El Jefe de la sección de Comercio Internacional del Daily Telegraph de Londres, Ambrose Evans-Pritchard, informó el 2 de agosto que Brooks dijo que el desplome de la lira turca y del peso argentino eran señales de advertencia sobre el enorme sobre-apalancamiento en el sistema financiero internacional. Brooks destaca que los desplomes de estas divisas y otras de lo que los financieros llaman los “mercados emergentes”, se produjeron en respuesta a los aumentos en las tasas de los bancos centrales, que son mucho menores que los aumentos del 2013 (la llamada “disminución gradual de rabietas” establecidas por el jefe de la Reserva Federal Ben Bernanke). Sin embargo las reacciones en el 2013 fueron mucho menos severas.

“Lo que le preocupa al IFI es que hasta ahora el shock sobre las tasas de interés globales haya sido modesto. Los rendimientos en los bonos del Tesoro a diez años se han elevado solo 60 puntos base, y sin embargo el daño ha sido mucho mayor que en la disminución gradual de rabietas del 2013… es una señal de advertencia de qué tan vulnerables se ha vuelto el cansado sistema sobre-apalancado” escribe Evans-Pritchard.

“¿Está por venir una nueva contracción del crédito global?”, es el título de un análisis más extenso, del economista marxista Michael Roberts en su blog del 4 de agosto, hecho a partir de la advertencia del IFI, y que se reproduce en el portal de la “Comisión por la Abolición de la Deuda Ilegítima”. Roberts dice que el más probable detonante inmediato de un derrumbe bancario es el desplome de la lira turca. “Pero Turquía no es más que el caso extremo de una crisis creciente de la deuda, que empezó a golpear a las economías que dependen de flujos de capital e inversiones extranjeras para poder crecer (y esas son la mayoría)”.

“No se debe ubicar el lugar de esta inminente crisis de la deuda en la deuda de los hogares (como fue durante la contracción crediticia global del 2007 que llevó a la Gran Recesión) ni en la deuda del sector público (donde los gobiernos han estado aplicando severas medidas de austeridad), sino en la deuda corporativa”, explica Roberts. Y ¿dónde?: “Las compañías de Estados Unidos tienen que refinanciar unos $4 billones [millones de millones] de dólares en bonos, casi todos a altas tasas de interés. Esto va a golpear a compañías cargadas de deuda que ya tienen problemas y les hará casi imposible a algunas de ellas que sigan existiendo. Los acreedores, es decir, los tenedores de bonos de alto rendimiento, van a tratar de deshacerse de sus posiciones todos al mismo tiempo solo para toparse con una escasez severa de compradores dispuestos. Algo, posiblemente los bonos de alto rendimiento, va a desatar una rebatiña por la liquidez”.