Foto: Conclusión

Aldo Battisacco -Enviado especial – El padre Paco asistió al verdurazo del miércoles pasado en Plaza de Mayo para acompañar a los horticultores que se congregaron para reclamar por lugares en los que puedan comercializar sus productos a muy bajo costo y por la violenta represión que recibieron en la estación Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El sacerdote sostuvo que el tratamiento que en estos momentos reciben los productores pequeños y el ajuste que recibe el pueblo trabajador para poder alimentarse, esta en consonancia con la calidad de funcionarios que el Gobierno del presidente Macri sentó en su gabinete.

«Una prueba cabal es que el ministro de Agricultura de la Nación,  Etchevehere, fue presidente de la Sociedad Rural Argentina lo dice todo, son gente que históricamente odió a los movimientos populares, y al peronismo en particular porque le reconoció derechos al trabajador rural».

En relación a cual fue la respuesta del macrismo una vez que asumió la conducción del Estado, el religioso reseñó que «lo primero que atacaron y destruyeron fue el diseño de integración con el que desde el Estado se trataba la agricultura familiar, con el apoyo al pequeño y mediano productor, lo explica todo su condición de grandes sojeros, a los que no les interesa el trabajo -como ellos lo dicen- del «negro», al que ven como mano de obra barata».

Respecto de las soluciones que se buscaron para que los quinteros puedan comercializar sus productos, sin que estos pasen por el mercado central, el padre Paco contó a Conclusión que hubo iniciativas en la Isla Maciel, «hoy se hace todo a pulmón, pero lo que se necesita son políticas de Estado».

«Se necesita un Estado que regule y que esté presente, pero al mismo tiempo que permita vivir a todas y todos con dignidad», subrayó el hombre de fe.

Consultado por este medio si el gobierno no comprende el drama del pueblo o si se lo mira con desidia porque no le afecta sus negocios, Paco manifestó que «están impedidos de toda comprensión, son de clase alta y quieren vivir sin alteraciones, con todos sus derechos y si es posible en un country -como dijo Aranguren- donde usufructúan naturalmente de lo que a los demás le niegan. Para ellos la luz y el gas no son un derecho, porque ellos tienen dinero para pagarlo».

«Nada los conmueve, de allí que su política es bajar salarios, precarizar el empleo, conservar el dinero que más puedan en sus manos y evitar que esté justamente distribuido», afirmó el sacerdote al tiempo que «no hace a su interés dedicarse a ver como pueden hacer un plan para el pueblo, sus urgencias son otras».

Y añadió: «Su naturaleza los vuelve como el elefante que pisotea a la hormiga, la diferencia en estos momentos, es que lo hacen desde el gobierno, siempre lo hicieron, pero hoy cuentan con una herramienta que le sirve para ser más efectivos».

«Recuerdo una señora que una vez me dijo que las pibas de su barrio se embarazaban para cobrar una asignación universal, es un desprecio muy grande, cuando lo tuviste todo y no eres capaz de mirar mas allá de tu ombligo es muy difícil entender nada, incluso esas chicas que son despreciadas es a la que le echan mano para hacerlas trabajar sin registrar en su casa y se enojan cuando el estado les pide la regularización», precisó el cura.

Preguntado si advertía la posibilidad de dar soluciones en el marco de las necesidades regionales de la población, y de los productores que siempre dependen de Buenos Aires para vender sus productos, el padre Paco, propuso la creación de ferias en las grandes localidades de provincia para evitar la intermediación y favorecer tanto a la familia agraria como a los trabajadores.