El Instituto Provincial de Estadística y Censo (Ipec) publicó un informe sobre la coyuntura económica de Brasil, dada la importancia del país vecino sobre las exportaciones provinciales.

“Contra lo esperado en la década pasada, el desempeño económico de Brasil entre los años 2011 y 2014 no ha sido para ponderar positivamente, y sus perspectivas, al menos para este año y el próximo no son auspiciosas”, señaló el director del organismo, Jorge Moore.

El informe sobre la economía brasilera se enmarca en los estudios, seguimientos y publicaciones sobre las economías externas que tienen influencia sobre la economía santafesina. En este marco, “el desempeño de la economía de Brasil posee una muy significativa influencia sobre el funcionamiento de la economía argentina en general, y de la economía provincial en particular, dado que Brasil es el principal socio comercial de la Argentina, y el principal destino de las exportaciones de la provincia”, precisó el funcionario, quien agregó que “por las aduanas de Santa Fe se canaliza una parte significativa de las manufacturas industriales como agropecuria”.

“El impacto sobre la industria manufacturera de nuestro país –continuó–, es negativo por una doble vía: enfriamiento de la demanda de autos y autopartes de origen argentino, y una muy poco probable recuperación de venta de bienes de origen argentino al vecino país en caso de acelerarse la depreciación del real”, y añadió que “mayor será el impacto de este efecto cuanto mayor sea el desalineamiento entre la evolución del tipo de cambio en Brasil (reales/dólar) y la del tipo de cambio oficial en Argentina”.

Por consiguiente, Moore explicó que “el panorama para los sectores que exportan a Brasil, difícilmente mejore en el curso de este año, salvo algún cambio sorpresivo en los próximos 6 a 12 meses en el contexto macroeconómico de nuestro país, más bien que en el de Brasil”.

En tal sentido, el titular del Ipec indicó que “la declinante competitividad, y las recientes perturbaciones de origen político han debilitado el exagerado optimismo sobre la economía brasileña de la década pasada”.

A modo de ejemplo, el funcionario precisó, dentro de los rubros afectados, el automotriz, cereales y sus moliendas, y en general las diversas economías regionales, tales el sector lácteo”.

Antecedentes de la coyuntura

Consultado sobre los antecedentes de la situación actual por la que atraviesa el vecino país, Moore indicó que “la aceleración del crecimiento económico durante la década pasada (fundamentalmente en el primer gobierno de Lula) se debió a la recuperación de la demanda agregada, vía mayor inversión pública, y a reformas regulatorias que permitieron incrementar el ingreso y el consumo de más de la mitad de la población brasileña, hasta entonces de ingresos medio-bajos y bajos, y en condiciones de extrema pobreza”.

“Desde 2003 en adelante –continuó–, los mayores rendimientos esperados en Brasil y en otras economías emergentes favorecieron los ingresos de capitales y la percepción de estabilidad jurídica y macroeconómica, y permitieron contar con un riesgo país bajo y un fluido ingreso de capitales. A su vez, la mejora de los precios de commodities impulsó los ingresos por exportaciones generando expectativas de un salto de inversiones extranjeras, modernización de la infraestructura, y baja de costos luego del descubrimiento de las cuencas petroleras en el Atlántico”, agregó.

Al respecto, el funcionario precisó que “la crisis Subprime desvaneció progresivamente esas expectativas. La contracción del comercio mundial y la débil recuperación de las economías desarrolladas afectaron la demanda de exportaciones brasileñas hasta la actualidad. En gran medida el ingreso de divisas se sostuvo gracias al fuerte aumento de los precios de commodities que se observó entre 2012 y mediados de 2014. Sin embargo, las exportaciones manufactureras muestran signos de debilidad aun hasta el presente”, precisó Moore.

Asimismo, la situación se agrava porque “la modernización de la infraestructura se ha visto demorada y en parte interrumpida por costos burocráticos y prácticas que en la actualidad están siendo objeto de investigaciones judiciales. A su vez, las expectativas de crecimiento de utilidades empresariales han retornado a los niveles previos al entusiasmo que despertaba Brasil entre los inversores locales y extranjeros”, añadió.

Escenario de ajuste

“Los ajustes alcistas de precios de bienes no transables, de bienes manufacturados, inmuebles y costos variables, han restado competitividad a la economía brasileña”, indicó Moore, y agregó que “a esto ha contribuido una política cambiaria de flotación administrada que tardíamente empezó a reaccionar, dado el visible deterioro de la competitividad”.

Por otro lado, el funcionario mencionó “la intención de no revertir el énfasis redistributivo vía expansión del gasto público en un sendero de baja inflación, que trató de sostener vía subas de tasas de interés, que terminaron enfriando la demanda agregada”.

En cuanto a “los problemas de acceso al crédito y la suba del costo del crédito interno, debilitaron la compra de bienes durables y complicaron la refinanciación de pasivos del sector privado. El resultado, inevitable, fue la desaceleración del nivel de actividad, el “desinfle” de la demanda del sector privado, y la presencia a partir de 2014 de “déficit trillizos”: en la balanza comercial, en la cuenta corriente de la balanza de pagos y en las cuentas del sector público”, advirtió.

Finalmente, Moore señaló que “el horizonte para el corto plazo es de un ajuste fiscal, conflictivo, que requerirá medidas pro-inversión, sumado a un descenso gradual de la inflación recién para 2016. Por consiguiente, es difícil imaginar que no se acelere la depreciación del real, salvo que poralguna razón hasta ahora inesperada, se produzca un masivo ingreso de capitales”, concluyó.-