Por Facundo Díaz D’Alessandro

La industria automotriz es uno de los rubros con más peso específico en la economía argentina, con empresas de gran porte y un entramado industrial de insumos y derivados que potencia esa influencia comercial (tanto en el sector externo como en el interno), productiva y en niveles de empleabilidad.

En los primeros años de su gestión, el gobierno de Mauricio Macri (quien tiene pasado como empresario del rubro) puso el foco en ese sector, e incluso llegó a anunciar el “Plan 1 millón”, que planteó como objetivo la producción de 750.000 autos en 2019 y llegar a 1.000.000 en 2023. Al mismo tiempo, se propuso crear 30.000 puestos de trabajo para ese mismo año.

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Lo cierto es que a partir de la recesión en la que ingresó el país tras la crisis financiera de 2018, los recientes datos muestran una auténtica crisis en el sector: el cierre de la fábrica de carrocerías Metalpar, dejando 600 trabajadores sin empleo; la suspensiones de 2.000 trabajadores en Peugeot; y los 900 operarios suspendidos por Honda son algunos de los indicadores que reflejan el momento que vive la industria.

Sin ir más lejos, según el informe de febrero de la Federación de Industrias de Santa Fe (Fisfe), difundidos este lunes, la actividad industrial en su conjunto cayó un 16% interanual en el segundo mes del año, y lleva diez meses consecutivos con registros negativos.

Si se observan las categorías que guardan relación directa con el sector automotriz, éstas se ubican entre las que peores cifras arrojaron. Tanto “Carrocerías y remolques” (-34,9%) como “Vehículos automotores” (-33,1%) marcaron descensos muy pronunciados respecto a febrero pasado, tiempos pre-crisis cuando algunos guardaban esperanzas en un despegue del rubro.

Si se focaliza aún más sobre la producción local, las cifras en Rosario también dan lugar a la preocupación.

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En el último reporte del Centro de Información Económica (CIE) de la Secretaría de Hacienda local, que muestra la facturación de cada rubro en la ciudad, la manufactura de “Vehículos y equipos de transporte” cayó entre diciembre y enero un 23% interanual, mientras que en el mismo lapso la “Venta, mantenimiento y reparación de vehículos” retrocedió un 20%.

La automotriz es así un caso testigo de lo que ocurre con el conjunto de la industria manufacturera, que atraviesa una crisis generalizada.

El economista del Centro de Estudios de Fisfe, Gabriel Frontons explicó a Conclusión que “desde mayo la actividad industrial en Argentina y Santa Fe está cayendo pronunciadamente y en los últimos cuatro o cinco meses la caída es de dos dígitos”.

La caída de la actividad industrial es atribuida a diversos factores como la merma del consumo, las altas tasas de interés, las tarifas, las malas cosechas y la corrida cambiaria. “Todo esto combinado explica un poco lo que estamos viviendo”, señaló Frontons.

2018: el fin de la esperanza

“La evolución de la producción industrial tuvo una dinámica relativamente estable a lo largo de los tres años de gestión macrista. Ahora bien, el 2018 da un promedio equilibrado con los años anteriores pero con dos etapas muy diferenciadas, un comienzo con más actividad y una fuerte caída hacia el segundo semestre, luego de la devaluación de la moneda” señala un reciente estudio del Centro de Economía Política Argentina (Cepa) que indaga entre los motivos de la ruina sectorial.

Ese análisis se entiende mirando el dato de capacidad instalada automotriz, que muestra desde agosto (y en especial en el último trimestre del año pasado) una caída de casi 10 puntos porcentuales en comparación con los años anteriores.

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Esa tendencia traccionó la dinámica del 2018 en su conjunto, con lo cual culminó con el peor registro de toda la serie (46,6%), si lo comparamos con los años 2016 (47,1%) y 2017 (47,5%).

Los valores de ventas y patentamientos mostraron un comportamiento similar. Cayeron un 22,9% y un 11% respectivamente, comparados con el 2017, mostrando el mismo derrotero que tuvo la producción en general, incluyendo autopartes.

“Al cabo de tres años de la gestión de Cambiemos, se da un proceso de crecimiento de la participación de los vehículos importados en las ventas de las terminales a los concesionarios, pasando del 52,7% en 2015 al 71% en el año 2018, mostrando una dinámica que pareciera estructural en esos niveles”, precisó el informe de Cepa, confirmando la tendencia a la apertura comercial, muy pronunciada sobre todo en los dos primeros años de la actual administración.

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En cuanto a las fuentes laborales, se exhibe “una fuerte y pronunciada caída de los niveles agregados” del complejo automotriz “entre finales del año 2015 y el último registro disponible (segundo trimestre de 2018)”.

Entre el segundo trimestre de 2015 y 2018 la pérdida de puestos laborales ascendió a 3.920, es decir una reducción del 4,8% en la plantilla de personal, número que según todos los economistas debería agravarse luego de por lo menos tres trimestres de una recesión de insondable profundidad.

Por último, en el análisis elaborado por Cepa dividido por ramas, el sector más perjudicado con una merma de 2.083 puestos de trabajo es fabricación de partes, piezas y accesorios, este último, constituido en una amplia mayoría por empresas Pymes.

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Cabe resaltar que el rubro fabricación de vehículos redujo su plantilla en 2.040 trabajadores. Tanto las empresas más pequeñas como las grandes compañías son las que evidenciaron la destrucción de puestos laborales, aunque estas ultimas tienen algo más de aire por su tamaño y el factor exportación.