Por: Marcelo Chibotta

Alejandro Barrios es economista y director de la Comisión Nacional de Comercio Exterior. Presentará su libro titulado «Las buenas herencias» con una charla – debate en la sede local de la Asociación de Empleados de Comercio, en Corrientes 450.

En una entrevista exclusiva con Conclusión, Barrios dejó algunas consideraciones que están expuestas en su libro, con prólogo del presidente del Banco Central, Alejandro Vanoli.

El país que viene, la visión desde el aspecto económico de la ciudad y de la provincia, en una entrevista que invita a participar de la jornada organizada por el gremio anfitrión y por la sede local del Centro de Estudios en Políticas de Estado y Sociedad.

—¿Por qué considera que, como se titula el libro, este gobierno deja “buenas herencias”?

—La democracia argentina, desde 1983 hasta 2003, siempre estuvo condicionada por un par de temas. Uno fue la falta de divisas para importar insumos y máquinas para hacer crecer la producción, y el segundo fue y es la suba de los precios. A Alfonsín lo echaron con una hiperinflación en 1989 y en 1990, a Menem lo disciplinaron con otra hiperinflación. Siempre que el poder económico quiere disciplinar a los gobiernos hace dos cosas: le retacea los dólares y le aumenta los precios. Pero el próximo gobierno va a recibir de los gobiernos de Cristina y de Néstor una situación donde no va a tener ninguna necesidad de ir a arrodillarse por dólares y, en el caso de que el nuevo gobierno tenga una mirada heterodoxa de la inflación, le va a quedar una institucionalidad acorde con esa mirada, porque va a tener Precios Cuidados y va a tener la nueva ley de regulación del consumo y la producción para evitar abusos.

—¿Además de esas herencias, cuáles son las que dificultarían al próximo gobierno?

—Quedan asignaturas pendientes, una de ellas es el tema tributario, que si bien cuando uno mira la estructura tributaria nacional ve avances, pero si la compara con la estructura tributaria de las provincias ve un grave retroceso. Entonces, los recursos públicos con los cuales los próximos gobiernos van a tener que enfrentar las demandas de sus respectivos pueblos, ya sean provinciales o municipales, van a tener que mejorar porque la democracia argentina se debe la discusión de cómo debe administrar los recursos y para que objetivos. Y la otra discusión que queda pendiente en Argentina es la discusión sobre el uso del suelo. Por un lado, el uso del suelo rural. Si el precio de los alimentos que consumimos los argentinos va a estar en función del precio de la hectárea en la zona pampeana y ésta a su vez depende del precio internacional de los alimentos, será difícil avanzar hacia una mejor situación de los sectores populares. Cuando se intentó empezar a resolver tal situación, nos generó un grave conflicto como fue el de la 125. Pero fundamentalmente tenemos que discutir el uso del suelo urbano. Esto hace que por ejemplo Rosario tenga muchísimas viviendas vacías y muchísimas familias sin vivienda. Mientras al suelo urbano no se lo considere una mercancía social, se lo administrará con el sentido especulativo que se lo hace ahora y ello impide cumplir con el mandato constitucional que dice que todos los argentinos tenemos derecho a una vivienda digna. Por lo tanto, si el valor del suelo rural depende del mercado internacional y el del suelo urbano depende del mercado inmobiliario, será complicado avanzar. El mercado nunca soluciona problemas sociales, sólo lo hace el Estado.

—Pero esos suelos tienen dueños y ellos hacen lo que quieren con él…

—Sí, pero así como se castiga el consumo del cigarrillo, se podría castigar el tener viviendas vacías. Si todas esas viviendas se ofrecen en el mercado, el metro cuadrado baja a la mitad, no puede ser que existan las actuales distancias entre los metros cuadrados con los niveles de salarios, cuando los salarios han aumentado como nunca. Esto quiere decir que lo que ha aumentado más todavía fue el metro cuadrado edificado. Pero si esa edificación se hace para especular y no para cubrir una necesidad social, eso puede quedar ahí como un ahorro eterno de quienes construyeron y las tienen como en una caja fuerte y no lo hicieron para alquilar o vender, es un problema de difícil solución. Aun así, digo que no se puede especular con un bien social de esas características. Una propuesta, en ese caso, sería un impuesto relativamente bajo a la vivienda ocupada y un impuesto diez veces mayor a las viviendas desocupadas, y aquél que tiene 10, 15 o 20 propiedades desocupadas, se va a ocupar de ocuparlas rápidamente. Las va a llevar al mercado porque va a pagar muchísimos impuestos por tenerlas vacías.

