Por Esteban Guida

Mientras los funcionarios de Mauricio Macri se jactan de haber firmado el acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea, envalentonados en avanzar hacia la firma de otros semejantes con países desarrollados, la industria nacional se cae a pedazos como consecuencia de las medidas económicas implementadas por el mismo gobierno.

Aunque algunos funcionarios sostienen que el acuerdo es positivo dado que se podrá “vender productos y servicios a mucha más gente porque se abre un mercado de 500 millones de personas”, los interrogantes abundan respecto a la capacidad real que tenga la economía argentina de competir con verdaderas potencias industriales y empresas que están a la vanguardia del desarrollo y la innovación a nivel mundial.

Del sentido común surge preguntarse: ¿en qué condiciones deberá competir la industria nacional en caso de que entre en vigencia este acuerdo de libre comercio? Pero la inquietud no sólo abarca a los industriales, sino principalmente a los trabajadores que difícilmente puedan reubicarse cuando las empresas cierren porque no pueden competir con los productos importados (tal como ocurrió durante la convertibilidad). En definitiva vale preguntarse qué impacto tendrá la implementación de este acuerdo para el conjunto de los argentinos.

El sector industrial (manufacturas y construcción) es la principal rama de la actividad económica del país. En los últimos años, explicó alrededor del 23% de Valor Agregado Bruto. Los sectores que lo siguen son: Comercios mayorista y minorista, y Actividades inmobiliarias, empresariales y de alquiler con el 15% y 13% del VAB, respectivamente. El sector manufacturero y la construcción explican alrededor del 26% del total de empleados registrados en el sector privado. Con respecto a los demás sectores, este es el que mayor cantidad de personas emplea.

Los últimos datos del INDEC revelaron que la actividad industrial manufacturera continúa en contracción. A mayo de 2019, cayó 6,9% con respecto a igual mes del año anterior. Este resultado negativo se suma a los doce anteriores, hace 13 meses que la industria se contrae. El acumulado enero-mayo se contrajo 9,8% con respecto a igual periodo del año anterior. Los sectores más afectados fueron: el Automotriz con una caída del 25,5%, Muebles 22,8%, Aparatos, equipos e instrumentos 19,8% y Productos textiles, prendas de vestir, cuero y calzado por 19,8%. De los nueve sectores manufactureros, en ocho se registraron caídas con respecto al año pasado. Solamente en el sector que abarca las empresas de Minerales no metálicos y de Metálicas básicas no registró variaciones con respecto al año pasado, se mantuvo su nivel de producción.

Por su parte, el sector de la construcción suma otro mes de caídas ininterrumpidas. En mayo pasado, la construcción cayó 3,4% con respecto a igual mes del año anterior y 8,9% con respecto a igual acumulado del año anterior.

Los datos de empleo del pasado mes de abril revelaron que, en los últimos doce meses, el sector de empresas manufactureras expulsó 64.232 empleados y la construcción 9.677. Ambos sectores combinados son los que mayor cantidad de personas emplean; sin embargo, en los últimos años, son los sectores donde se registró el grueso de los despidos.

Se observa con claridad que sostener la actividad industrial en el país no es solamente una cuestión de lobby sectorial. La incorporación de valor agregado y la generación de riqueza por sobre la explotación primaria es básica y fundamental para lograr generar trabajo de manera genuina y riqueza para distribuir con justicia y equidad; por cierto, la única manera de superar el asistencialismo y la perpetuación de la exclusión social que eso genera.

Si el gobierno de turno (y los que vengan después de este) no asume el compromiso político de consolidar estratégicamente un sector industrial (basado en una nueva forma de concebir y aprovechar las ventajas comparativas y competitivas del país) desde una perspectiva nacional y soberana, no habrá solución posible para los grandes problemas económicos y las injusticias sociales que acumula el país.

Esta ya ha dejado de ser una cuestión de opiniones puesto que la historia muestra con contundencia que la apertura económica, sin una industria fuerte y estratégicamente consolidada, sirve sólo a empobrecer a los pueblos y cercenar sus chances de liberación.

*fundacion@pueblosdelsur.org