Por Edgar Mainhard

Tal como lo había anticipado Nouriel Roubini, los mercados bursátiles de todo el mundo extendieron una venta masiva el viernes, arrastrados hacia su peor semana desde la crisis financiera de 2008 al aumentar la inquietud de los inversores sobre las posibles consecuencias económicas de la epidemia de coronavirus.

El índice Dow Jones Industrial Average perdió más de 1.000 puntos. También cayeron el S&P 500 y el Nasdaq Composite, en una sesión volátil.

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Las pérdidas han sido amplias, con los 11 sectores del S&P 500 ‘en rojo’ anual según los resultados de la semana que termina el viernes 28/02. Los inversores abandonan las acciones rumbo a activos tradicionalmente más seguros como los bonos de gobiernos que, debe recordarse, su rendimiento es inversamente proporcional a su demanda. Los del Tesoro de USA o de Alemania cayeron a mínimos históricos.

El argumento es el temor a la epidemia, en parte porque China explica el 20% del PBI global, y en parte porque hay muchos más países que China incluídos en eventuales medidas de restricción.

Ahora bien, todos sabían desde hace tiempo que los valores mobiliarios estaban sobrevaluados. En especial, dijeron esos analistas, la fortaleza de ‘la timba‘ no reflejaba la crisis de varias macroeconomías y las consecuencias del final de la globalización, a partir que USA decidió que no le convenía más.

Durante meses todos se negaban a interrumpir el rally alcista, aún cuando el combustible se agotó hace tiempo. La especulación alimentaba la racha hasta que llegó el coronavirus, un buen argumento para reacomodar los precios, desde las acciones a varios commodities.

Responsabilizar a la cepa COVID-19 por el ‘trabajo sucio‘ es un alivio para muchos porque evita crisis de liderazgos, cambios de gabinete, discusión sobre políticas económicas. Todos recuerdan lo traumático que resultó 2008 y no sólo por el derrumbe de Lehman Brothers, el socorro a General Motors y las quiebras de American Home Mortgage, Home Bank y First Magnus Financial, la derrota de los republicanos en los comicios estadounidenses y el arribo de Barack Obama, la sospecha de que Alan Greenspan fue un fraude, el desbarranco de Merrill Lynch y Bear Stearns, la onda expansiva hacia la Unión Europea, despidos de directorios enteros, acusaciones feroces contra las agencias calificadoras de riesgo, políticos en emergencia, expansión monetaria masiva y múltiple….

En cambio, en 2020 todo eso es posible de evitar: la culpa es de un murciélago que, supuestamente, le transmitió el virus a una serpiente convertida más tarde en gastronomía de algún chino amante del alimento salvaje y con bajas defensas contra una neumonía.

El coronavirus no tiene la ferocidad del ébola. Ni siquiera provoca la mortandad de la Gripe A. Si no fuese por la tardía reacción china y la pobre infraestructura hospitalaria de la semi rural Wuhan, hasta se podría haber limitado más la cantidad de fallecidos. Lo que hoy día importa del coronavirus es que permite reordenar la estructura de precios relativos, y ubicar en un limbo la cadena de responsabilidades por los desajustes de fondo en la economía.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) todavía no se anima (el viernes 28/02) a declarar el brote como una pandemia aunque ya son 47 países (incluído México) alcanzados por los ciudadanos en cuarentena. Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, afirma que es «una posible pandemia», aunque él no se anima a declararla pese a que el 1er. ministro australiano Scott Morrison, que sobrevive a los incendios apocalípticos y las inundaciones escalofriantes, casi le rogó que diga la palabra mágica, y los estadounidenses Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) informaron que ya se han cumplido 2 de los 3 criterios utilizados para definir una pandemia.

Al parecer, a la sociedad global le resulta funcional una pandemia. Según los CDC, hay muertes y propagación sostenida de persona a persona, sólo falta confirmar la propagación mundial.

Es más: Marc Lipsitch, profesor de Epidemiología y director del Centro de Dinámica de Enfermedades Transmisibles de Harvard T.H. Chan School of Public Health, dijo que con brotes reportados en más de un continente, Covid-19 ya es una pandemia.

Una pandemia facilitará la adopción de medidas antipáticas, impopulares y arbitrarias pero que muchos juzgan necesarias.