—Pero si los gobiernos locales deciden tomar medidas de esas características, ¿no van a tener fuertes resistencias?

—Lo que pasa es que el gobierno nacional ha estado dispuesto a dar profundas y grandes batallas y las ha dado contra los fondos buitre, contra las cámaras rurales locales, y hay muchos gobiernos provinciales y municipales que en sus territorios nunca encuentran a sus fondos buitre, nunca encuentran su épica. Lo que deberían hacer, si de alguna manera queremos que esta democracia se profundice, es detectar quiénes son los fondos buitre o las corporaciones en Rosario, o en la provincia de Santa Fe que impiden continuar avanzando. Por ejemplo, si uno de esos fondos buitre es hipotéticamente la corporación de arquitectos junto a la corporación de las inmobiliarias, tenemos que hablar con ellos y plantearles ‘miren, tenemos que solucionar este problema de la vivienda’. Hay que ir con una agenda propia sobre el tema y escuchar la suya, y se tendrán que poner de acuerdo, no es fácil, pero tampoco imposible. Lo que pasa es que hay que tener la voluntad política de querer hacer eso y el coraje como para bancarse los costos porque obviamente los va a haber.

—¿Cuáles son las visiones que tiene sobre cómo será la economía, de acuerdo a si ganan unos u otros en las próximas elecciones nacionales?

—Si gana Macri, él dijo que al otro día, aunque su principal asesor económico aseguró que será dentro de los 100 días, levantaba el cepo al dólar, pero más allá del tiempo, es decir uno o cien días, eso quiere decir que el mercado va a decidir cuántos dólares quedan de reserva y cuál va a ser su cotización. Y si se acaban las reservas, para conseguir los dólares que precisará la economía argentina para poder funcionar, por ejemplo para que los industriales puedan importar partes o insumos, esta gente cree que los va a poder obtener del financiamiento externo. Si levantan el denominado cepo es posible que los 31 mil millones de reservas que tenemos se terminen en pocos meses, con lo cual están pensando que el Banco Central se va a tener que endeudar nuevamente como antes en los años 90. Por eso el  PRO promueve arreglar con el juez Griesa y liberar el cepo. ¿Qué están queriendo decir con eso? Que si arreglamos con el juez Griesa, los capitales financieros van a volver a la Argentina como estuvieron disponibles durante los años 90. Eso implica nuevamente volver a una etapa en la que la acumulación económica del país se va a hacer a partir del endeudamiento. Eso es claro y no lo dicen ya en los pasillos, sino que lo dicen por los medios de comunicación. Entonces, y en síntesis, la solución para ellos es volver al proceso de endeudamiento. Si gana el otro proyecto, el que dice que hay que agotar todas las posibilidades del mercado interno para seguir generando trabajo, nosotros no vamos a arreglar de cualquier manera con los fondos buitre, sino que vamos a acordar de una manera equitativa, justa y legal, tal cual como dice el ministro de Economía (Axel Kicillof). Por ello, el problema del financiamiento externo va a estar en la Argentina pero no de cualquier manera. Se va a seguir profundizando la relación con China, con Rusia, vamos a buscar financiamiento como se buscó en 1952 cuando el General Perón enfrentó el mismo problema que está enfrentando Cristina hoy y buscó un financiamiento alternativo al que buscaban todos en aquel momento que era pedirle al FMI. Recordemos que Argentina entró al FMI, después de 1955 cuando ya no estaba Perón. Hay alternativas para buscar financiamiento externo y no ir de rodillas como quiere hacer este otro espacio político que es el que va a disputar con nosotros.

—¿Y cómo será particularmente en Rosario y en la región?

