Por Esteban Guida 

A pocos meses de finalizar el año, el Ministerio de Finanzas de la Nación, dio a conocer los datos sobre la Deuda Pública Nacional, actualizados al 31 de marzo de 2017. El informe expone, por un lado, los típicos guarismos de la preocupante evolución de la deuda pero, también, otros indicadores que aportan información confusa respecto a la evolución del endeudamiento público argentino.

Según los datos del ministerio conducido por Luis Caputo, en tan solo 15 meses, la Deuda Pública Bruta del Estado Nacional aumentó 9.435 millones de dólares, ubicándose en USD 284.880 millones para finales del primer trimestre del año. Esta cifra implica un aumento del 3,4% respecto del monto registrado a finales de 2016, y del 18,4% en comparación a diciembre de 2015.

Por su parte, la Deuda Pública Externa (deuda que el gobierno nacional contrajo con residentes del exterior) alcanzó los 97.400 millones de dólares para el mismo periodo, 53,2% por encima de la registrada a finales del año 2015.

Las variables presentadas en términos absolutos reflejan claramente el alarmante incremento de los pasivos (especialmente los externos) en comparación con los años anteriores. Sin embargo, el indicador que refleja el peso de la deuda con relación a la producción de bienes y servicios finales que genera el país (es decir, el cociente entre deuda y PBI), refleja una mejora en los primeros 3 meses de 2017, respecto del año 2016 e incluso del 2015.

En efecto, según el mencionado informe, en el 1er. trimestre de 2017, el stock bruto de pasivos del estado nacional, representó el 51,2% del PBI, situación comparativamente mejor a la de los dos últimos años donde el ratio entre deuda y PBI alcanzó 53,5% y 54,2% (2016 y 2015, respectivamente). La interpretación de estos datos podría conducir a la errónea creencia de que la economía argentina está creciendo más rápido de lo que crece la deuda, o que el monto de pasivos disminuyó respecto de la producción total del país.

Muy por el contrario, la caída en el ratio deuda/PBI registrada en los primeros 3 meses del año 2017, se explica tanto por las fluctuaciones del tipo de cambio como por el incremento en el nivel general de precios registrado en el último periodo, ya que el denominador utilizado en la mencionada relación está en pesos nominales. En otras palabras, el PBI a precios corrientes pasó de 5,8 billones de pesos en diciembre de 2015, a 8,9 billones de pesos al 31 de marzo de 2017, es decir un incremento del 53,4%, a pesar de que el INDEC ya informó que en el año 2016 el PBI registró una caída de 2,2% en términos reales.

La realidad acerca del endeudamiento público llevado a cabo por el gobierno de Cambiemos, queda claramente evidenciada en otros indicadores que eluden los problemas estadísticos, por ejemplo, en el incremento en los compromisos de deuda a pagar en concepto de capital e intereses. A finales de 2015, la proyección de vencimientos a pagar en 2017 ascendía a USD 36.026 millones entre cancelaciones de capital e intereses. Actualmente, tales vencimientos treparon a USD 70.346 millones de dólares, alrededor de 95% por encima de lo registrado en 2015.

El vencimiento de los próximos años presenta, aproximadamente, la misma tasa de crecimiento observada en 2017. Es más, la suma entre capital e intereses de deuda ascendía a 296.747 millones de dólares en 2015, mientras que al 31 de marzo de 2017, este monto ascendió a 385.544 millones de dólares. Este avance en el stock de servicios de deuda creció alrededor de 30% en menos de un año y medio de gobierno de Cambiemos.

Otro indicador útil es la relación deuda/exportaciones, que pasó de 1,12 en el año 2015, a 1,6 en el año 2016. Esto implica un deterioro en la capacidad de pago genuina que tiene el país respecto a sus compromisos de deuda pública.

Los gráficos que publicó el Ministerio Finanzas respecto a la evolución del endeudamiento público relativo, no están acompañados de un explicativo que le permita a cualquier lector no especializado comprender que la situación de la deuda pública argentina se agrava día a día y que la imprudencia en la toma de deuda puede conducir nuevamente al país a una situación de insolvencia. Por tal motivo, vale la pena esta breve aclaración.