El Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (Inaes) tiene por delante profundos desafíos en el camino de salida de la doble pandemia. Desde el organismo, dependiente del Ministerio de Desarrollo Productivo, sostienen que al impacto de la emergencia sanitaria sobre toda la actividad económica hay que sumarle el proceso de desmovilización que acarreaba de la gestión macrista. En una conversación con Conclusión, el vocal del directorio por el Estado nacional, Nahum Mirad, analizó los procesos que debe encarar el Inaes en el futuro cercano para revertir la tendencia de los años anteriores y asentar los vínculos asociativos que surgieron como canal indispensable durante la crisis del coronavirus.

El Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social es el organismo nacional que se encarga de registrar, promover y monitorear el funcionamiento de cooperativas y mutuales. En la actualidad tiene un directorio conformado por siete integrantes: dos representantes del mutualismo; dos del cooperativismo; y tres del Estado nacional (dentro de los que se cuenta a Alexandre Roig, a cargo de la presidencia). Mirad es uno de estos últimos.

En dialogo con Conclusión, el vocal del directorio señaló como primera novedad, a partir del cambio de gestión, el paso del Inaes del Ministerio de Desarrollo Social al de Desarrollo Productivo, que actualmente conduce Matías Kulfas. Este cambio de perspectiva apuntó a acentuar la integración de las cooperativas y mutuales a las actividades productivas en general, pero la llegada de la pandemia retrasó el proceso y cambió la lógica inicial. Las intenciones de expansión mutaron para priorizar el sostenimiento del acceso a políticas públicas acordes a la coyuntura. «Nos tuvimos que enfocar en mejorar la accesibilidad al Estado a partir de trámites a distancias y electrónicos. Los trabajadores y trabajadoras del Instituto pasaron a asumir tareas de teletrabajo, que es una situación laboral que no estaba preparada en el organismo», contó Mirad.

La emergencia sanitaria no fue el único escollo. Al llegar al Instituto, el nuevo directorio  encontró en marcha un proceso de desfinanciamiento y desmovilización ejecutado por la gestión anterior, que incluía cierre de matrículas a cooperativas y mutuales, sobre todo de cooperativas de trabajo.

Sobre esto, el vocal del directorio explicó que «el Inaes se nutre del aporte que hacen las organizaciones cooperativas y mutuales y otros aportes que hace el Estado nacional», pero «el componente del Estado nacional en ese entonces fue casi nulo, tendió a cero». De hecho, «en el último presupuesto de la última gestión precisamente se preveía aportes cero. Es decir, una política de abandono de un sector tan importante, que reúne nada más y nada menos que 28 millones de personas en nuestro país entre personas asociadas a cooperativas y mutuales».

A todo esto debe sumarse que en septiembre de 2020 falleció Mario Cafiero, quien estaba al frente de la presidencia del Inaes. Fue entonces que asumió Alexandre Roig. Frente a ese escenario de desafíos múltiples es que se decidió avanzar en revertir la tendencia de desmovilización: salir a la calle; empezar a trabajar con las organizaciones; pelear por un mayor presupuesto para el Instituto; atender demandas; y facilitar trámites en cuanto a la constitución de cooperativas. Además -dijo Mirad- fue puesta sobre la mesa la necesidad de contar con herramientas para generar financiamiento productivo, enfocado en «actividades clave que permiten generar más puestos de trabajo o sostenerlos».

ACTIVIDAD CLAVE

Al ser consultado por cuáles son las actividades identificadas como centrales en este proceso de movilización del instituto en un contexto de reactivación paulatina, el vocal del directorio apuntó que tienen que ver con la economía verde; recuperado y reciclado; y las economías vinculadas al cuidado.

En el Inaes, además, se creó una unidad que llamada Campo abierto, que busca que quienes producen alimentos estén articulados de la manera más directa posible con los consumidores organizados. De esta manera, el objetivo es acercar la organización del consumo a aquellos productores locales y regionales.

«Actividades que atienden puntos esenciales como el acceso a la alimentación, a los cuidados y a los servicios públicos, pero que además posibiliten generar nuevos puestos de trabajo y sostenerlos. El Inaes se centró, desde su lógica vinculada al desarrollo productivo, en este tipo de ejes», relató Mirad.

El cooperativismo y el mutualismo tienen como valor fundante la solidaridad y la acción colectiva. La llegada de la pandemia trajo la disposición sanitaria denominada ‘distanciamiento social’, una medida central para generar una disminución de los contagios en el marco de la emergencia sanitaria, pero un condicionamiento para la vinculación ciudadana. La reconstrucción plena de ese puente, que ya venía en proceso de deterioro previo al coronavirus, es uno de los desafíos que tiene por delante el Instituto.

«Culturalmente, las formas que tenemos aprendidas, y aparecen con los momentos de crisis, tienen que ver con la solidaridad. Uno ve determinadas experiencias que se fueron dando en estos dos años, de verdad muy complejos desde el punto de vista de la actividad productiva, donde aquellas regiones u organizaciones que fortalecieron su estrategia solidaria tuvieron más capacidad de dar respuesta. Es el caso de las proveedurías mutuales y las asistencias a domicilio que se prestaron desde estos sectores», detalló el vocal del directorio del Inaes.

«Al pasar la pandemia, tenemos que lograr que estas prácticas de cooperación hayan llegado para quedarse. Son las mejores posibles, aun en situaciones en las que no se atraviese una crisis», alentó.

Entre las iniciativas puntuales que buscan ejecutar en el corto plazo, y para lo que necesitarán un fuerte trabajo interministerial dentro del propio Gobierno, está el impulso de un monotributo inclusivo para reconstruir la relación fiscal; la ampliación al acceso al crédito desde el cooperativismo y mutualismo para reconstruir la relación financiera; y el fomento de la compra estatal para las cooperativas para reconstruir la relación comercial.

TERRITORIO Y EXPANSIÓN

Las cooperativas y mutuales suelen tener una arraigo territorial fuerte, pero su potencialidad de influencia trasciende el nicho geográfico en el que están asentadas. Las posibilidades de una inserción mayor en la economía en general están entre los desafíos a asumir por esta gestión del Inaes. Sunchales es la capital del cooperativismo y Rosario es la capital del mutualismo nacional. Santa Fe es territorio madre de organizaciones solidarias y tiene la mayor cantidad de vínculos asociativos del país.

Según los números aportados, hay en el país aproximadamente 16.000 organizaciones, entre mutuales y cooperativas, y 28 millones de personas que están vinculadas a ellas de una u otra manera. Esto se da en casi el 95 por ciento de las localidades del país, exponiendo una considerable extensión. «Hay presencia, territorial, diversidad y arraigo, pero este sector no representa, desde el punto de vista de su capacidad de incidir en políticas públicas y en la consideración general de nuestra población, lo que representa desde la perspectiva de las economías regionales, la capacidad de generar servicios y respuestas ante las distintas crisis», detalló Mirad.

El representante del Estado ante le Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social entiende que falta integración, debido a que las distintas expresiones están aisladas, no tanto desde lo institucional, pero sí desde lo estrictamente económico. «Hay que lograr que una mutual con sección de proveeduría y consumo tiene que conectarse necesariamente con cooperativas de productores lácteos; cárnicos o de frutas y verduras», expuso.

«Ese ejemplo debe ser llevado a la totalidad: las organizaciones dedicadas a generar ahorro, vinculadas a la actividad financiera, tienen que que conectarse con productores que requieren acceso al crédito productivo. Es el enorme desafío ante el que el Inaes está hoy», afirmó.