—Si llega a ganar el PRO, Rosario va a tener un problema porque esta gente se quiere integrar al mundo de una manera crítica y también lo tendrá Santa Fe que es el tercer distrito industrial, y sin dudas tendrá que cerrar muchas de sus fábricas. ¿Por qué digo esto? Porque esta gente no va a pagar el costo político con la Organización Mundial de Comercio (OMC) de la protección de la industria de la provincia. En ese proyecto, solamente van a entrar dólares por la actividad económica de la soja con lo cual seguirá habiendo edificios muy lindos en la ribera del río Paraná, pero las personas que tienen déficit de vivienda, de cloacas, de salud, seguridad o educación, van a seguir mirando esos lindos edificios con la ñata contra el vidrio. La única posibilidad para generar empleo para todos los santafesinos es que agotemos todas las posibilidades de ampliar lo más que se pueda el mercado interno, porque está visto que el mundo, en esta crisis que empezó 2008 y que no se soluciona, no va a ser un motor de crecimiento en el corto y mediano plazo. El motor de crecimiento lo vamos a tener que buscar de manera muy selectiva en los mercados externos pero fundamentalmente, ampliar lo que se pueda del mercado interno y ahí sí tiene destino todo el tejido industrial de Santa Fe. Además, hagámonos estas preguntas: ‘¿Quién va a defender en la OMC a Metalúrgica Crivel y a San Remo para que sigan fabricando planchas eléctricas en Rosario? ¿Quién va a defender a Etma para que siga fabricando crucetas y tricetas en Rafaela? ¿Quién va a proteger a Liliana para que siga fabricando procesadoras de alimentos en Rosario? ¿Quién va a proteger a Czerweny para que siga fabricando motores en Gálvez?’. Únicamente puede garantizar esto un gobierno nacional dispuesto a seguir pagando costos internacionales en la OMC y un gobierno provincial que lleve y defienda esa agenda industrial a los despachos nacionales.

—¿Qué podría contar al respecto desde la experiencia propia?

—En mis 4 años como presidente de la Comisión Nacional de Comercio Exterior (Cnce) y en los actuales 5 años como director, nunca un funcionario del gobierno provincial de Santa Fe se preocupó, y muchos menos se ocupó, de ningún expediente de protección comercial a la industria de la provincia. En cambio, sí recibía llamados y reclamos del intendente de Rafaela, ocupado por los casos que ponían en riesgo la industria en su territorio. En este sentido, y en lo que respecta a mi tema de gestión, puedo decir que sólo en un hipotético gobierno de Omar Perotti, la agenda industrial de Santa Fe tendrá presencia en la Cnce. El resto de los impactos de las políticas nacionales del gobierno santafesino actual, lo conocen mejor ustedes que yo, y con respecto al otro candidato, el que representa al PRO en Santa Fe, su gobierno tendrá las consecuencias obvias y esperables que ya comentamos y que suceden cuando se dejan operar a las leyes del mercado.

—¿Qué significa que su libro esté prologado por Alejandro Vanoli?

—Es un honor  y es una gran satisfacción. Es un honor porque es el presidente de la mayor entidad financiera del país y que en estos momentos está al frente de una batalla muy importante. Desde enero de 2014 y desde su lugar, Vanoli enfrentó el último ataque significativo que tuvo el país por el que pretendían adelantar las elecciones.

—¿Por qué dice eso?

—Porque él y el equipo económico del gobierno nacional sacaron de la agenda electoral el tema del dólar y el tema de la inflación. Ahora se está hablando de otras cosas, no se está hablando del tema del dólar, entre otras cosas gracias a su gestión. Es la primera vez que la democracia argentina enfrenta una corrida cambiaria y un ataque vía precios sin ajustar al pueblo. Eso es mérito de la presidenta y de su equipo económico, dentro del cual está Alejandro.

—Volviendo al prólogo del libro, dijo que también era una satisfacción…

—Sí, es una satisfacción porque yo con mi profesor Benjamín Hopenhayn había escrito en el 2003 “Las malas herencias” que hablaba de lo que había dejado el modelo neoliberal desde 1976 hasta el 2001 y en el mismo momento, con el mismo profesor que es nuestro maestro, Alejandro Vanoli sacó un libro que era sobre los mercados financieros a escala mundial. Tanto el libro de Vanoli como el mío salieron durante el mismo tiempo y ambos fueron hechos junto a Benjamín Hopenhayn. Entonces que ahora Alejandro, a pesar de todas sus importantísimas actividades, quiera tomarse algunos momentos para leer los borradores y hacer este prólogo, para mí es una gran satisfacción.