lo mismo en Santa Fe que en provincia de Buenos Aires, Río Negro o Mendoza? No. Entonces no tenemos un costo; podemos tenerlo por independientes, pero no una tabla. Existe el índice Came, donde dice que lo que se le paga al productor y en la góndola. La diferencia es 4 a 1, 5 a 1. El productor a veces no llega al 20% de lo que es su trabajo, que cuesta mucho, inversión, tiempo, esfuerzo. Si tomamos Europa, si el litro de leche vale un euro en la góndola, al productor hay que pagarle 50. A mí me gustaría mucho que pudiéramos sentarnos como se sientan en países desarrollados y acuerdan. Porque tienen los costos en la mano, y acuerdan cuánto va a ganar cada uno. Y políticamente está acordado que nadie puede ganar más que el productor. Esa discusión nos interesaría que se de en el ámbito federal”, amplió.

Córdoba y Santa Fe: hermanas mellizas

Por último, Salas se refirió a las similitudes y diferencias del “modelo cordobés” con el santafesino, siendo provincias con tantas similitudes, entre las que enumeró: habitantes, ciudades, industria, campo. “La única diferencia es el puerto”, acotó.

Ante la consulta por la diferencia entre los últimos índices de pobreza que marcaron al Gran Córdoba como uno de los centros urbanos con más pobres, reflexionó: “Lo que hemos notado en los últimos años es que, por distintas cuestiones, por ejemplo, el costo energético, muchas empresas se han ido de Córdoba, empresas que daban mano de obra. Yo era abogado de un grupo de pymes que estaban cerca de la fábrica militar de aviones y había 25 a la vuelta, hoy no queda ninguna, y se cayeron en últimos 5, 6 años”.

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Y agregó: “Hay obra pública eso es importante y felicitamos que esté. Pero el problema radica en la continuidad, necesitamos generar promociones para recuperar muchas cosas (comercios obreros industriales, comercios que con la recesión y la pandemia hemos perdido), Córdoba tenía metalmecánica importante, calzado. En el año 2014/15 había 220 plantas de aceiteras de soja, entre 30 y 60 toneladas por día, 1 o 2 camiones. Quedaron 100. Con la boleta de gas automáticamente cerraron en un rato entre 2016 y 2017. No vimos una política activa del gobierno para acompañar el tarifazo demencial que sufrimos, sobre todo el que produce, trabaja, invierte, no nos puede volver a suceder porque va a ser problema para el capitalismo de producción”.

Por último, hizo una comparación. “Todas las provincias son hermanas, pero Córdoba y Santa Fe son mellizas. Tenemos un parecido notable y obviamente que el grado comparativo hace ruido. Cuando escucho la deuda en dólares de cada una… y, nos hace ruido. La de Córdoba es mucho más importante. ¿Cuáles son las cuestiones que habría que apuntar en función de generar mano de obra, de reubicar empresas, de generar parques industriales para que puedan, dentro del ámbito regional, mantener población y desarrollar agroindustria pendiente? También estaba viendo esto de la Billetera Santa Fe, ojalá lo pudiéramos implementar en Córdoba, nos pareció un principio de solución importante dentro de este contexto”, valoró el ruralista cordobés.

Y cerró: “Siempre en las crisis surge la creatividad para empezar a dar algunas soluciones que están al alcance. Se habla de diálogo y consenso todo el día; avancemos sobre cosas concretas, que no sea para sentarse a hablar cada uno. Es una suma de monólogos eso. Vamos sobre propuestas concretas. Pan a 200 plantea el gobierno ¿Es factible? Sí. ¿Cómo? Discutamos eso”.