También la Reserva Federal estadounidense podría bajar la tasa de interés sin conflictos con Donald Trump.

Goldman Sachs dijo que espera que la Reserva Federal entregue una reducción de la tasa de interés de 75 puntos básicos en los próximos meses para combatir el impacto económico negativo del coronavirus.

«Aunque es improbable que los moderados recortes de tasas de la Fed sean muy poderosos, el Comité probablemente no querrá decepcionar las expectativas del mercado respecto de recortes sustanciales de las tasas de interés«, dijo Jan Hatzius, jefe de Goldman en USA.

Goldman espera 3 recortes de tasas de la Fed de marzo a junio. El mercado de futuros de fondos federales ha asignado una probabilidad de más del 70% a un recorte de tasas en la reunión de marzo, según la herramienta CME FedWatch.

El banco dijo que la desaceleración provocada por el coronavirus sería «una contracción global de corta duración que no llega a una recesión absoluta».

«Nuestro nuevo escenario de referencia implica una desaceleración continua de las infecciones en China que permite una lenta recuperación de los indicadores de alta frecuencia de la actividad económica», dijo Hatzius. «También incluye interrupciones moderadas de la cadena de suministro en el sector global de producción de bienes».

«Hace apenas una semana, los inversores consideraban que el coronavirus Covid-19 era un problema chino, ahora entienden que es una preocupación mundial de rápida expansión», dijo Paul O’Connor, jefe de activos múltiples de Janus Henderson Investors.

En 1er. lugar, es evidente que ha ocurrido un rotundo fracaso de los esfuerzos para contener el brote. En USA, Amesh Adalja, un investigador principal del Centro de Seguridad de la Salud de la Universidad Johns Hopkins, explicó técnicamente el revés: «Con un virus respiratorio que se propaga dentro de una comunidad, la contención no es una posibilidad real. La contención no ha fallado, nunca iba a funcionar».

En 2do. lugar, la draconiana decisión China de aislar localidades y regiones, finalmente ha demostrado cierta eficacia. El vocero de la OMS, Christian Lindmeier, lo confirmó: «Tenemos una ventana de oportunidad a causa de las serias medidas que China tomó en Wuhan y otras ciudades, y debemos ser serios en cómo la usaremos». Sin embargo, ¿podrían imponerse restricciones tan severas en Occidente?

«Las prioridades deben pasar de la contención a la mitigación«, dijo Adalja. «Las prioridades deben incluir el desarrollo de vacunas, escalas diagnósticas, ensayos clínicos antivirales y mensajes de salud pública. Esto debe combinarse con la preparación del hospital».

La última pandemia confirmada formalmente fue el brote de gripe H1N1, que según cifras oficiales mató a 18.500 personas entre abril de 2009 y agosto de 2010. Sin embargo, un estudio realizado por científicos de los CDC publicado en la revista médica The Lancet en 2012, estimó que el brote mató a hasta 575.400 personas en todo el mundo.

Lipsitch dijo que al tratar de manejar la pandemia, los países podrían aprender de las medidas adoptadas por las autoridades chinas a nivel comunitario en lugar de depender solo de las restricciones de viaje.

En tanto, prosigue el maratón para encontrar una vacuna que pueda probarse en humanos, que podría comenzar a producirse a escala industrial hacia el final de 2020. Las crisis son oportunidades. Los accionistas de algún laboratorio medicinal podrán distribuir algunas utilidades adicionales….

¿Y en la Argentina qué?

Los sanitaristas coinciden en que algún caso positivo es cuestión de días. Lo están esperando. Habrá que ver dónde ocurre porque la infraestructura hospitalaria no es uniforme en el país, tal como quedó demostrado con el dengue que sigue golpeando.

También puede resultar una cortina oportuna para una economía que no arranca ya que la Administración Fernández permanece enfocada 100% en la deuda pública que, en definitiva, son US$ 70.000 millones, un número relativamente gestionable, tal como lo explicará Daniel Marx en su conferencia el martes 03/03 en la Universidad de San Andrés.

Por lo tanto, y siempre y cuando no se complique demasiado, la desgracia de unos es el beneficio de otros. Historia de siempre desde que el mundo es mundo.

Fuente: urgente24.com