Por Aldo Battisacco – Enviado especial a Buenos Aires

El economista Alejandro Marcó del Pont, dialogó con Conclusión y diferenció las preferencias discursivas, producto de los prejuicio que difunden sectores reaccionarios y medios de comunicación a la hora de explicar de que manera llega el aporte estatal, sea una empresa o personas y quienes carecen de recursos o se encuentran al borde de la marginalidad. Así, se habla del «éxito» de los empresarios con incentivos y la condena por ayuda a pobres «fracasados».

Para Marcó del Pont, los millonarios como grandes corporaciones multinacionales y autóctonas «son presentadas ante la sociedad como los consagrados triunfadores por esfuerzo propio o como vencedores del mercado», y agregó que esta premisa carece de realidad porque no es cierto «que estos grupos del establishment no han tenido ningún tipo de ayuda estatal», o, «al menos, así lo reconocen la sociedad y los medios de difusión que se encargan meticulosamente de ocultar el acopio de estas asistencias».

Según el especialista, estamos ante la «tesis de la perversidad», que  supone que quienes necesitan protección social están en esa posición debido a una falta de “autodisciplina” (haraganería), porque quien quiera esforzarse y trabajar más saldrá adelante».

En la misma línea, señaló «es que la idea del mérito está profundamente arraigada en el relato del poder. Por lo que quienes reciben ayuda estatal son fracasados, perdedores, a los que la sociedad en su conjunto tiene que soportar fiscalmente dada su manifiesta incapacidad».

Da la sensación que es algo aceptado por la población que simula no tener conciencia que debe soportar fiscalmente la ayuda a los ricos.

Por oposición, cuando los aportes del Estado va «a manos privadas, se trate empresas o personas, da la sensación que es algo aceptado por la población que simula no tener conciencia de que también soporta fiscalmente tales ayudas». «Cuando en el mundo se le baja los impuestos a los ricos, alguien tiene que pagar», precisó el economista.

Marcó del Pont, precisó que hay un Estado «benefactor pero para los ricos también», esto «no se dimensiona, que los ciudadanos deben soportar esa carga fiscal con la que se presume que se ayuda a que alguien haga un negocio. En tanto que en el otro caso, se habla de cierta haraganería, que es motivo de crítica constante».

El ejemplo en Argentina, es Carrefour, del que se pudo mensurar a través de una evaluación  «cuantos empleos y cual era el desmantelamiento que hacia esta empresa con los lugares de venta minorista y que cantidad de puestos de trabajo generaban», y continuó, «fue llamativo, porque todo remitió a que lo mejor que podía pasar es que no se instalara», por el impacto negativo que generó.

 

La nota completa la podes ver y escuchar en el video.