El fondo Greylock Capital aceptó este martes la oferta de reestructuración de deuda de la Argentina y advirtió que algunos inversores «no están negociando de buena fe» con el país.

Fue un día después de que tres grupos de bonistas que dicen concentrar más de un tercio de la deuda argentina anunciaron la presentación de una contraoferta de pago, pero tanto el presidente Alberto Fernández como el ministro Martín Guzmán rechazaron el planteo.

Los funcionarios advirtieron que será «muy difícil» mejorar el último ofrecimiento, al tiempo que mostraron confianza en arribar a un acuerdo con la mayoría.

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En un comunicado conjunto, el Grupo Ad Hoc de Accionistas de Bonos Argentinos, el Comité de Acreedores de Argentina y el grupo de Accionistas de Bonos de Intercambio informaron la decisión de llevar una nueva propuesta para poder llegar a un acuerdo y hasta aseguran que esa iniciativa le permitirá al país ahorrar u$s 35.000 millones.

Poco después, el Presidente respondió a los acreedores y en forma tajante, afirmó: «Es muy difícil hacer una oferta mejor porque ya empieza a poner en riesgo el mañana».

En declaraciones a la TV Pública, Fernández destacó: «Su oferta no es igual a la nuestra, nos demanda más esfuerzo, pero como nosotros queremos actuar de buena fe, seguiremos discutiendo».

Tajante

Por su parte, en un comunicado difundido por el Palacio de Hacienda, el ministro de Economía Martín Guzmán agregó que aceptar la contraoferta «significaría someter a la sociedad argentina a más angustia».

«Vemos en ese grupo de acreedores una falta de entendimiento sobre las restricciones que enfrenta la Argentina», sostuvo el jefe del Palacio de Hacienda, y estimó que la mayoría de los bonistas aceptará la oferta oficial.

Guzmán indicó: «No vamos a confrontar con nuestros acreedores. No vinimos a pelearnos con nadie sino a resolver un problema enorme en el que se dejó a Argentina. Queremos resolver el problema. Fue con esa vocación que hicimos una oferta definitiva que incluyó nuestro máximo esfuerzo».

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«Acá hay un país. Acá hay familias. Hay personas. Aceptar lo que piden algunos acreedores significaría someter a la sociedad argentina a más angustia, implicaría por ejemplo ajustar jubilaciones, y no lo vamos a hacer. Seguimos esperando que prime la buena fe por parte de los acreedores», afirmó.

Fernández y Guzmán salieron así al cruce de los grupos de bonistas que indicaron que están dispuestos a aceptar la concesión legal de que los nuevos bonos emitidos en el intercambio de los títulos globales existentes se regirán por una versión modificada del contrato de 2016.

Es decir, si bien rechazan la última oferta presentada por el ministro de Economía, están dispuestos a aceptar un cambio legal buscado por la Argentina.

La referencia al contrato de 2016 implica un cambio en la letra chica de lo que habían pedido los grupos de bonistas más duros con anterioridad.

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Es que hasta ahora habían solicitado a la Argentina términos más duros en lo legal que implicaban emitir los nuevos títulos bajo los contratos (indentures) de 2005, más estrictos para el país.

Esta nueva iniciativa llega a dos semanas de la fecha fijada por el Gobierno (4 de agosto) para que los acreedores acepten la oferta presentada el 5 de julio último.

Visión empresaria

Desde el sector empresarial, el presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), Miguel Acevedo, se mostró optimista este martes acerca de un acuerdo por la deuda externa y señaló que el sector privado necesita que Argentina resuelva este problema para poder diagramar un proceso de inversión productiva para la reactivación económica.

«Veo en el Gobierno una clara predisposición para arreglar la deuda», dijo el dirigente industrial.

Acevedo dijo que en los últimos años «no hubo inversión fuerte en la Argentina» sino sólo inversiones puntuales de algunos sectores para actualizar maquinaria y seguir trabajando, pero «no hubo un proceso de inversión agresivo», que es la etapa que debe venir ahora.

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Por ello, consideró que «es muy importante» que el Gobierno pueda llegar a un acuerdo con los acreedores externos para reestructurar la deuda y evitar que el país caiga en un nuevo default total como el que registró en 2001.

«Ojalá que llegue a buen puerto, por las inversiones. Los privados vamos a necesitar tener una Argentina que tenga la deuda arreglada para poder invertir porque no lo vamos a poder hacer sólo con el capital propio. Esto ocurre en todo el mundo: hay un 40% de capital propio y un 60% de créditos», dijo Acevedo.

El industrial dijo que recientemente «pasaron cuatro meses de algo que nadie estaba esperando», al referirse al violento impacto que generó la pandemia de Covid-19 en la actividad económica de la Argentina, la región y el mundo.