¿Hay algo peor que tropezar dos veces con la misma piedra? Sí, indudablemente: tropezar mil. Ese parece ser el caso del viejo romance del Banco Central con el déficit cuasifiscal, o sea, con las pérdidas que tiene al tener que remunerar dinero que toma del sistema financiero.

Este déficit no entra en los cálculos de los presupuestos anuales que el país realiza ni en las cifras de déficit mensual que se dan a conocer. Como con las brujas, se puede no creer en ellas, pero que las hay, las hay. ¿Alguien puede dudar que este es el caso argentino?

Mes a mes el ministro Dujovne exhibe cifras fiscales cada vez mejores y sin embargo las tasas de interés y de inflación están más altas que en cualquier otro momento de los últimos 16 años.

¿No es cierto acaso que una economía sin déficit fiscal no debería mostrar signos de inflación? Por supuesto, salvo que surja un déficit parafiscal, como es el caso del déficit del Banco Central que encima, como si fuera poco, en buena medida no es más que la contracara de la privatización del impuesto inflacionario.

Cabe preguntarse: ¿Quién debe en toda sociedad tener el privilegio de cobrar el impuesto inflacionario, sea este alto o sea este muy bajo? La respuesta la tiene cualquier estudiante de economía: el Estado.

Cualquier otro que recaude impuesto inflacionario para sí mismo no está haciendo otra cosa que beneficiándose de manera particular perjudicando a toda la sociedad. Y ese es el caso argentino, aunque el único culpable es aquí el Estado. Veamos porqué:

Quienes pagamos el impuesto inflacionario lo hacemos a través de los pesos que tenemos en el bolsillo, que no cobran ninguna tasa de interés y de los pesos que particulares y empresas mantienen en cuenta corriente y en caja de ahorro en el sistema financiero, que tampoco reciben tasa de interés alguna.

El total de esas tres cantidades constituye lo que se llama M2: los billetes en el público, las cuentas corrientes y las cajas de ahorro, que antes recibían una tasa de interés, pero ahora, vaya uno a saber debido a que misterio, no perciben prácticamente nada.

El M2 viene cayendo últimamente debido a que la gente rechaza pagar alto impuesto inflacionario, y alcanza ahora a alrededor de los 1,7 billones de pesos. Como las tasas de interés nominales anuales del 72 % actuales equivalen a tasas de interés efectivas anuales del 101 % merced a los intereses que se perciben sobre intereses, quienes pagan el impuesto inflacionario lo están haciendo actualmente a un ritmo del 101% de esos 1,7 billones, o sea se está pagando impuesto inflacionario, ahora, del orden de los 1,717 billones de pesos.

Eso es lo que abonamos quienes pagamos impuesto inflacionario. Sin embargo, la cifra no coincide con lo que el Estado realmente percibe por el impuesto inflacionario.

Ocurre que el Estado cobra este impuesto a través de la base monetaria y no mediante el M2. O sea, cobra el impuesto inflacionario mediante los pasivos no remunerados del Banco Central que no son otros que la circulación monetaria más las cuentas corrientes que poseen los bancos en el Banco Central.

Esa cifra llega a alrededor del 1,25 billón de pesos. Por lo tanto, el Estado percibe este impuesto actualmente a un ritmo anualizado del 101% de ese 1,25 billón de pesos. Cobra entonces 1,2625 billones.

Hay una diferencia entonces entre lo que se paga de impuesto inflacionario y lo que el Estado cobra de 0,4545 billones de pesos, o sea, alrededor de u$s12.000 millones, vale decir más del 3% del PBI.

En otras palabras, «alguien»- y no por culpa de ese «alguien», sino por mala praxis estatal- se está quedando con el 3% del PBI que debería cobrar el Estado. ¿Quién? ¿Yo señor? ¡No señor! ¿Pues entonces quién lo tiene? No se trata de un «vuelto» sino de una suma enorme. ¿Cuántas cosas podría hacer el presidente Macri si le cae un «regalo navideño» del 3% del PBI para utilizar?

Cantidades de gasto social, buenos aumentos a los jubilados, mejores salarios estatales, menos necesidad de suba de tarifas públicas, escuelas, hospitales, buenos salarios a maestros, personal de la salud, etc, etc. Son u$s12.000 millones anuales.

Nada más y nada menos, a este nivel de tasas de interés, que se dice que van a bajar, pero que en lo que va del 2018 no han hecho más que subir y que además se promete al FMI que no bajará rápido ni sin consulta previa del 60% nominal anual, lo que de todas maneras arroja un rendimiento efectivo anual del 80%.

Vale recordar que este cálculo de la pérdida de recaudación del impuesto inflacionario de 3% del PBI es solo una parte del déficit cuasifiscal, el cual debe incluir todas las Leliq, el remanente de Lebac y las Lebac 2.0 (Lecap).

El total de los tres activos arrojan un total de deuda remunerada del BCRA de aproximadamente 1,2 billones de pesos que a una tasa promedio de alrededor del 65% anual (cerca de 90% anual) arrojan un total de déficit cuasifiscal de 1,08 billones de pesos: nada menos que u$s28.600 millones anuales: algo más de 7% del PBI.

Si con los algo más de 3% del PBI el Gobierno podría contar con grandes logros….¡Qué no podría hacer con más de 7% anual que paga de déficit cuasifiscal total! ¡Milagros, directamente! La inflación sería de un solo dígito al año, por solamente empezar…

Pero volviendo a la pérdida de cobro del impuesto inflacionario, ¿Quién se queda con esos 0,4545 billones de pesos? Pues….los bancos, que tienen 600.000 millones de pesos en Leliq producto de una serie de necesarias pero muy mal efectuadas subas de encajes.

De esto los bancos no son culpables en absoluto. Reciben un regalo, y lo aceptan. Igual que lo haría el lector o el autor de esta nota.

Cuando decimos suba de encajes mal efectuada es porque para eliminar las Lebac lo que había que hacer era subir a niveles cercanos al 100% los encajes de las cuentas corrientes y las cajas de ahorro de los bancos, en primer lugar a fin de que el sistema financiero dejara de apropiarse de buena parte del impuesto inflacionario.

En vez de eso, en otro de los grandes ejemplos de mala praxis que quienes han manejado y manejan el BCRA vienen cometiendo – sería injusto incluir a su actual presidente Sandleris quien hereda recién este problema los encajes bancarios fueron aumentando uniformemente, en igual magnitud los de cuentas corrientes y cajas de ahorro que los de plazo fijo.

Y se ha permitido que los de plazo fijo se constituyan con Leliq, o sea con deuda estatal remunerada.

Se dejó entonces abierta la ventanilla del déficit cuasifiscal del Banco Central al tener que pagar altísimos intereses por las Leliq, Lebac, y Lebac 2.0 y darles la potestad a los bancos de cobrar impuesto inflacionario para sí a través de la capacidad prestable de cuentas corrientes y cajas de ahorro que solo son inmovilizadas a través de encajes por alrededor del 40%, constituyendo así el 60% restante un agujero negro, base de cálculo para la pérdida del cobro del impuesto inflacionario, que es algo menos de la mitad del déficit cuasifiscal.

Ambos altísimos. Pura pérdida estatal. Por lejos, junto al déficit externo, los mayores de todos los peligros.

*Fuente: Ámbito Financiero